La deserción del jefe de la policía militar cuestiona el apoyo interno a El Asad

Una veintena de personas muere en un ataque de la aviación siria contra la provincia de Raqqa

Ó. G. / AGENCIAS
Madrid / Beirut, El País
Una nueva voz se ha alzado contra la política de represión violenta con la que el régimen sirio ha respondido al alzamiento popular y posterior rebelión armada desde marzo de 2011. "Soy el general Abdelaziz Jassim el Shalal, jefe de la policía militar", afirma un hombre uniformado en una grabación difundida por el canal saudí Al Arabiya. "He desertado porque el Ejército ha desviado su deber primordial de protección del país y se ha transformado en una banda de destrucción y asesinatos". Una fuente de los servicios de inteligencia sirios ha confirmado a Reuters la marcha de El Shalal, pero ha minimizado su deserción debido a que, según su versión, el general estaba a punto de retirarse.


Se desconoce el paradero del mando militar. En el vídeo, El Shalal aparece en una sala, sentado con los papeles de su declaración sobre una mesa y un ordenador portátil a su derecha. "El Ejército ha destruido ciudades y pueblos y ha cometido masacres contra la población desarmada que tomó las calles para reclamar libertad", continúa en su parlamento el militar desertor, quien concluye con un "larga vida a la Siria libre". Tampoco se conocen los detalles de su huida. Generalmente, los soldados que cruzan al bando contrario cuentan con la ayuda del Ejército Libre de Siria (ELS). Primero garantizan la seguridad de su familia y, posteriormente, atraviesan la frontera hacia Turquía -donde se concentran la mayoría de los militares desertores de alto rango-, Jordania o Líbano.

Las deserciones en el seno del régimen sirio plantean cada vez más dudas sobre el apoyo interno que el presidente Bachar el Asad mantiene hacia su política de represión. En el plano político, se lleva la palma la huida hacia Jordania en el mes de agosto del entonces primer ministro, Riad Farid Hijab. Entre los mandos militares, la deserción en julio del general Manaf Tlass, amigo de la infancia de El Asad, ha sido hasta ahora el golpe -especialmente por su carga simbólica- recibido por el Gobierno de Damasco.

Un Ejecutivo que, además, muestra fisuras en torno a la guerra abierta mantenida con los alzados. El ministro de Información, Omrane el Zohbi, equiparó este domingo las críticas a la "militarización" del conflicto hechas por el vicepresidente sirio, Faruk el Chara, a la "opinión" de cualquiera de los 23 millones de sirios que habitan el país -alguno menos con la ola de refugiados. "El Ejército sirio defiende su país", reaccionó El Zohbi, "y toma sus decisiones para hacer frente a los terroristas".

El vicepresidente El Chara, ausente de la vida pública desde el estallido de la revolución, es uno de los llamados a tener un papel esencial en un futuro gabinete de transición sin El Asad, si la vía política llega a buen puerto. Para que esto suceda, el enviado de la ONU y la Liga Árabe, el argelino Lakhdar Brahimi, en Siria desde el pasado domingo, ha prolongado su estancia en un esfuerzo por abrir el diálogo entre opositores y régimen. El Gobierno ruso, aliado aún del régimen sirio, ha informado de que Brahimi viajará el sábado a Moscú para seguir con la ronda de contactos.

En el trinchera, mientras el ELS trata de asegurar posiciones en la provincia de Hama, en el oeste del país, los bombardeos de la aviación siria sobre el norte causan nuevas matanzas de civiles. Según ha informado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una veintena de personas ha muerto en un ataque contra Al Qahtaniya, en la provincia de Raqqa. Entre las víctimas hay ocho niños y tres mujeres. Activistas ligados al OSDH han colgado en la Red un vídeo en el que se muestran, supuestamente, los cuerpos apilados de esta nueva matanza.

El OSDH ha elevado este miércoles la cifra de muertos en 21 meses de revuelta hasta los alrededor de 45.000, de los que 30.000 serían víctimas civiles.

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