Evolución inquietante de la trata de personas en el sureste de Europa
BUCAREST, AFP
La trata de seres humanos experimenta una "inquietante" evolución en el sureste de Europa, con un aumento de todas las formas de explotación y, especialmente, las que afectan a los menores, según expertos reunidos el jueves y este viernes en Bucarest en una conferencia organizada por Francia y Rumania.
"Hay un aumento del tráfico y no solo para la explotación sexual", declaró Maria-Grazia Giammarinaro, representante para este tema de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Cada vez más mujeres, hombres y, especialmente, adolescentes y niños oriundos de países de los Balcanes, de Moldavia o de Ucrania son víctimas de redes que les obligan a prostituirse, a trabajar como esclavos, a mendigar o a cometer delitos.
Su destino suele ser la "vieja Europa", al oeste, pero también Rusia, Turquía, Chipre y las zonas turísticas en torno al Mar Negro, como Rumania o Bulgaria, y el Adriático, como Croacia o Montenegro.
"El fenómeno de la trata en el sudeste de Europa es preocupante porque la explotación de menores está aumentando. Las redes se centran en las personas más vulnerables", indicó a la AFP Erin Panloup, consejero regional para Francia en la lucha contra el tráfico de personas en el sudeste de Europa.
Los menores son obligados a prostituirse, a robar o a mendigar, explica este policía francés que recorrió 16 países de la región. En Rumania, la mayoría de las mujeres identificadas como víctimas de trata en 2011 tenían 16 años, según cifras oficiales.
Sin embargo, resulta difícil dar cifras precisas sobre el número de víctimas debido a la clandestinidad de estas actividades pero también a los diferentes métodos que se utilizan en Europa para contabilizar estos casos.
A pesar de ello, los participantes en esta conferencia organizada por Francia y Rumania aseguran que el fenómeno está aumentando.
Para combatirlo no hay que trabajar únicamente en la represión y en la colaboración entre las policías de los diferentes países. "La lucha contra la trata no puede prescindir de la cooperación con las ONG porque la asistencia y la protección de las víctimas es crucial", explica Panloup.
Presentes sobre el terreno, las ONG establecen contactos de confianza con las víctimas, primer paso para poner fin a la explotación. Solo una persona protegida aceptará testificar contra quienes la explotaron. La prevención también es fundamental pero difícil en una parte de Europa que sufre pobreza, un desigual acceso a la educación y al trabajo y una falta de cultura democrática, explicó Marian Titulescu, secretaria rumana de Estado de Interior.
"Tememos que los moldavos que trabajan en Europa occidental pierdan su empleo y caigan en redes de explotación", explica Yecaterina Berejan del Comité Nacional de Lucha contra la trata de Moldavia, el país más pobre de Europa, donde son reclutadas muchas de las víctimas.
"Los carteles de advertencia están bien, pero ¿qué se puede hacer en los guetos cuando las familias tienen unos ingresos mensuales de apenas 50 euros y una niña que se prostituye gana 200 euros por día?", se preguntó Valeriu Nicolae, que trabaja en un barrio desfavorecido de Bucarest. "¿Qué hacemos para impedir la trata, cuando no existe nada para estimular la creación de empleos en estas zonas o para ofrecer una alternativa?", insistió.
La trata de seres humanos experimenta una "inquietante" evolución en el sureste de Europa, con un aumento de todas las formas de explotación y, especialmente, las que afectan a los menores, según expertos reunidos el jueves y este viernes en Bucarest en una conferencia organizada por Francia y Rumania.
"Hay un aumento del tráfico y no solo para la explotación sexual", declaró Maria-Grazia Giammarinaro, representante para este tema de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Cada vez más mujeres, hombres y, especialmente, adolescentes y niños oriundos de países de los Balcanes, de Moldavia o de Ucrania son víctimas de redes que les obligan a prostituirse, a trabajar como esclavos, a mendigar o a cometer delitos.
Su destino suele ser la "vieja Europa", al oeste, pero también Rusia, Turquía, Chipre y las zonas turísticas en torno al Mar Negro, como Rumania o Bulgaria, y el Adriático, como Croacia o Montenegro.
"El fenómeno de la trata en el sudeste de Europa es preocupante porque la explotación de menores está aumentando. Las redes se centran en las personas más vulnerables", indicó a la AFP Erin Panloup, consejero regional para Francia en la lucha contra el tráfico de personas en el sudeste de Europa.
Los menores son obligados a prostituirse, a robar o a mendigar, explica este policía francés que recorrió 16 países de la región. En Rumania, la mayoría de las mujeres identificadas como víctimas de trata en 2011 tenían 16 años, según cifras oficiales.
Sin embargo, resulta difícil dar cifras precisas sobre el número de víctimas debido a la clandestinidad de estas actividades pero también a los diferentes métodos que se utilizan en Europa para contabilizar estos casos.
A pesar de ello, los participantes en esta conferencia organizada por Francia y Rumania aseguran que el fenómeno está aumentando.
Para combatirlo no hay que trabajar únicamente en la represión y en la colaboración entre las policías de los diferentes países. "La lucha contra la trata no puede prescindir de la cooperación con las ONG porque la asistencia y la protección de las víctimas es crucial", explica Panloup.
Presentes sobre el terreno, las ONG establecen contactos de confianza con las víctimas, primer paso para poner fin a la explotación. Solo una persona protegida aceptará testificar contra quienes la explotaron. La prevención también es fundamental pero difícil en una parte de Europa que sufre pobreza, un desigual acceso a la educación y al trabajo y una falta de cultura democrática, explicó Marian Titulescu, secretaria rumana de Estado de Interior.
"Tememos que los moldavos que trabajan en Europa occidental pierdan su empleo y caigan en redes de explotación", explica Yecaterina Berejan del Comité Nacional de Lucha contra la trata de Moldavia, el país más pobre de Europa, donde son reclutadas muchas de las víctimas.
"Los carteles de advertencia están bien, pero ¿qué se puede hacer en los guetos cuando las familias tienen unos ingresos mensuales de apenas 50 euros y una niña que se prostituye gana 200 euros por día?", se preguntó Valeriu Nicolae, que trabaja en un barrio desfavorecido de Bucarest. "¿Qué hacemos para impedir la trata, cuando no existe nada para estimular la creación de empleos en estas zonas o para ofrecer una alternativa?", insistió.