Era de glaciación económica en los Balcanes
Las turbulencias europeas se traducen en contracción de las exportaciones, de la inversión exterior, del crédito y las remesas
A. RIZZI
Madrid, El País
La era de glaciación económica que aturde media Europa desde hace un lustro está causando graves efectos colaterales en los países surgidos de la disolución de la ex-Yugoslavia. Prácticamente todos ellos sufren sus consecuencias, que, en esta región, se suman a problemas internos de varia índole. Las turbulencias europeas se traducen en esta zona en contracción de las exportaciones, de la inversión exterior, del crédito disponible y de las remesas de los emigrantes. Un auténtico mazazo económico que, naturalmente, tiene una nefasta repercusión sobre la estabilidad política.
Serbia y Croacia –junto con Eslovenia, las mayores economías de la región- se hallan en circunstancias económicas muy graves, que inciden sobre una población con niveles de renta y servicios sociales muy inferiores a la media europea.
Croacia, que el próximo mes de julio se convertirá en el país miembro número 28 de la Unión Europea, lleva prácticamente cuatro años seguidos en recesión, con una caída acumulada que supera los diez puntos porcentuales de PIB. Los buenos resultados del sector turístico no logran paliar la debacle. Al menos, Zagreb tiene bastante controladas las cuentas públicas, con un déficit que ronda el 3% del PIB.
Serbia también se halla en plena recesión. El Banco Mundial vaticina una contracción para este año del 2,5% del PIB. En el caso serbio, la situación es agravada por una tasa de paro que ronda el 25%, y un déficit que para este año se prevé superior al 6% del PIB.
Este duro entorno económico y la caída de la demanda propiciaron a principios de este año un episodio que es todo un emblema: US Steel declaró en quiebra la enorme planta de Smederevo –más de 5.000 empleados, a unos 30 kilómetros al este de Belgrado-, que había adquirido en 2003, y la vendió al Gobierno serbio por la simbólica cifra de 1 dólar. El Ejecutivo local está intentando por todos los medios, con escaso éxito, mantener en vida la planta y el empleo. Estas dramáticas circunstancias son la principal clave de lectura de la victoria del nacionalista Tomislav Nikolic en las presidenciales celebradas el pasado mes de mayo.
Los demás países brotados de la ex-Yugoslavia también atraviesan dificultades. Aunque varios de ellos no estén técnicamente en recesión, sus anémicos crecimientos son insuficientes para reducir las descomunales tasas de paro que amargan la región. El colapso de Grecia tiene un duro impacto en el arco sur de la zona, con la excepción de Kosovo, una economía menos integrada y por tanto menos expuesta a las consecuencias de turbulencias externas.
A. RIZZI
Madrid, El País
La era de glaciación económica que aturde media Europa desde hace un lustro está causando graves efectos colaterales en los países surgidos de la disolución de la ex-Yugoslavia. Prácticamente todos ellos sufren sus consecuencias, que, en esta región, se suman a problemas internos de varia índole. Las turbulencias europeas se traducen en esta zona en contracción de las exportaciones, de la inversión exterior, del crédito disponible y de las remesas de los emigrantes. Un auténtico mazazo económico que, naturalmente, tiene una nefasta repercusión sobre la estabilidad política.
Serbia y Croacia –junto con Eslovenia, las mayores economías de la región- se hallan en circunstancias económicas muy graves, que inciden sobre una población con niveles de renta y servicios sociales muy inferiores a la media europea.
Croacia, que el próximo mes de julio se convertirá en el país miembro número 28 de la Unión Europea, lleva prácticamente cuatro años seguidos en recesión, con una caída acumulada que supera los diez puntos porcentuales de PIB. Los buenos resultados del sector turístico no logran paliar la debacle. Al menos, Zagreb tiene bastante controladas las cuentas públicas, con un déficit que ronda el 3% del PIB.
Serbia también se halla en plena recesión. El Banco Mundial vaticina una contracción para este año del 2,5% del PIB. En el caso serbio, la situación es agravada por una tasa de paro que ronda el 25%, y un déficit que para este año se prevé superior al 6% del PIB.
Este duro entorno económico y la caída de la demanda propiciaron a principios de este año un episodio que es todo un emblema: US Steel declaró en quiebra la enorme planta de Smederevo –más de 5.000 empleados, a unos 30 kilómetros al este de Belgrado-, que había adquirido en 2003, y la vendió al Gobierno serbio por la simbólica cifra de 1 dólar. El Ejecutivo local está intentando por todos los medios, con escaso éxito, mantener en vida la planta y el empleo. Estas dramáticas circunstancias son la principal clave de lectura de la victoria del nacionalista Tomislav Nikolic en las presidenciales celebradas el pasado mes de mayo.
Los demás países brotados de la ex-Yugoslavia también atraviesan dificultades. Aunque varios de ellos no estén técnicamente en recesión, sus anémicos crecimientos son insuficientes para reducir las descomunales tasas de paro que amargan la región. El colapso de Grecia tiene un duro impacto en el arco sur de la zona, con la excepción de Kosovo, una economía menos integrada y por tanto menos expuesta a las consecuencias de turbulencias externas.