La eurozona busca un acuerdo para que el FMI siga en el rescate de Grecia
Los socios del euro intentan ganar tiempo sin una quita
La sostenibilidad de la deuda a largo plazo es el punto de conflicto
Claudi Pérez / Luis Doncel
Bruselas, El País
¿Es la crisis que padece Grecia solo económica? Tres años después de su arranque, la eurozona discutía este martes cómo dar una patada adelante al problema griego con la suficiente diplomacia como para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no abandone el barco. La crisis de Grecia, al igual que la del euro, es ya eminentemente política. Y aun así los ministros de Economía y Finanzas de los 17 países que comparten el euro se empeñan en tratar de buscarle una solución técnica para salir del paso sin traspasar tres líneas rojas: no rotundo a dar fondos adicionales a Atenas (al menos por ahora); no concluyente a una quita de la deuda pública (de nuevo, al menos a día de hoy); y no categórico, esta vez definitivo, a una suspensión de pagos y a una salida del euro.
El presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, fue optimista este martes a su entrada a la reunión: ve “buenas posibilidades” para desbloquear el tramo de ayuda urgente a Grecia para evitar la asfixia del Gobierno de Antonis Samarás, que aparentemente ha hecho todo lo que debía –el ya tradicional paquete de última hora de recortes y reformas— y no tienen asegurado al 100% el dinero. El acuerdo es más que factible, pero el diablo está en los detalles: el FMI y los socios del euro han aireado públicamente sus diferencias acerca de cómo hay que encarar las dificultades en Atenas para resolver el asunto de una vez por todas.
Encima de la mesa está la discusión sobre cómo y cuándo dar el dinero a Grecia. También, sobre las consecuencias de conceder dos años más para cumplir con sus objetivos de déficit. Y por último, el punto más espinoso: cómo asegurar la sostenibilidad de la deuda pública helena; es decir, cómo conseguir que en algún momento la deuda se estabilice en un nivel razonable que no pese como una losa sobre la maltrecha economía griega. Lo que sigue es un resumen de las posiciones de la Comisión, del Eurogrupo, del BCE y del FMI.
-- Próximo tramo de ayudas urgentes. Se baraja la posibilidad de dar a Grecia 31.300 millones de euros del fondo de rescate o incluso 44.000 –lo que supondría juntar los dos próximos tramos de las ayudas—ante la constatación de que en las arcas públicas griegas los fondos pueden acabarse en cualquier momento. Atenas preferiría la segunda opción y argumenta que ha hecho sus deberes. Una vez haya un acuerdo en el Eurogrupo, sin embargo, la concesión de los fondos no es inmediata: primero hay que pasar por varios Parlamentos nacionales; se espera que ese paso, ineludible en casos como el alemán o el finlandés, esté listo para el 30 de noviembre. El 3 de diciembre debería producirse la decisión final del Eurogrupo; el 4 de diciembre, la Comisión y el Gobierno de Samarás deberían firmar un nuevo memorando de entendimiento, con las inevitables condiciones, y al día siguiente el dinero llegaría a Atenas.
--Dos años más y sus consecuencias. La eurozona está de acuerdo en dar dos años más a Grecia para cumplir con el 3% de déficit; en lugar de 2014, se pospone ese objetivo a 2016 para suavizar las medidas de austeridad necesarias y no asfixiar la economía. El problema es que alargar esos plazos supone unas necesidades de fondos adicionales de 32.000 millones para Atenas: 15.000 millones hasta 2014 y 17.000 millones adicionales hasta 2016. Fuentes del Eurogrupo barajaban este martes la opción de ofrecer una solución solo hasta 2014 y dejar para más adelante el resto. Los socios europeos niegan una y otra vez la posibilidad de conceder fondos adicionales a Atenas, pero el BCE ya ha asegurado este fin de semana que no sería descabellado pensar en un tercer paquete de rescate para Grecia en 2014. Es decir, después de las elecciones alemanas de otoño del año próximo.
--Deuda sostenible: reestructuración (o no). El FMI asegura que para que Grecia ponga las cosas en orden necesita que su deuda pública sea del 120% del PIB en 2020. El problema es que el endeudamiento griego está desbocado y supera ya el 180%. El FMI quiere dejar intactos esos números: el 120% en 2020, pero para ello sería imprescindible una reestructuración de la deuda pública, básicamente en manos de los socios europeos, que no quieren ver ni en pintura esa posibilidad porque les exigiría rascarse el bolsillo. "Hay un menú de alternativas para aliviar el peso de la deuda griega y vamos a intentar que no haya quita", dijo este martes el ministro Luis de Guindos antes de comenzar la discusión con sus colegas. El Eurogrupo ya debatió hace una semana dar más tiempo a Grecia para alcanzar ese nivel de sostenibilidad, concretamente hasta 2022 (aunque ya se rumorea incluso con 2032), algo que el FMI rechaza. Ahí están las principales diferencias en la negociación. Fuentes europeas apuntan a que finalmente se alcanzará un acuerdo de compromiso –probablemente más adelante— que incluya reducciones en los tipos de interés que paga Grecia, recompras de bonos con el dinero de las ayudas y ampliaciones de los plazos de vencimiento; cualquier cosa con el objetivo de evitar una quita. Sin embargo, el Bundesbank alemán ya habla de la posibilidad de una reestructuración en toda regla, siempre que Grecia haga todos sus deberes con las reformas, los recortes y la retahíla de privatizaciones que tiene por delante. Es decir, de nuevo una vez hayan pasado las elecciones alemanas de otoño de 2013.
