Una lección de la economía japonesa para la crisis
Mariko Oi
Los pequeños focos de los oftalmoscopios y retinoscopios se hacen aquí. Es la única compañía que los fabrica en Japón y una de las únicas en el mundo.
Pero pese a tener productos tan competitivos, las perspectivas de negocio de Hosobuchi no son halagüeñas.
"Desde el shock de Lehman (la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers), la demanda de nuestros productos ha caído y muchos negocios en nuestro barrio y en nuestra industria han fracasado", explicó el director de la compañía, Kenji Takahashi.
Las tasas de interés de Japón han estado próximas al 0% desde mediados de los años 90, pero esa medida no ha ofrecido una cura milagrosa.
"Las tasas de interés bajas nos facilitan los préstamos, así que lo agradecemos", asegura Takahashi.
"Pero la verdad es que no tenemos suficiente negocio o la necesidad de invertir para pedir el dinero prestado", dice en una afirmación que encuentra eco en muchas compañías que no ven la necesidad de pedir préstamos.
"El tamaño de la deuda corporativa incrementó del 147% del Producto Interior Bruto (PIB) en 1990 al 125% de 2000," explicó Jesper Koll, director de investigación en Japón del banco estadounidense JP Morgan.
"En 2011, esa cifra había caído al 99% del PIB", recuerda.
Para el empresario Takahashi, la fortaleza del yen es el mayor dolor de cabeza de la compañía.
Japón tuvo tasas de interés ultrabajas durante dos décadas para ayudar a los pequeños negocios.
"Desde 1998, cuando empezamos a vender nuestras bombillas al extranjero, el yen se ha fortalecido de 144 yenes por dólar estadounidense a 78 que es la tasa de cambio actual", apunta.
"Eso significa que el precio de nuestros productos se duplica para nuestros clientes extranjeros lo que, por supuesto, nos hace menos competitivos", lamenta Takahashi al explicar que el 75% de los beneficios de su compañía llegan de fuera de Japón.
Pero con los tipos de interés cercanos a cero, no hay posibilidad de más recortes que ayuden a devaluar el yen aún más.
"Parece que, a excepción de Japón, el resto de gobiernos del mundo están implementando políticas de devaluación", opina.
Yoshifumi Tachibana es un ejemplo de las personas a las que beneficia esta medida. A sus 32 años, se acaba de comprar un apartamento por 60 millones de yenes (menos de $US800.000) en el centro de Tokio.
"Me dijeron que si pagaba un 20% por adelantado conseguiría las mejores condiciones en la hipoteca, así que lo hice".
"Definitivamente, las bajas tasas de interés fueron uno de los factores que me impulsaron a comprar mi primera casa. Pedí prestados 47 millones de yenes y me metí en una hipoteca de 35 años con una tasa de interés del 0.075%", explica.
Pero pese a estas condiciones atractivas, el agente inmobiliario Hidetaka Miyazaki dice no haber visto un incremento en el número de compradores e inversores en los últimos 20 años, sobre todo en las afueras de las ciudades.
Según Miyazaki, la cultura de los japoneses de no "arriesgarse con su dinero" no ayuda en este sentido y es que aún están recientes los recuerdos del sufrimiento de muchos propietarios a principios de 1980, cuando explotó la burbuja inmobiliaria en el país y los precios se desplomaron.
"Si se fija en las estadísticas, las deudas de las familias -que se extraen de la suma de las hipotecas, las deudas de las tarjetas de crédito y los préstamos de automóviles- aumentaron de un 66% del PIB de Japón en 1990 al 74% en 2000", explica Koll.
Una cifra que bajó al 66% al final del año pasado, señala el directivo de JP Morgan, para quien el mayor beneficiario de las bajas tasas de interés es "el Ministerio de Finanzas y el gobierno".
En ese sentido, apunta que los préstamos del sector público aumentaron del 59% del PIB en 1990 al 131% en 2000, mientras que al final del año pasado esa cifra estaba en un 226%.
El tamaño de la deuda de Japón preocupa a los inversores y las agencias de calificación de riesgo internacionales han degradado su calidad crediticia.
Entonces, ¿qué lecciones podemos sacar del caso de Japón?
Para Koll, las bajas tasas de interés no impulsan la demanda privada ni a los emprendedores pero permiten al gobierno tener un rol "cada vez mayor en la economía".
"Hablando claro, las tasas bajas promueven el socialismo financiero y ahuyentan a los inversores y la iniciativa privada".
Y estas son precisamente las cualidades de las que Estados Unidos y otras economías occidentales presumen. No en vano, en esos países la demanda de los consumidores ha sido uno de los principales motores del crecimiento económico.
Desde el estallido de la crisis financiera, los bancos centrales de muchos países han bajado las tasas de interés para impulsar sus economías.
Ateniéndose a la experiencia japonesa, podría ser peor el remedio que la enfermedad.
BBC News, Tokio
El distrito de Arakawa, en el noreste de Tokio, estaba lleno de pequeñas fábricas. Hoy sólo quedan unas pocas.
Hosobuchi Electric Lamp es una de las sobrevivientes. Sus trabajadores están especializados en fabricar todo tipo de bombillas para equipos médicos.El distrito de Arakawa, en el noreste de Tokio, estaba lleno de pequeñas fábricas. Hoy sólo quedan unas pocas.
