Guerra en Siria no terminará si partes se rehúsan a conversar: enviado
Azaz, Reuters
El negociador de paz para Siria conversó con representantes de otros países el domingo para que presionen a las partes en conflicto a que accedan a negociar, advirtiendo que el país se convertiría en un Estado fallido gobernado por caudillos a menos que se dé opción a la diplomacia.
Lakhdar Brahimi, quien heredó la aparentemente imposible tarea de poner fin a la guerra después de que su antecesor Kofi Annan renunció en julio debido a su frustración, ha lanzado una intensa campaña diplomática para conseguir respaldo al plan de paz.
El pasó cinco días esta semana en Damasco, donde se reunió con el presidente Bashar al-Assad. El sábado visitó Rusia, el principal aliado internacional de Moscú, y el domingo viajó a El Cairo, donde el presidente Mohamed Mursi ha surgido como uno de los más abiertos críticos árabes de Assad.
"El problema es que las dos partes no están hablando entre sí", sostuvo. "Aquí es donde se necesita ayuda del exterior", agregó.
El plan de paz de Brahimi -que heredó de Annan y al que accedieron en principio en Ginebra tanto países que se oponen y que respaldan a Assad- tiene la aparente falla fatal de no mencionar si el presidente debería dejar el poder.
Los oponentes del líder sirio, quienes han capturado gran parte del norte y este del país en los últimos seis meses, dicen que no cesarán sus ataques ni se sumarán a las negociaciones a menos que Assad se vaya y han rechazado la iniciativa de Brahimi.
Pero Brahimi dice que el plan es el único sobre la mesa, y predice el "infierno" si los países no presionan a ambas partes para que negocien.
"La situación en Siria es mala, muy, muy mala, y está empeorando, y el ritmo de agravamiento está aumentando", dijo Brahimi a reporteros.
"La gente está hablando sobre que Siria va a ser dividida en varios estados pequeños (...) Eso no es lo que va a ocurrir. Lo que va a suceder es una somalización: caudillos". Somalia ha carecido de un gobierno central efectivo desde que surgió una guerra civil en el país en 1991.
Más de 45.000 personas han muerto en la guerra de 21 meses de Siria, una de las más prolongadas y letales revueltas que comenzaron a recorrer el mundo árabe hace dos años.
Los rebeldes son principalmente de la mayoría musulmana sunita, y se enfrentan a Assad, un miembro de la rama alauita del Islam chiíta, lo que da a la guerra una peligrosa dimensión sectaria.
Los rebeldes creen cada vez más que sus éxitos militares del último año los están acercando a la victoria. Pero las fuerza de Assad aún tienen el control del densamente poblado suroeste del país, la principal carretera de norte a sur y la costa del Mediterráneo en el noroeste.
El Gobierno también tiene bases aéreas repartidas por el país, y tiene un arsenal que incluye jets, helicópteros, misiles y artillería que los combatientes no pueden igualar.
Las tropas del Gobierno lograron una victoria el sábado después de varios días de combate, capturando un distrito sunita en Homs, un pueblo del centro del país que controla el camino vital que une a Damasco con la costa.
Activistas de la oposición dijeron el domingo que muchas personas habían muerto en el distrito de Deir Baalbeh después de que fue capturado, aunque no fue posible verificar inmediatamente las versiones de que había ocurrido una "masacre". La opositora Red Siria para los Derechos Humanos dijo que documentó las ejecuciones sumarias de 17 hombres.
"Ellos eran jóvenes y viejos, en su mayoría refugiados que habían huido a Deir Baalbeh desde partes del centro de Homs", dijo la agrupación en un comunicado. Imágenes tomadas por activistas mostraban los cuerpos de ocho hombres con lo que parecían ver heridas de bala en la cara y la cabeza.
Con las severas restricciones impuestas por las autoridades sirias a los medios independientes desde que comenzó el alzamiento en marzo del año pasado, no fue posible confirmar las imágenes.