La sostenibilidad de la deuda a largo plazo es el punto de conflicto
Claudi Pérez / Luis Doncel
Bruselas, El País
¿Es la crisis que padece Grecia solo económica? Tres años después de su arranque, la eurozona discutía este martes cómo dar una patada adelante al problema griego con la suficiente diplomacia como para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no abandone el barco. La crisis de Grecia, al igual que la del euro, es ya eminentemente política. Y aun así los ministros de Economía y Finanzas de los 17 países que comparten el euro se empeñan en tratar de buscarle una solución técnica para salir del paso sin traspasar tres líneas rojas: no rotundo a dar fondos adicionales a Atenas (al menos por ahora); no concluyente a una quita de la deuda pública (de nuevo, al menos a día de hoy); y no categórico, esta vez definitivo, a una suspensión de pagos y a una salida del euro.
El presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, fue optimista este martes a su entrada a la reunión: ve “buenas posibilidades” para desbloquear el tramo de ayuda urgente a Grecia para evitar la asfixia del Gobierno de Antonis Samarás, que aparentemente ha hecho todo lo que debía –el ya tradicional paquete de última hora de recortes y reformas— y no tienen asegurado al 100% el dinero. El acuerdo es más que factible, pero el diablo está en los detalles: el FMI y los socios del euro han aireado públicamente sus diferencias acerca de cómo hay que encarar las dificultades en Atenas para resolver el asunto de una vez por todas.
Encima de la mesa está la discusión sobre cómo y cuándo dar el dinero a Grecia. También, sobre las consecuencias de conceder dos años más para cumplir con sus objetivos de déficit. Y por último, el punto más espinoso: cómo asegurar la sostenibilidad de la deuda pública helena; es decir, cómo conseguir que en algún momento la deuda se estabilice en un nivel razonable que no pese como una losa sobre la maltrecha economía griega. Lo que sigue es un resumen de las posiciones de la Comisión, del Eurogrupo, del BCE y del FMI.
-- Próximo tramo de ayudas urgentes. Se baraja la posibilidad de dar a Grecia 31.300 millones de euros del fondo de rescate o incluso 44.000 –lo que supondría juntar los dos próximos tramos de las ayudas—ante la constatación de que en las arcas públicas griegas los fondos pueden acabarse en cualquier momento. Atenas preferiría la segunda opción y argumenta que ha hecho sus deberes. Una vez haya un acuerdo en el Eurogrupo, sin embargo, la concesión de los fondos no es inmediata: primero hay que pasar por varios Parlamentos nacionales; se espera que ese paso, ineludible en casos como el alemán o el finlandés, esté listo para el 30 de noviembre. El 3 de diciembre debería producirse la decisión final del Eurogrupo; el 4 de diciembre, la Comisión y el Gobierno de Samarás deberían firmar un nuevo memorando de entendimiento, con las inevitables condiciones, y al día siguiente el dinero llegaría a Atenas.
--Dos años más y sus consecuencias. La eurozona está de acuerdo en dar dos años más a Grecia para cumplir con el 3% de déficit; en lugar de 2014, se pospone ese objetivo a 2016 para suavizar las medidas de austeridad necesarias y no asfixiar la economía. El problema es que alargar esos plazos supone unas necesidades de fondos adicionales de 32.000 millones para Atenas: 15.000 millones hasta 2014 y 17.000 millones adicionales hasta 2016. Fuentes del Eurogrupo barajaban este martes la opción de ofrecer una solución solo hasta 2014 y dejar para más adelante el resto. Los socios europeos niegan una y otra vez la posibilidad de conceder fondos adicionales a Atenas, pero el BCE ya ha asegurado este fin de semana que no sería descabellado pensar en un tercer paquete de rescate para Grecia en 2014. Es decir, después de las elecciones alemanas de otoño del año próximo.
--Deuda sostenible: reestructuración (o no). El FMI asegura que para que Grecia ponga las cosas en orden necesita que su deuda pública sea del 120% del PIB en 2020. El problema es que el endeudamiento griego está desbocado y supera ya el 180%. El FMI quiere dejar intactos esos números: el 120% en 2020, pero para ello sería imprescindible una reestructuración de la deuda pública, básicamente en manos de los socios europeos, que no quieren ver ni en pintura esa posibilidad porque les exigiría rascarse el bolsillo. "Hay un menú de alternativas para aliviar el peso de la deuda griega y vamos a intentar que no haya quita", dijo este martes el ministro Luis de Guindos antes de comenzar la discusión con sus colegas. El Eurogrupo ya debatió hace una semana dar más tiempo a Grecia para alcanzar ese nivel de sostenibilidad, concretamente hasta 2022 (aunque ya se rumorea incluso con 2032), algo que el FMI rechaza. Ahí están las principales diferencias en la negociación. Fuentes europeas apuntan a que finalmente se alcanzará un acuerdo de compromiso –probablemente más adelante— que incluya reducciones en los tipos de interés que paga Grecia, recompras de bonos con el dinero de las ayudas y ampliaciones de los plazos de vencimiento; cualquier cosa con el objetivo de evitar una quita. Sin embargo, el Bundesbank alemán ya habla de la posibilidad de una reestructuración en toda regla, siempre que Grecia haga todos sus deberes con las reformas, los recortes y la retahíla de privatizaciones que tiene por delante. Es decir, de nuevo una vez hayan pasado las elecciones alemanas de otoño de 2013.