Los nuevos líderes chinos se enfrentan a la inquietud que desata el ascenso del país
Xi Jinping y su equipo heredan el bloqueo de las negociaciones nucleares con Corea del Norte
Jose Reinoso
Pekín, El País
Desde que el presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, llegaron al poder hace casi una década, China se ha convertido en la segunda economía e interlocutor imprescindible en cualquiera de los conflictos que sacuden el mundo, desde Corea del Norte a Siria o Irak. Pekín ha realizado durante esta década una política exterior destinada a impulsar su desarrollo económico, consolidar el peso internacional que considera que le corresponde y promover un mundo multipolar para compensar la hegemonía estadounidense. Todo ello enmarcado en lo que ha denominado política de ascenso pacífico.
Pero el auge chino ha provocado inquietud en Washington y sus vecinos asiáticos, especialmente Japón, que ven con preocupación la cada vez mayor confianza en sí misma de China y su reafirmación como gran potencia. “En estos 10 años, no ha habido grandes logros ni grandes desastres en la política exterior china. Sus relaciones con el mundo en desarrollo han mejorado mucho. Sin embargo, las relaciones con algunos de sus vecinos como Japón y Filipinas se han deteriorado”, asegura Zhiqun Zhu, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Bucknell (Pensilvania).
La nueva generación de líderes que ascenderá al poder -con Xi Jinping a la cabeza, en la actualidad vicepresidente del país- en el congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) que comienza el 8 de noviembre tendrá que hacer frente a un entorno internacional complejo en medio de una crisis global. Los expertos creen que los líderes entrantes ejercerán una política exterior continuista, pero deberán prestar atención a los temores que su ascenso provoca en otros países para evitar enfrentamientos. Aseguran que su prioridad seguirá siendo la economía, mantener un entorno internacional estable que facilite su desarrollo y su comercio, y calmar las tensiones territoriales. Xi Jinping ha advertido que China continuará presionando para “reformar el sistema de gobierno mundial, con objeto de avanzar hacia un orden político y económico internacional más justo y equitativo”.
Esta es la situación con sus principales socios extranjeros y en los diferentes escenarios internacionales.
-- Estados Unidos. La relación entre Estados Unidos y China es probablemente la relación bilateral más importante del mundo. La primera y segunda economías del planeta tienen una relación de interdependencia y competitividad, que los convierte en socios y rivales a la vez. Estados Unidos tuvo en 2011 un déficit comercial con China de 295.500 millones de dólares. La insistencia por parte de Washington de que China mantiene su moneda artificialmente infravalorada para favorecer a sus empresas exportadoras –algo que Pekín niega-, las acusaciones de infracciones de la propiedad intelectual por parte china, la rivalidad militar en la región Asia-Pacífico, el apoyo de Pekín a regímenes enemigos de Estados Unidos, el proteccionismo comercial, las diferencias sobre derechos humanos y los contenciosos empresariales marcarán el trabajo de las administraciones que saldrán de las elecciones en Estados Unidos el 6 de noviembre y del congreso del PCCh días después.
-- Japón. En septiembre pasado, estallaron entre Pekín y Tokio las tensiones históricas por el pasado imperialista de Japón. Miles de personas protestaron en ciudades de toda China para reivindicar la soberanía sobre el archipiélago Diaoyu / (nombre en chino) Senkaku (en japonés), en el mar de China oriental. La crisis ha asestado un duro golpe a las relaciones diplomáticas y comerciales mutuas, y supone una amenaza para la estabilidad regional. China es el mayor socio comercial de Japón, a quien superó en 2010 como segunda economía del mundo, mientras que Japón es el tercero de China. Los intercambios bilaterales ascendieron a 342.900 millones de dólares el año pasado, según cifras chinas. Las manifestaciones nacionalistas chinas volvieron a recordar la fragilidad de las relaciones entre los dos vecinos, marcadas por el pasado colonial de Japón, y la rivalidad política y económica en Asia.
