El jeque ciego
Omar Abdel-Rahman cumple cadena perpetua por el atentado contra el World Trade Center
El clérigo radical egipcio lideró el grupo Gamaa al Islamiya y estuvo ligado a la Yihad Islámica
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Omar Abdel-Rahman, de 74 años, es un clérigo radical egipcio que cumple cadena perpetua en Estados Unidos por su vinculación al atentado en 1993 contra el World Trade Center de Nueva York. Abdel-Rahman, conocido en la prensa internacional como el jeque ciego por la minusvalía que le provocó una diabetes infantil, se había instalado en EEUU unos años antes a pesar de tener una larga historia de asociación con dos grupos terroristas, Yihad Islámica y Gamaa al Islamiya, el último de los cuales llegó a liderar.
De hecho, resultó muy polémico que en 1990, durante la presidencia de George Bush (padre), lograra primero un visado de turista y más tarde un permiso de residencia permanente. Cuando éste le fue finalmente revocado, pidió el asilo político. El clérigo parecía buscar en EEUU la protección del anonimato, o tal vez beneficiarse de una legislación más garantista que la de su propio país, donde había pasado tres años en la cárcel a la espera de juicio por una fetua que dio pie al asesinato de Anwar el Sadat por activistas de Yihad Islámica, en 1981.
La distancia no atemperó su radicalismo. Al contrario, Abdel-Rahman se sintió lo bastante seguro en su país de acogida como para emitir otro edicto en el que declaraba lícito robar bancos y matar a judíos en EEUU. Aprovechando la ausencia de vigilancia de sus sermones en árabe, arremetía contra Occidente y animaba a los musulmanes a atacar su economía y destruir sus medios de producción. Un documental de la época le muestra en una mezquita de Detroit incitando a la yihad contra los infieles. Pero fue de entre sus seguidores en la aljama del barrio neoyorquino de Brooklyn de donde salieron los responsables del atentado de 1993.
Ese mismo año, Egipto sufrió una oleada de atentados terroristas que dejaron centenares de muertos y heridos, y de los que se responsabilizaron tanto Gamaa al Islamiya como Yihad Islámica. Aquellos ataques conmocionaron a los egipcios y a su Gobierno, que se quejó a EEUU de que permitiera a Abdel-Rahman usar Nueva York como base para recoger fondos y organizar los atentados. Sus sermones incitando a matar infieles, derrocar al entonces presidente Mubarak y convertir Egipto en un Estado islámico, se grababan en cintas que se enviaban a El Cairo para su difusión.
En una muestra del giro que ha dado ese país y de los retos que afronta su relación con EEUU, el nuevo presidente egipcio, el islamista Mohamed Morsi, se comprometió a los pocos días de su elección a trabajar para lograr la libertad de Abdel-Rahman. Aunque el jeque ciego fue trasladado hace unos años desde una prisión de alta seguridad al centro médico de otra penitenciaría, el Departamento de Estado negó en septiembre pasado que estuviera contemplando su puesta en libertad.
El clérigo radical egipcio lideró el grupo Gamaa al Islamiya y estuvo ligado a la Yihad Islámica
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Omar Abdel-Rahman, de 74 años, es un clérigo radical egipcio que cumple cadena perpetua en Estados Unidos por su vinculación al atentado en 1993 contra el World Trade Center de Nueva York. Abdel-Rahman, conocido en la prensa internacional como el jeque ciego por la minusvalía que le provocó una diabetes infantil, se había instalado en EEUU unos años antes a pesar de tener una larga historia de asociación con dos grupos terroristas, Yihad Islámica y Gamaa al Islamiya, el último de los cuales llegó a liderar.
De hecho, resultó muy polémico que en 1990, durante la presidencia de George Bush (padre), lograra primero un visado de turista y más tarde un permiso de residencia permanente. Cuando éste le fue finalmente revocado, pidió el asilo político. El clérigo parecía buscar en EEUU la protección del anonimato, o tal vez beneficiarse de una legislación más garantista que la de su propio país, donde había pasado tres años en la cárcel a la espera de juicio por una fetua que dio pie al asesinato de Anwar el Sadat por activistas de Yihad Islámica, en 1981.
La distancia no atemperó su radicalismo. Al contrario, Abdel-Rahman se sintió lo bastante seguro en su país de acogida como para emitir otro edicto en el que declaraba lícito robar bancos y matar a judíos en EEUU. Aprovechando la ausencia de vigilancia de sus sermones en árabe, arremetía contra Occidente y animaba a los musulmanes a atacar su economía y destruir sus medios de producción. Un documental de la época le muestra en una mezquita de Detroit incitando a la yihad contra los infieles. Pero fue de entre sus seguidores en la aljama del barrio neoyorquino de Brooklyn de donde salieron los responsables del atentado de 1993.
Ese mismo año, Egipto sufrió una oleada de atentados terroristas que dejaron centenares de muertos y heridos, y de los que se responsabilizaron tanto Gamaa al Islamiya como Yihad Islámica. Aquellos ataques conmocionaron a los egipcios y a su Gobierno, que se quejó a EEUU de que permitiera a Abdel-Rahman usar Nueva York como base para recoger fondos y organizar los atentados. Sus sermones incitando a matar infieles, derrocar al entonces presidente Mubarak y convertir Egipto en un Estado islámico, se grababan en cintas que se enviaban a El Cairo para su difusión.
En una muestra del giro que ha dado ese país y de los retos que afronta su relación con EEUU, el nuevo presidente egipcio, el islamista Mohamed Morsi, se comprometió a los pocos días de su elección a trabajar para lograr la libertad de Abdel-Rahman. Aunque el jeque ciego fue trasladado hace unos años desde una prisión de alta seguridad al centro médico de otra penitenciaría, el Departamento de Estado negó en septiembre pasado que estuviera contemplando su puesta en libertad.