La economía le despeja el camino a Obama
El presidente de EE UU y el candidato republicano sostienen un último duelo sobre el empleo
Antonio Caño
Washington, El País
Al borde ya del cierre de la campaña, Barack Obama y Mitt Romney han sostenido un último duelo sobre el estado de la economía, que, igual que los sondeos, no da argumentos decisivos para la victoria de uno u otro candidato, aunque sí, igual que los sondeos, algunos signos más esperanzadores para el presidente que para su rival. Los datos oficiales muestran que en octubre se han creado más empleos que en los ocho meses anteriores, lo que la mayoría de los expertos interpretan como un síntoma de que Estados Unidos está en el camino de una consistente recuperación.
El Departamento de Trabajo ha informado que en el último mes se han creado más de 170.000 puestos de trabajo, todos ellos en el sector privado, aunque el índice de desempleo subió de 7,8% a 7,9% debido a que más personas se sumaron a la búsqueda de empleo, lo que, al mismo tiempo, es una muestra de optimismo sobre la situación económica. Unido a la cifra conocida la semana pasada de un crecimiento del 2% del PIB, ese dato demuestra que los norteamericanos acudirán a las urnas en un clima económico mucho más positivo, aunque no óptimo.
En un mitin en Ohio, Obama ha destacado todos los aspectos favorables de esta situación: 29 meses consecutivos de creación de empleos, 5,5 millones de puestos de trabajo creados desde que llegó a la presidencia en medio de una gigantesca recesión.
En un mitin en Wisconsin, Romney ha destacado todos los aspectos negativos: el paro es hoy mayor que cuando Obama asumió la presidencia y hay menos norteamericanos trabajando hoy que en ningún otro momento de las últimas cuatro décadas.
Ambas campañas tiene munición para sus tres últimos días. Pero lo más relevante de los datos hechos públicos este viernes es que no le sirven al candidato republicano para desmentir la tesis del presidente de que el país se encuentra en el buen camino, y no le sirven, por tanto, para provocar el vuelco que necesita para ganar las elecciones en los estados decisivos.
Obama será el presidente que acudirá a la reelección con la tasa de desempleo más alta desde Franklin D. Roosevelt. Pero, previamente, su campaña ha hecho un buen trabajo en convencer a los votantes de que lo conseguido es bastante, teniendo en cuenta el estado en que el Partido Republicano había dejado al país. Un 51% de los ciudadanos, según una encuesta de ABC-The Washington Post, todavía culpa a la anterior Administración de George Bush de los males económicos del país.
Romney sigue teniendo a su favor que un mayor número de personas creen que la economía mejoraría más con él que con Obama -54% frente a 47%, según la misma encuesta-. Pero, si se le añade el matiz de que solo un 19% está “muy confiado” en Romney, por un 21% que lo está por Obama, no parece eso una diferencia suficiente como para compensar otras carencias del aspirante y tener un impacto definitivo en los resultados electorales.
Por lo que, en suma, la campaña está, esencialmente, este viernes igual que ayer jueves. Es decir, favorable para Obama, que tiene ventaja en la mayoría de los estados decisivos y está ya también ligeramente por encima en el voto popular en el conjunto del país, según las medias que elaboran CNN y la página web Real Clear Politics.
Pocos factores previsibles quedan ya por delante en el escaso tiempo que resta para variar esta situación. La esperanza de los republicanos es que las encuestas estén equivocadas en Ohio, Virginia, Wisconsin, Nevada, Colorado, Iowa, New Hampshire, estados todos ellos en los que Obama ha cobrado ventaja en las últimas 48 horas. No es descartable, teniendo en cuenta que la diferencia no es superior a cinco puntos en ningún caso. Pero son muchas las encuestas que tienen que estar equivocadas para que Romney obtenga la victoria. A Obama le bastarían la mitad de esos estados para continuar en la Casa Blanca.
La economía será el argumento final de esta campaña, como fue el de su comienzo. Y la economía parece ser el principal motivo de preocupación de quienes aún permanecen indecisos. A estas alturas, la gran mayoría tiene claro su voto –de hecho, ya han votado más de 20 millones de los 170 millones registrados para hacerlo-. Los que aún dudan, lo hacen, fundamentalmente, porque no están satisfechos de su situación económica pero no tienen claro que Romney sea la mejor alternativa. Si el candidato republicano es capaz de despejar las reticencias que despierta entre esos electores, todavía podría alcanzar su objetivo.
En cualquier caso, nos esperan tres días intensos por delante. La campaña de Obama, que no da la batalla por ganada, ni mucho menos, está movilizando a todo su amplio ejército de voluntarios para asegurarse que cada uno de los votos a favor del presidente acaba en las urnas. Los republicanos siempre cuentan de partida con la ventaja de un electorado más fiel y garantizado. Los republicanos, tradicionalmente, votan más que los demócratas. De más alto grado de educación, más estables en su residencia, de más edad y nivel de ingresos, el electorado republicano encuentra también más facilidades para votar que el demócrata, perjudicado por un sistema complicado que penaliza los cambios de domicilio y la falta de interés en el voto.
