Los insurgentes sirios “compran armas al régimen” de Assad
Siria, AFP
El régimen sirio es su peor enemigo, pero los guerrilleros que combaten para derrocar al presidente Bashar al Assad afirman que pagan con dinero en efectivo a agentes gubernamentales para obtener armas y municiones.
Para los numerosos grupos armados de la oposición siria, conseguir armas es una lucha constante. Están furiosos con Occidente porque no les proporciona armas pesadas, y afirman que no tienen más remedio que dirigirse a fuentes alternativas.
En un país donde el servicio militar es obligatorio, y en un conflicto donde los hermanos pelean en bandos opuestos y los rebeldes desertan de las fuerzas armadas, los insurgentes afirman que no es difícil encontrar un “intermediario” o un “viejo amigo” dispuesto a ayudar.
“Nosotros compramos a los espías de Assad y en el mercado”, dijo el mayor Abu Mahar, fumando un cigarrillo francés mientras tomaba café en un gimnasio incautado por su red de combatientes para utilizarlo como base de operaciones en la ciudad de Alepo (norte).
Mahar sostiene que dirige a 200 hombres que llevan a cabo “misiones especiales” contra las fuerzas de Assad. Pero a diferencia de otras unidades, están mal armados y sólo poseen ametralladoras, fusiles lanza-granadas, rifles para francotiradores, así como cohetes y bombas de fabricación artesanal.
Este hombre que habla en forma serena y lleva una campera de cuero desertó a mediados de este año de la Fuerza Aérea. Y al igual que otros insurgentes, todavía tiene contactos en varios cuerpos militares y de seguridad del gobierno.
Abu Mahar dice que comprar una bala al régimen de Assad cuesta 110 libras sirias (1,60 dólares), y 2 dólares en el mercado, sin dar detalles sobre dicho mercado.
Afirma que la mayor parte de las municiones que tiene su grupo viene de los shabiha, el término utilizado corrientemente para referirse a las milicias patrocinadas y financiadas por el gobierno.
“Nosotros compramos a agentes dobles, ellos necesitan el dinero. El Dios de los shabiha es el dinero. Nada más les importa. Si usted les da dinero le venderán incluso a su propia madre”, agregó.
“Ellos tienen acceso libre a los almacenes de municiones del ejército, la policía y los servicios de inteligencia. Están ahorrando para cuando caiga el régimen”, explicó sonriendo tras su barba grisácea.
A los guerrilleros no parece importarles dar dinero a su enemigo, sobre todo desde que Occidente se ha negado a proporcionarles armas pesadas y cuando no hay perspectivas de que se instaure una zona de exclusión aérea vigilada por la OTAN como la que fue vital para derrocar al líder libio Muamar Gadafi.
“Ellos ya se han quedado con nuestro dinero durante los últimos 40 años, nuestro oro, nuestras mentes, ¿cuál es la diferencia?”, pregunta un miembro del principal grupo rebelde, el Ejército Sirio Libre (ESL), en el norte de Siria, a poca distancia de la frontera turca.
Según Yusef Abud, un comandante de la Brigada Tawhid del ESL, se trata de una cuestión de supervivencia, aunque él sostiene que ha comprado balas al régimen sólo “una o dos veces”.
“¿Qué puedo hacer? A veces no tenemos suficientes armas o balas. No me gusta, pero sin estas armas y municiones, muchos miembros del ESL morirían”, declaró a la AFP.
Los guerrilleros también se apoderan de las armas de los soldados que matan en los campos de batalla. Los desertores del régimen a menudo logran llevarse sus armas.
Mohamed Abu Isam al Halabi, de 49 años, que hace guardia en un viejo complejo deportivo en la línea de frente de Alepo, afirma que compró su fusil de asalto Kalashnikov “a hombres malos del régimen” por 1.000 dólares, cuando decidió convertirse en un “muyahid”, hace ocho meses.
“Estos no se pueden comprar en el mercado, y yo necesitaba un arma. ¿Qué podía hacer?”, preguntó.
Este ex jefe de una fábrica, que tiene una espesa barba y un pañuelo negro islámico en la cabeza, dijo a la AFP que antes de la sublevación, un Kalashnikov hubiera costado tan sólo 200 ó 300 dólares.