-- Mares del Sur de China y de China oriental. El conflicto con Tokio no es el único que tiene Pekín en los mares de Asia. También se disputa con Filipinas, Vietnam, Taiwán, Malasia y Brunei islas en al mar del Sur de China. La región se ha convertido en un punto potencial de conflicto armado. Las zonas en liza son ricas en recursos minerales y pesqueros y por ellas pasan vías de navegación vitales para el comercio global. Pekín, que reclama la soberanía sobre la práctica totalidad del mar del Sur de China, se opone a la internacionalización del conflicto y defiende una negociación bilateral, con países más pequeños, caso por caso. Washington ha advertido que garantizará la “libertad de navegación” en Asia.
-- Corea del Norte. Xi Jinping y su equipo heredan unas negociaciones para el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano paralizadas. Pekín declinó en septiembre pasado la petición del líder norcoreano, Kim Jong-un, de visitar China porque los dirigentes chinos estaban ocupados con la preparación del congreso del partido, y también, según fuentes citadas por la agencia Reuters, con objeto de presionar a Pyongyang para que abandone su programa de armas atómicas. Los analistas creen que la renuencia de Pekín a recibir a Kim puede deberse en parte a que Corea del Norte hizo caso omiso de las advertencias chinas para que no lanzara en abril pasado un misil de largo alcance, destinado, según Pyongyang, a colocar un satélite en órbita.
-- Irán y Siria. Pekín continúa negándose a la imposición de sanciones para resolver la crisis sobre el programa nuclear de Irán, porque, según afirma, no servirán de nada. Este mes, ha criticado las aprobadas por la Unión Europea y ha pedido más negociación. China es el mayor comprador de petróleo iraní. Estados Unidos y sus aliados acusan a Teherán de estar desarrollando armas atómicas. En lo que respecta al conflicto en Siria, Pekín ha vetado resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU que criticaban al Gobierno de Damasco y amenazaban con posibles sanciones. China, que se opone tradicionalmente a la injerencia extranjera, ha querido mostrar que no se alinea con ninguna de las partes y ha urgido al Gobierno sirio a que hable con la oposición y dé pasos para cumplir las peticiones de cambio político. También ha dicho que debería ser formado un Gobierno de transición.
-- Europa. Las relaciones entre China y Europa han experimentado un gran progreso en los dos últimos años. Ambas partes no tienen ningún conflicto grave, aunque haya algunos problemas como demandas antidumping. Según los investigadores chinos, Pekín y Europa comparten su visión de un “desarrollo pacífico” y un mundo multipolar. La Unión Europea (UE) es el mayor socio comercial de China y su principal destino exportador, mientras que China es el segundo socio para Europa después de Estados Unidos. El comercio entre China y la UE se ha cuadruplicado en los 10 últimos años, hasta alcanzar 428.000 millones de euros en 2011. Entre los puntos de fricción, destacan las diferencias comerciales y los derechos humanos. Pekín ve también con preocupación la crisis de la deuda europea, ya que ha afectado a sus exportaciones.
¿Qué deberían cambiar en su política exterior los nuevos dirigentes chinos en este panorama internacional? “Deberían hacer hincapié en los beneficios económicos mutuos sostenibles y a largo plazo de todos los países con los que se relaciona, y tener en cuenta que China tiene responsabilidades por ser una de las grandes potencias económicas del mundo”, asegura Hu Xiaobo, director del Centro de Estudios sobre China en la Universidad Clemson (Carolina del Sur).
Para Zhiqun Zhu, “China no tiene que cambiar mucho su política exterior. Quizás debería ser más activa en los asuntos internacionales y equilibrar sus políticas domésticas con sus responsabilidades internacionales”. Lo más urgente, según cree, es que Pekín “vuelva a centrarse en Asia y desarrolle relaciones fuertes con sus vecinos”. Con ello, quizás logre limar suspicacias y que la frase que pronunció en julio pasado Xi Jinping en el Foro Mundial de la Paz en Pekín -“Incluso cuando China se convierta en desarrollada en el futuro, nunca buscará la hegemonía”- les suene de forma diferente.
