Obama abre su guerra contra las armas

El presidente es consciente de que ha abierto un conflicto con una de las entidades más poderosas del país, la Asociación Nacional del Rifle

Antonio Caño
Washington, El País
Apoyado en la conmoción provocada por la matanza en la escuela de Newtown, Barack Obama ha lanzado este miércoles la más ambiciosa ofensiva contra las armas de fuego en varias décadas y ha prometido entregarse con toda su energía a lo que será una de las más costosas empresas de su segundo mandato. El presidente enviará al Congreso una propuesta, de incierto futuro, para la prohibición, entre otras medidas, de las armas de uso militar y ha firmado varios decretos para actuar sin permiso parlamentario en la mejora de las actuales medidas de control.


“Si hay una sola vida que podamos salvar, tenemos la obligación de intentarlo. Tenemos la obligación de actuar ahora”, ha declarado Obama en la emocionante ceremonia organizada para presentar esta arriesgada iniciativa. El presidente es consciente de que ha abierto un conflicto con una de las entidades más poderosas del país, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en sus siglas en inglés) y sobre uno de los pilares sobre los que se asienta el nacimiento de esta nación, el derecho a poseer armas, protegido por la Constitución.

La de Obama es una misión que va a encontrar muchos obstáculos en el camino –buena parte de los miembros del Congreso son elegidos en campañas financiadas por la NRA- y que quizá acabe en la derrota de la Casa Blanca

Se trata, pues, de una misión que va a encontrar muchos obstáculos en el camino –buena parte de los miembros del Congreso son elegidos en campañas financiadas por la NRA- y que quizá acabe en la derrota de la Casa Blanca. La NRA no sólo pretende ser la última salvaguardia de la libertad individual de los norteamericanos, sino que es la representación de uno de los más prósperos negocios del país. Habrá, por tanto, dinero y emociones a espuertas en el debate que hoy empieza.

Para ello, Obama ha aparecido arropado por familiares de la escuela de Newtown, por niños que le han escrito pidiéndole que ponga fin a esta violencia interminable y por muchos millones de norteamericanos –la mayoría, según las encuestas- horrorizados ante la realidad de que, en el mes transcurrido desde los sucesos de Newtown, han muerto ya por armas de fuego en Estados Unidos casi un millar de personas, la mitad de todas las víctimas norteamericanas en los once años de guerra en Afganistán. A esos compatriotas, Obama ha pedido que presionen a sus representantes parlamentarios para que este esfuerzo concluya felizmente con menos armas en la calle.

La iniciativa del presidente es ambiciosa respecto a la historia y la tradición estadounidenses, pero muy modesta si se compara con lo que ya es ley y norma en la mayoría de los países civilizados del mundo. Obama ha pedido al Congreso la prohibición de las llamadas armas de asalto (los rifles automáticos y semiautomáticos que utilizan los soldados en el campo de batalla), la limitación a 10 balas de los cargadores a la venta, que actualmente son de 30 o más, y, quizá lo más importante, la certificación de identidad y de antecedentes de todos los compradores de armas, sin excepción.

Obama ha pedido al Congreso la prohibición de las llamadas armas de asalto, la limitación a 10 balas de los cargadores a la venta y la certificación de identidad y de antecedentes de todos los compradores de armas

Esta última medida puede ser la más eficaz y es a la que con más contundencia se opone la NRA, porque es la que más amenaza su negocio. Actualmente, cerca de la mitad de las armas que se compran en EE UU se venden en ferias y convenciones en las que, según la ley, se puede adquirir cualquier producto sin límite y sin ninguna clase de identificación. Cualquier criminal puede construir impunemente su arsenal en esos lugares.

Si el Congreso lo aprueba, la comprobación de los datos personales de cada comprador de armas podría reducir su venta, espantar a los criminales y facilitar el trabajo de la policía en la investigación de los delitos.

Pero no va a ser fácil que lo apruebe, ni eso, ni las otras dos prohibiciones mencionadas. El presidente del Comité de Asuntos Judiciales del Senado, Patrick Leahy, ha anunciado que los debates en esa cámara comenzarán el próximo día 30. Los demócratas son mayoría en el Senado y, aunque también hay demócratas apoyados por la NRA, tienen más posibilidades de éxito en esa instancia. Pero cualquier cosa que apruebe el Senado tiene que llegar después a la Cámara de Representantes, bajo control de los republicanos y cuyo presidente, John Boehner, dijo ayer que discutirán lo que les propongan, sin anticipar su posición ni sugerir otras ideas.

La NRA ha alertado a sus seguidores de que el Gobierno viene a quitarles las armas, los comentaristas radiofónicos más iracundos hablan del regreso a la guerra civil

El ruido que va a producir este debate será de los que hagan época. La NRA ha alertado a sus seguidores de que el Gobierno viene a quitarles las armas. Los comentaristas radiofónicos más iracundos hablan del regreso a la guerra civil. Steve Stockman, un republicano de la Cámara por el estado de Tejas, ha advertido ya de que la prohibición de armas de fuego podría ser motivo de destitución del presidente (impeachment), en cuanto que supone una violación de la Segunda Enmienda constitucional.

Obama ha tenido cuidado de no imponer nuevas restricciones por decreto y se ha limitado con sus 23 medidas a perfeccionar el sistema actual. El apartado más importante en ese capítulo es la de la introducción de los antecedentes sobre enfermedades mentales entre los datos que las autoridades deben de facilitar a los vendedores de armas.

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