Los pequeños focos de los oftalmoscopios y retinoscopios se hacen aquí. Es la única compañía que los fabrica en Japón y una de las únicas en el mundo.
Pero pese a tener productos tan competitivos, las perspectivas de negocio de Hosobuchi no son halagüeñas.
"Desde el shock de Lehman (la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers), la demanda de nuestros productos ha caído y muchos negocios en nuestro barrio y en nuestra industria han fracasado", explicó el director de la compañía, Kenji Takahashi.
Menos préstamos
En parte para ayudar a pequeños negocios como Hosobuchi, el Banco Central de Japón ha mantenido las tasas de interés bajas para tratar de reducir el coste de sus préstamos.Las tasas de interés de Japón han estado próximas al 0% desde mediados de los años 90, pero esa medida no ha ofrecido una cura milagrosa.
"No tenemos suficiente negocio o la necesidad de invertir para pedir el dinero prestado"
Kenji Takahasi, director de Hosobuchi
"Pero la verdad es que no tenemos suficiente negocio o la necesidad de invertir para pedir el dinero prestado", dice en una afirmación que encuentra eco en muchas compañías que no ven la necesidad de pedir préstamos.
"El tamaño de la deuda corporativa incrementó del 147% del Producto Interior Bruto (PIB) en 1990 al 125% de 2000," explicó Jesper Koll, director de investigación en Japón del banco estadounidense JP Morgan.
"En 2011, esa cifra había caído al 99% del PIB", recuerda.
Más dolores de cabeza
Japón tuvo tasas de interés ultrabajas durante dos décadas para ayudar a los pequeños negocios.
"Desde 1998, cuando empezamos a vender nuestras bombillas al extranjero, el yen se ha fortalecido de 144 yenes por dólar estadounidense a 78 que es la tasa de cambio actual", apunta.
"Eso significa que el precio de nuestros productos se duplica para nuestros clientes extranjeros lo que, por supuesto, nos hace menos competitivos", lamenta Takahashi al explicar que el 75% de los beneficios de su compañía llegan de fuera de Japón.
Pero con los tipos de interés cercanos a cero, no hay posibilidad de más recortes que ayuden a devaluar el yen aún más.
"Parece que, a excepción de Japón, el resto de gobiernos del mundo están implementando políticas de devaluación", opina.
Compras de vivienda
Entonces, ¿quién sale ganando con las tasas de interés bajas?Yoshifumi Tachibana es un ejemplo de las personas a las que beneficia esta medida. A sus 32 años, se acaba de comprar un apartamento por 60 millones de yenes (menos de $US800.000) en el centro de Tokio.
"Definitivamente, las bajas tasas de interés fueron uno de los factores que me impulsaron a comprar mi primera casa. Pedí prestados 47 millones de yenes y me metí en una hipoteca de 35 años con una tasa de interés del 0.075%", explica.
Pero pese a estas condiciones atractivas, el agente inmobiliario Hidetaka Miyazaki dice no haber visto un incremento en el número de compradores e inversores en los últimos 20 años, sobre todo en las afueras de las ciudades.
Según Miyazaki, la cultura de los japoneses de no "arriesgarse con su dinero" no ayuda en este sentido y es que aún están recientes los recuerdos del sufrimiento de muchos propietarios a principios de 1980, cuando explotó la burbuja inmobiliaria en el país y los precios se desplomaron.
Socialismo financiero
Los préstamos en Japón aumentaron en la década de los 90, cuando Japón estaba bajando las tasas de interés para combatir la recesión económica, algo de lo que la gente se benefició al principio."Si se fija en las estadísticas, las deudas de las familias -que se extraen de la suma de las hipotecas, las deudas de las tarjetas de crédito y los préstamos de automóviles- aumentaron de un 66% del PIB de Japón en 1990 al 74% en 2000", explica Koll.
Una cifra que bajó al 66% al final del año pasado, señala el directivo de JP Morgan, para quien el mayor beneficiario de las bajas tasas de interés es "el Ministerio de Finanzas y el gobierno".
En ese sentido, apunta que los préstamos del sector público aumentaron del 59% del PIB en 1990 al 131% en 2000, mientras que al final del año pasado esa cifra estaba en un 226%.
El tamaño de la deuda de Japón preocupa a los inversores y las agencias de calificación de riesgo internacionales han degradado su calidad crediticia.
Entonces, ¿qué lecciones podemos sacar del caso de Japón?
"Hablando claro, las tasas bajas promueven el socialismo financiero y ahuyentan a los inversores y la iniciativa privada"
Jesper Koll, director de investigación de JP Morgan
"Hablando claro, las tasas bajas promueven el socialismo financiero y ahuyentan a los inversores y la iniciativa privada".
Y estas son precisamente las cualidades de las que Estados Unidos y otras economías occidentales presumen. No en vano, en esos países la demanda de los consumidores ha sido uno de los principales motores del crecimiento económico.
Desde el estallido de la crisis financiera, los bancos centrales de muchos países han bajado las tasas de interés para impulsar sus economías.
Ateniéndose a la experiencia japonesa, podría ser peor el remedio que la enfermedad.