Choques en Atenas entre policía y manifestantes por la visita de Merkel
Es el primer viaje de la canciller alemana a Grecia desde el estallido de la crisis
Juan Gómez
Berlín / Atenas, El País
La corta visita a Grecia de la canciller alemana Angela Merkel provocó protestas masivas en la capital, pero su reunión con el primer ministro griego Antonis Samarás contribuyó a calmar las tensiones entre sus respectivos países. Merkel insistió en que “aún queda mucho por hacer” y también en la necesidad de esperar al informe de los acreedores sobre el progreso de las reformas griegas, pero expresó su voluntad de que “Grecia permanezca en la Eurozona”. Certificó la canciller que “se ha recorrido un gran parte del camino” hacia la recuperación económica y anunció el comienzo de “un proyecto de mejora del sistema de salud y otro para la modernización de las administraciones públicas”, financiados por Alemania con un total de 30 millones de euros. Una tirita para la enorme hemorragia presupuestaria griega.
Al aceptar que Atenas fuera el escenario de su reunión con Samarás e insistir allí en que ambos países son “socios, amigos” y “aliados en la OTAN”, Merkel envía una señal a los griegos pero, sobre todo, a los votantes alemanes en pleno calentamiento preelectoral para 2013. El Gobierno alemán quiere que Grecia permanezca en el euro, lo cual significará poner más dinero y encajar más críticas desde la derecha y más titulares negativos por las ayudas multimillonarias a los socios europeos. Como era predecible, el viaje provocó una avalancha de acaloradas protestas e insultos en Grecia, lo cual ayudó a transmitir un doble mensaje de Merkel a la opinión pública alemana: primero, su voluntad de arriesgarse para que la Eurozona conserve sus Diecisiete socios. Segundo, que ella no es una tecnócrata fría y ajena a la realidad como le acusa la oposición socialdemócrata, sino que quiere ver de primera mano los problemas sociales griegos. En este mismo sentido, el primer ministro griego Samarás aventuró que la visita servirá para abrir “una nueva página” en las relaciones entre los dos países.
Merkel fue recibida con honores especiales en Atenas. Samarás acudió al aeropuerto a recibirla, un gesto de hospitalidad que Berlín sólo depara a visitas de particular relevancia como la de un Papa. Merkel había visitado Atenas desde que fue elegida canciller en 2005, pero no desde que comenzó la crisis hace dos años y medio.
Enviar vídeo
Aseguró el primer ministro conservador, ganador de las elecciones del pasado junio, que Grecia “no pide más dinero ni concesiones especiales”. Lo importante, dijo, es que su país se recupere “tras todos estos sacrificios”. Mientras en las calles arreciaban las protestas contra la visita, Samarás sostuvo que “el enemigo es la recesión” y no la canciller alemana, a quien dijo recibir “como a una amiga del país”. No obstante, Samarás no pudo contestar con claridad a la cuestión de si había “obtenido una garantía de que Grecia permanecerá en el euro”. Le planteó la pregunta un directivo del diario populista Bild, instigador de una durísima campaña sensacionalista contra Grecia que se prolonga desde el comienzo de la crisis de la deuda griega.
Mientras Merkel y Samarás hablaban en Atenas, el comisario europeo para Asuntos económicos Olli Rehn apuntaba el martes que Grecia podrá percibir pronto los más de 31.000 millones de euros pendientes del recate. Será “en noviembre a más tardar”. Aún no se conoce exactamente el contenido del informe de los acreedores, así que la troika acreedora (Europa, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional) se había abstenido hasta ahora de aclarar si a Grecia obtendría o no este nuevo tramo de ayudas, que debería haberse pagado ya en verano.
