El primer ministro libanés suspende su dimisión y pide un Gobierno de unidad
El presidente de Líbano rechaza la petición de dimisión del jefe de Gobierno, Najib Mikati
Mikati vincula el atentado de ayer en Beirut y la trama desarticulada el pasado mes de agosto
Ana Carbajosa
Jerusalén, El País
El primer ministro libanés, Nayib Mikati, presentó el sábado su dimisión. El presidente, Michel Suleimán, le pidió que se quedara “un tiempo” ante el riesgo de un inminente estallido de violencia sectaria. Mikati aceptó quedarse, ante la creciente tensión desatada tras el asesinato el viernes en Beirut de una prominente personalidad de la comunidad suní y enemigo declarado del régimen sirio. Estas conversaciones políticas han tenido lugar durante una reunión de urgencia, con la que los líderes libaneses han tratado de evitar que la violencia sectaria acabe de prender y que el conflicto sirio se propague definitivamente en Líbano.
El coche bomba que el viernes mató a Wissam Al Hassan y a otras tres personas, ha acabado de resquebrajar el delicado equilibrio que vive el país desde que estallara la revuelta en la vecina siria hace 18 meses. La llamada de Saad Hariri, antiguo primer ministro y hoy líder de la oposición suní, a acudir el domingo en masa al funeral de Al Hassan hace prever nuevas tensiones en las próximas horas y constituye una muestra más de la profunda crisis política que atraviesa el país. Está previsto que miles de libaneses acudan a la plaza de los Mártires en Beirut para rendir homenaje a Al Hassan, pero también para pedir la dimisión del primer ministro y hacer alarde de la fuerza política que acumula la coalición opositora 14 de marzo.
Hariri, al igual que otros miembros de la oposición, acusa al régimen de Damasco de estar detrás del atentado que acabó con la vida de Al Hassan, hasta ayer jefe de la inteligencia policial y azote de las fuerzas prosirias en el país. Mientras que los políticos suníes libaneses son detractores furibundos del Gobierno sirio y su campaña represiva en contra de la población, Hezbolá, el gran partido chií libanés, apoya sin fisuras al Gobierno de Bachar el Asad.
Al Hassan lideró la investigación sobre el asesinato de Rafik Hariri, padre de Saad y antiguo primer ministro. Los resultados de aquellas pesquisas apuntaron a una implicación de Hezbolá y del régimen sirio en el magnicidio. Recientemente, Al Hassan destapó los planes de un antiguo ministro próximo a Damasco para atentar en Líbano.
Miembros de la comunidad suní libanesa expresaron el sábado su ira sembrando el caos en algunos puntos del país. Quemaron neumáticos y cortaron calles y carreteras. Las fuerzas de seguridad reforzaron su presencia.
Mientras, los investigadores han comenzado a analizar las pruebas del atentado que el viernes destrozó el corazón de Ashrafiyeh, un barrio mayoritariamente cristiano del centro de Beirut. A pesar de que crecen las voces que acusan al régimen sirio de orquestar el asesinato del hombre que fuera una de sus bestias negras, no hay de momento pruebas concluyente sobre la autoría del ataque. Ningún grupo se ha atribuido la autoría del ataque.
Mikati vincula el atentado de ayer en Beirut y la trama desarticulada el pasado mes de agosto
Ana Carbajosa
Jerusalén, El País
El primer ministro libanés, Nayib Mikati, presentó el sábado su dimisión. El presidente, Michel Suleimán, le pidió que se quedara “un tiempo” ante el riesgo de un inminente estallido de violencia sectaria. Mikati aceptó quedarse, ante la creciente tensión desatada tras el asesinato el viernes en Beirut de una prominente personalidad de la comunidad suní y enemigo declarado del régimen sirio. Estas conversaciones políticas han tenido lugar durante una reunión de urgencia, con la que los líderes libaneses han tratado de evitar que la violencia sectaria acabe de prender y que el conflicto sirio se propague definitivamente en Líbano.
El coche bomba que el viernes mató a Wissam Al Hassan y a otras tres personas, ha acabado de resquebrajar el delicado equilibrio que vive el país desde que estallara la revuelta en la vecina siria hace 18 meses. La llamada de Saad Hariri, antiguo primer ministro y hoy líder de la oposición suní, a acudir el domingo en masa al funeral de Al Hassan hace prever nuevas tensiones en las próximas horas y constituye una muestra más de la profunda crisis política que atraviesa el país. Está previsto que miles de libaneses acudan a la plaza de los Mártires en Beirut para rendir homenaje a Al Hassan, pero también para pedir la dimisión del primer ministro y hacer alarde de la fuerza política que acumula la coalición opositora 14 de marzo.
Hariri, al igual que otros miembros de la oposición, acusa al régimen de Damasco de estar detrás del atentado que acabó con la vida de Al Hassan, hasta ayer jefe de la inteligencia policial y azote de las fuerzas prosirias en el país. Mientras que los políticos suníes libaneses son detractores furibundos del Gobierno sirio y su campaña represiva en contra de la población, Hezbolá, el gran partido chií libanés, apoya sin fisuras al Gobierno de Bachar el Asad.
Al Hassan lideró la investigación sobre el asesinato de Rafik Hariri, padre de Saad y antiguo primer ministro. Los resultados de aquellas pesquisas apuntaron a una implicación de Hezbolá y del régimen sirio en el magnicidio. Recientemente, Al Hassan destapó los planes de un antiguo ministro próximo a Damasco para atentar en Líbano.
Miembros de la comunidad suní libanesa expresaron el sábado su ira sembrando el caos en algunos puntos del país. Quemaron neumáticos y cortaron calles y carreteras. Las fuerzas de seguridad reforzaron su presencia.
Mientras, los investigadores han comenzado a analizar las pruebas del atentado que el viernes destrozó el corazón de Ashrafiyeh, un barrio mayoritariamente cristiano del centro de Beirut. A pesar de que crecen las voces que acusan al régimen sirio de orquestar el asesinato del hombre que fuera una de sus bestias negras, no hay de momento pruebas concluyente sobre la autoría del ataque. Ningún grupo se ha atribuido la autoría del ataque.