El régimen sirio es su peor enemigo, pero los guerrilleros que combaten para derrocar al presidente Bashar al Assad afirman que pagan con dinero en efectivo a agentes gubernamentales para obtener armas y municiones.
Para los numerosos grupos armados de la oposición siria, conseguir armas es una lucha constante. Están furiosos con Occidente porque no les proporciona armas pesadas, y afirman que no tienen más remedio que dirigirse a fuentes alternativas.
En un país donde el servicio militar es obligatorio, y en un conflicto donde los hermanos pelean en bandos opuestos y los rebeldes desertan de las fuerzas armadas, los insurgentes afirman que no es difícil encontrar un “intermediario” o un “viejo amigo” dispuesto a ayudar.
“Nosotros compramos a los espías de Assad y en el mercado”, dijo el mayor Abu Mahar, fumando un cigarrillo francés mientras tomaba café en un gimnasio incautado por su red de combatientes para utilizarlo como base de operaciones en la ciudad de Alepo (norte).
Mahar sostiene que dirige a 200 hombres que llevan a cabo “misiones especiales” contra las fuerzas de Assad. Pero a diferencia de otras unidades, están mal armados y sólo poseen ametralladoras, fusiles lanza-granadas, rifles para francotiradores, así como cohetes y bombas de fabricación artesanal.
Este hombre que habla en forma serena y lleva una campera de cuero desertó a mediados de este año de la Fuerza Aérea. Y al igual que otros insurgentes, todavía tiene contactos en varios cuerpos militares y de seguridad del gobierno.
Abu Mahar dice que comprar una bala al régimen de Assad cuesta 110 libras sirias (1,60 dólares), y 2 dólares en el mercado, sin dar detalles sobre dicho mercado.
Afirma que la mayor parte de las municiones que tiene su grupo viene de los shabiha, el término utilizado corrientemente para referirse a las milicias patrocinadas y financiadas por el gobierno.
“Nosotros compramos a agentes dobles, ellos necesitan el dinero. El Dios de los shabiha es el dinero. Nada más les importa. Si usted les da dinero le venderán incluso a su propia madre”, agregó.
“Ellos tienen acceso libre a los almacenes de municiones del ejército, la policía y los servicios de inteligencia. Están ahorrando para cuando caiga el régimen”, explicó sonriendo tras su barba grisácea.
A los guerrilleros no parece importarles dar dinero a su enemigo, sobre todo desde que Occidente se ha negado a proporcionarles armas pesadas y cuando no hay perspectivas de que se instaure una zona de exclusión aérea vigilada por la OTAN como la que fue vital para derrocar al líder libio Muamar Gadafi.
“Ellos ya se han quedado con nuestro dinero durante los últimos 40 años, nuestro oro, nuestras mentes, ¿cuál es la diferencia?”, pregunta un miembro del principal grupo rebelde, el Ejército Sirio Libre (ESL), en el norte de Siria, a poca distancia de la frontera turca.
Según Yusef Abud, un comandante de la Brigada Tawhid del ESL, se trata de una cuestión de supervivencia, aunque él sostiene que ha comprado balas al régimen sólo “una o dos veces”.
“¿Qué puedo hacer? A veces no tenemos suficientes armas o balas. No me gusta, pero sin estas armas y municiones, muchos miembros del ESL morirían”, declaró a la AFP.
Los guerrilleros también se apoderan de las armas de los soldados que matan en los campos de batalla. Los desertores del régimen a menudo logran llevarse sus armas.
Mohamed Abu Isam al Halabi, de 49 años, que hace guardia en un viejo complejo deportivo en la línea de frente de Alepo, afirma que compró su fusil de asalto Kalashnikov “a hombres malos del régimen” por 1.000 dólares, cuando decidió convertirse en un “muyahid”, hace ocho meses.
“Estos no se pueden comprar en el mercado, y yo necesitaba un arma. ¿Qué podía hacer?”, preguntó.
Este ex jefe de una fábrica, que tiene una espesa barba y un pañuelo negro islámico en la cabeza, dijo a la AFP que antes de la sublevación, un Kalashnikov hubiera costado tan sólo 200 ó 300 dólares.