Jose Reinoso
Pekín, El País
Desde que el presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, llegaron al poder hace casi una década, China se ha convertido en la segunda economía e interlocutor imprescindible en cualquiera de los conflictos que sacuden el mundo, desde Corea del Norte a Siria o Irak. Pekín ha realizado durante esta década una política exterior destinada a impulsar su desarrollo económico, consolidar el peso internacional que considera que le corresponde y promover un mundo multipolar para compensar la hegemonía estadounidense. Todo ello enmarcado en lo que ha denominado política de ascenso pacífico.
Pero el auge chino ha provocado inquietud en Washington y sus vecinos asiáticos, especialmente Japón, que ven con preocupación la cada vez mayor confianza en sí misma de China y su reafirmación como gran potencia. “En estos 10 años, no ha habido grandes logros ni grandes desastres en la política exterior china. Sus relaciones con el mundo en desarrollo han mejorado mucho. Sin embargo, las relaciones con algunos de sus vecinos como Japón y Filipinas se han deteriorado”, asegura Zhiqun Zhu, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Bucknell (Pensilvania).
La nueva generación de líderes que ascenderá al poder -con Xi Jinping a la cabeza, en la actualidad vicepresidente del país- en el congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) que comienza el 8 de noviembre tendrá que hacer frente a un entorno internacional complejo en medio de una crisis global. Los expertos creen que los líderes entrantes ejercerán una política exterior continuista, pero deberán prestar atención a los temores que su ascenso provoca en otros países para evitar enfrentamientos. Aseguran que su prioridad seguirá siendo la economía, mantener un entorno internacional estable que facilite su desarrollo y su comercio, y calmar las tensiones territoriales. Xi Jinping ha advertido que China continuará presionando para “reformar el sistema de gobierno mundial, con objeto de avanzar hacia un orden político y económico internacional más justo y equitativo”.
Esta es la situación con sus principales socios extranjeros y en los diferentes escenarios internacionales.
-- Estados Unidos. La relación entre Estados Unidos y China es probablemente la relación bilateral más importante del mundo. La primera y segunda economías del planeta tienen una relación de interdependencia y competitividad, que los convierte en socios y rivales a la vez. Estados Unidos tuvo en 2011 un déficit comercial con China de 295.500 millones de dólares. La insistencia por parte de Washington de que China mantiene su moneda artificialmente infravalorada para favorecer a sus empresas exportadoras –algo que Pekín niega-, las acusaciones de infracciones de la propiedad intelectual por parte china, la rivalidad militar en la región Asia-Pacífico, el apoyo de Pekín a regímenes enemigos de Estados Unidos, el proteccionismo comercial, las diferencias sobre derechos humanos y los contenciosos empresariales marcarán el trabajo de las administraciones que saldrán de las elecciones en Estados Unidos el 6 de noviembre y del congreso del PCCh días después.
-- Japón. En septiembre pasado, estallaron entre Pekín y Tokio las tensiones históricas por el pasado imperialista de Japón. Miles de personas protestaron en ciudades de toda China para reivindicar la soberanía sobre el archipiélago Diaoyu / (nombre en chino) Senkaku (en japonés), en el mar de China oriental. La crisis ha asestado un duro golpe a las relaciones diplomáticas y comerciales mutuas, y supone una amenaza para la estabilidad regional. China es el mayor socio comercial de Japón, a quien superó en 2010 como segunda economía del mundo, mientras que Japón es el tercero de China. Los intercambios bilaterales ascendieron a 342.900 millones de dólares el año pasado, según cifras chinas. Las manifestaciones nacionalistas chinas volvieron a recordar la fragilidad de las relaciones entre los dos vecinos, marcadas por el pasado colonial de Japón, y la rivalidad política y económica en Asia.