El negociador de paz para Siria conversó con representantes de otros países el domingo para que presionen a las partes en conflicto a que accedan a negociar, advirtiendo que el país se convertiría en un Estado fallido gobernado por caudillos a menos que se dé opción a la diplomacia.
Lakhdar Brahimi, quien heredó la aparentemente imposible tarea de poner fin a la guerra después de que su antecesor Kofi Annan renunció en julio debido a su frustración, ha lanzado una intensa campaña diplomática para conseguir respaldo al plan de paz.
El pasó cinco días esta semana en Damasco, donde se reunió con el presidente Bashar al-Assad. El sábado visitó Rusia, el principal aliado internacional de Moscú, y el domingo viajó a El Cairo, donde el presidente Mohamed Mursi ha surgido como uno de los más abiertos críticos árabes de Assad.
"El problema es que las dos partes no están hablando entre sí", sostuvo. "Aquí es donde se necesita ayuda del exterior", agregó.
El plan de paz de Brahimi -que heredó de Annan y al que accedieron en principio en Ginebra tanto países que se oponen y que respaldan a Assad- tiene la aparente falla fatal de no mencionar si el presidente debería dejar el poder.
Los oponentes del líder sirio, quienes han capturado gran parte del norte y este del país en los últimos seis meses, dicen que no cesarán sus ataques ni se sumarán a las negociaciones a menos que Assad se vaya y han rechazado la iniciativa de Brahimi.
Pero Brahimi dice que el plan es el único sobre la mesa, y predice el "infierno" si los países no presionan a ambas partes para que negocien.
"La situación en Siria es mala, muy, muy mala, y está empeorando, y el ritmo de agravamiento está aumentando", dijo Brahimi a reporteros.
"La gente está hablando sobre que Siria va a ser dividida en varios estados pequeños (...) Eso no es lo que va a ocurrir. Lo que va a suceder es una somalización: caudillos". Somalia ha carecido de un gobierno central efectivo desde que surgió una guerra civil en el país en 1991.
Más de 45.000 personas han muerto en la guerra de 21 meses de Siria, una de las más prolongadas y letales revueltas que comenzaron a recorrer el mundo árabe hace dos años.
Los rebeldes son principalmente de la mayoría musulmana sunita, y se enfrentan a Assad, un miembro de la rama alauita del Islam chiíta, lo que da a la guerra una peligrosa dimensión sectaria.
Los rebeldes creen cada vez más que sus éxitos militares del último año los están acercando a la victoria. Pero las fuerza de Assad aún tienen el control del densamente poblado suroeste del país, la principal carretera de norte a sur y la costa del Mediterráneo en el noroeste.
El Gobierno también tiene bases aéreas repartidas por el país, y tiene un arsenal que incluye jets, helicópteros, misiles y artillería que los combatientes no pueden igualar.
Las tropas del Gobierno lograron una victoria el sábado después de varios días de combate, capturando un distrito sunita en Homs, un pueblo del centro del país que controla el camino vital que une a Damasco con la costa.
Activistas de la oposición dijeron el domingo que muchas personas habían muerto en el distrito de Deir Baalbeh después de que fue capturado, aunque no fue posible verificar inmediatamente las versiones de que había ocurrido una "masacre". La opositora Red Siria para los Derechos Humanos dijo que documentó las ejecuciones sumarias de 17 hombres.
"Ellos eran jóvenes y viejos, en su mayoría refugiados que habían huido a Deir Baalbeh desde partes del centro de Homs", dijo la agrupación en un comunicado. Imágenes tomadas por activistas mostraban los cuerpos de ocho hombres con lo que parecían ver heridas de bala en la cara y la cabeza.
Con las severas restricciones impuestas por las autoridades sirias a los medios independientes desde que comenzó el alzamiento en marzo del año pasado, no fue posible confirmar las imágenes.