Antonio Caño
Washington, El País
Al borde ya del cierre de la campaña, Barack Obama y Mitt Romney han sostenido un último duelo sobre el estado de la economía, que, igual que los sondeos, no da argumentos decisivos para la victoria de uno u otro candidato, aunque sí, igual que los sondeos, algunos signos más esperanzadores para el presidente que para su rival. Los datos oficiales muestran que en octubre se han creado más empleos que en los ocho meses anteriores, lo que la mayoría de los expertos interpretan como un síntoma de que Estados Unidos está en el camino de una consistente recuperación.
El Departamento de Trabajo ha informado que en el último mes se han creado más de 170.000 puestos de trabajo, todos ellos en el sector privado, aunque el índice de desempleo subió de 7,8% a 7,9% debido a que más personas se sumaron a la búsqueda de empleo, lo que, al mismo tiempo, es una muestra de optimismo sobre la situación económica. Unido a la cifra conocida la semana pasada de un crecimiento del 2% del PIB, ese dato demuestra que los norteamericanos acudirán a las urnas en un clima económico mucho más positivo, aunque no óptimo.
En un mitin en Ohio, Obama ha destacado todos los aspectos favorables de esta situación: 29 meses consecutivos de creación de empleos, 5,5 millones de puestos de trabajo creados desde que llegó a la presidencia en medio de una gigantesca recesión.
En un mitin en Wisconsin, Romney ha destacado todos los aspectos negativos: el paro es hoy mayor que cuando Obama asumió la presidencia y hay menos norteamericanos trabajando hoy que en ningún otro momento de las últimas cuatro décadas.
Ambas campañas tiene munición para sus tres últimos días. Pero lo más relevante de los datos hechos públicos este viernes es que no le sirven al candidato republicano para desmentir la tesis del presidente de que el país se encuentra en el buen camino, y no le sirven, por tanto, para provocar el vuelco que necesita para ganar las elecciones en los estados decisivos.
Obama será el presidente que acudirá a la reelección con la tasa de desempleo más alta desde Franklin D. Roosevelt. Pero, previamente, su campaña ha hecho un buen trabajo en convencer a los votantes de que lo conseguido es bastante, teniendo en cuenta el estado en que el Partido Republicano había dejado al país. Un 51% de los ciudadanos, según una encuesta de ABC-The Washington Post, todavía culpa a la anterior Administración de George Bush de los males económicos del país.
Romney sigue teniendo a su favor que un mayor número de personas creen que la economía mejoraría más con él que con Obama -54% frente a 47%, según la misma encuesta-. Pero, si se le añade el matiz de que solo un 19% está “muy confiado” en Romney, por un 21% que lo está por Obama, no parece eso una diferencia suficiente como para compensar otras carencias del aspirante y tener un impacto definitivo en los resultados electorales.
Por lo que, en suma, la campaña está, esencialmente, este viernes igual que ayer jueves. Es decir, favorable para Obama, que tiene ventaja en la mayoría de los estados decisivos y está ya también ligeramente por encima en el voto popular en el conjunto del país, según las medias que elaboran CNN y la página web Real Clear Politics.
Pocos factores previsibles quedan ya por delante en el escaso tiempo que resta para variar esta situación. La esperanza de los republicanos es que las encuestas estén equivocadas en Ohio, Virginia, Wisconsin, Nevada, Colorado, Iowa, New Hampshire, estados todos ellos en los que Obama ha cobrado ventaja en las últimas 48 horas. No es descartable, teniendo en cuenta que la diferencia no es superior a cinco puntos en ningún caso. Pero son muchas las encuestas que tienen que estar equivocadas para que Romney obtenga la victoria. A Obama le bastarían la mitad de esos estados para continuar en la Casa Blanca.
La economía será el argumento final de esta campaña, como fue el de su comienzo. Y la economía parece ser el principal motivo de preocupación de quienes aún permanecen indecisos. A estas alturas, la gran mayoría tiene claro su voto –de hecho, ya han votado más de 20 millones de los 170 millones registrados para hacerlo-. Los que aún dudan, lo hacen, fundamentalmente, porque no están satisfechos de su situación económica pero no tienen claro que Romney sea la mejor alternativa. Si el candidato republicano es capaz de despejar las reticencias que despierta entre esos electores, todavía podría alcanzar su objetivo.
En cualquier caso, nos esperan tres días intensos por delante. La campaña de Obama, que no da la batalla por ganada, ni mucho menos, está movilizando a todo su amplio ejército de voluntarios para asegurarse que cada uno de los votos a favor del presidente acaba en las urnas. Los republicanos siempre cuentan de partida con la ventaja de un electorado más fiel y garantizado. Los republicanos, tradicionalmente, votan más que los demócratas. De más alto grado de educación, más estables en su residencia, de más edad y nivel de ingresos, el electorado republicano encuentra también más facilidades para votar que el demócrata, perjudicado por un sistema complicado que penaliza los cambios de domicilio y la falta de interés en el voto.