-- Mares del Sur de China y de China oriental. El conflicto con Tokio no es el único que tiene Pekín en los mares de Asia. También se disputa con Filipinas, Vietnam, Taiwán, Malasia y Brunei islas en al mar del Sur de China. La región se ha convertido en un punto potencial de conflicto armado. Las zonas en liza son ricas en recursos minerales y pesqueros y por ellas pasan vías de navegación vitales para el comercio global. Pekín, que reclama la soberanía sobre la práctica totalidad del mar del Sur de China, se opone a la internacionalización del conflicto y defiende una negociación bilateral, con países más pequeños, caso por caso. Washington ha advertido que garantizará la “libertad de navegación” en Asia.
-- Corea del Norte. Xi Jinping y su equipo heredan unas negociaciones para el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano paralizadas. Pekín declinó en septiembre pasado la petición del líder norcoreano, Kim Jong-un, de visitar China porque los dirigentes chinos estaban ocupados con la preparación del congreso del partido, y también, según fuentes citadas por la agencia Reuters, con objeto de presionar a Pyongyang para que abandone su programa de armas atómicas. Los analistas creen que la renuencia de Pekín a recibir a Kim puede deberse en parte a que Corea del Norte hizo caso omiso de las advertencias chinas para que no lanzara en abril pasado un misil de largo alcance, destinado, según Pyongyang, a colocar un satélite en órbita.
-- Irán y Siria. Pekín continúa negándose a la imposición de sanciones para resolver la crisis sobre el programa nuclear de Irán, porque, según afirma, no servirán de nada. Este mes, ha criticado las aprobadas por la Unión Europea y ha pedido más negociación. China es el mayor comprador de petróleo iraní. Estados Unidos y sus aliados acusan a Teherán de estar desarrollando armas atómicas. En lo que respecta al conflicto en Siria, Pekín ha vetado resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU que criticaban al Gobierno de Damasco y amenazaban con posibles sanciones. China, que se opone tradicionalmente a la injerencia extranjera, ha querido mostrar que no se alinea con ninguna de las partes y ha urgido al Gobierno sirio a que hable con la oposición y dé pasos para cumplir las peticiones de cambio político. También ha dicho que debería ser formado un Gobierno de transición.
-- Europa. Las relaciones entre China y Europa han experimentado un gran progreso en los dos últimos años. Ambas partes no tienen ningún conflicto grave, aunque haya algunos problemas como demandas antidumping. Según los investigadores chinos, Pekín y Europa comparten su visión de un “desarrollo pacífico” y un mundo multipolar. La Unión Europea (UE) es el mayor socio comercial de China y su principal destino exportador, mientras que China es el segundo socio para Europa después de Estados Unidos. El comercio entre China y la UE se ha cuadruplicado en los 10 últimos años, hasta alcanzar 428.000 millones de euros en 2011. Entre los puntos de fricción, destacan las diferencias comerciales y los derechos humanos. Pekín ve también con preocupación la crisis de la deuda europea, ya que ha afectado a sus exportaciones.
¿Qué deberían cambiar en su política exterior los nuevos dirigentes chinos en este panorama internacional? “Deberían hacer hincapié en los beneficios económicos mutuos sostenibles y a largo plazo de todos los países con los que se relaciona, y tener en cuenta que China tiene responsabilidades por ser una de las grandes potencias económicas del mundo”, asegura Hu Xiaobo, director del Centro de Estudios sobre China en la Universidad Clemson (Carolina del Sur).
Para Zhiqun Zhu, “China no tiene que cambiar mucho su política exterior. Quizás debería ser más activa en los asuntos internacionales y equilibrar sus políticas domésticas con sus responsabilidades internacionales”. Lo más urgente, según cree, es que Pekín “vuelva a centrarse en Asia y desarrolle relaciones fuertes con sus vecinos”. Con ello, quizás logre limar suspicacias y que la frase que pronunció en julio pasado Xi Jinping en el Foro Mundial de la Paz en Pekín -“Incluso cuando China se convierta en desarrollada en el futuro, nunca buscará la hegemonía”- les suene de forma diferente.