Muchos griegos identifican a la jefa del Gobierno alemán con las políticas de austeridad impuestas por la troika a cambio de las ayudas prestadas desde que comenzó la crisis. Según los sindicatos griegos, las protestas contra la canciller atrajeron a 50.000 personas en las inmediaciones del distrito gubernamental ateniense. Tanto en la plaza del Parlamento como en otras calles de la capital se concentraron grandes grupos de manifestantes con pancartas que la conminaban en alemán a “largarse” (Merkel raus) o la acusaban de estar instaurando un “cuarto Reich” en Europa. Las comparaciones con la Alemania nazi y el recuerdo de la genocida ocupación militar de la II Guerra Mundial fueron, como de costumbre, uno de los recursos preferidos por los manifestantes. La prensa conservadora alemana se sirve de estos insultos para demonizar a los que protestan contra las políticas de Merkel en el extranjero. Bild, por ejemplo, abría el martes su página web con una foto de manifestantes griegos disfrazados con uniformes de la SS y el titular: “¿Quiénes son estos pirados nazis?”
Juan Gómez
Berlín / Atenas, El País
La corta visita a Grecia de la canciller alemana Angela Merkel provocó protestas masivas en la capital, pero su reunión con el primer ministro griego Antonis Samarás contribuyó a calmar las tensiones entre sus respectivos países. Merkel insistió en que “aún queda mucho por hacer” y también en la necesidad de esperar al informe de los acreedores sobre el progreso de las reformas griegas, pero expresó su voluntad de que “Grecia permanezca en la Eurozona”. Certificó la canciller que “se ha recorrido un gran parte del camino” hacia la recuperación económica y anunció el comienzo de “un proyecto de mejora del sistema de salud y otro para la modernización de las administraciones públicas”, financiados por Alemania con un total de 30 millones de euros. Una tirita para la enorme hemorragia presupuestaria griega.
Al aceptar que Atenas fuera el escenario de su reunión con Samarás e insistir allí en que ambos países son “socios, amigos” y “aliados en la OTAN”, Merkel envía una señal a los griegos pero, sobre todo, a los votantes alemanes en pleno calentamiento preelectoral para 2013. El Gobierno alemán quiere que Grecia permanezca en el euro, lo cual significará poner más dinero y encajar más críticas desde la derecha y más titulares negativos por las ayudas multimillonarias a los socios europeos. Como era predecible, el viaje provocó una avalancha de acaloradas protestas e insultos en Grecia, lo cual ayudó a transmitir un doble mensaje de Merkel a la opinión pública alemana: primero, su voluntad de arriesgarse para que la Eurozona conserve sus Diecisiete socios. Segundo, que ella no es una tecnócrata fría y ajena a la realidad como le acusa la oposición socialdemócrata, sino que quiere ver de primera mano los problemas sociales griegos. En este mismo sentido, el primer ministro griego Samarás aventuró que la visita servirá para abrir “una nueva página” en las relaciones entre los dos países.
Merkel fue recibida con honores especiales en Atenas. Samarás acudió al aeropuerto a recibirla, un gesto de hospitalidad que Berlín sólo depara a visitas de particular relevancia como la de un Papa. Merkel había visitado Atenas desde que fue elegida canciller en 2005, pero no desde que comenzó la crisis hace dos años y medio.
Enviar vídeo
Aseguró el primer ministro conservador, ganador de las elecciones del pasado junio, que Grecia “no pide más dinero ni concesiones especiales”. Lo importante, dijo, es que su país se recupere “tras todos estos sacrificios”. Mientras en las calles arreciaban las protestas contra la visita, Samarás sostuvo que “el enemigo es la recesión” y no la canciller alemana, a quien dijo recibir “como a una amiga del país”. No obstante, Samarás no pudo contestar con claridad a la cuestión de si había “obtenido una garantía de que Grecia permanecerá en el euro”. Le planteó la pregunta un directivo del diario populista Bild, instigador de una durísima campaña sensacionalista contra Grecia que se prolonga desde el comienzo de la crisis de la deuda griega.
Mientras Merkel y Samarás hablaban en Atenas, el comisario europeo para Asuntos económicos Olli Rehn apuntaba el martes que Grecia podrá percibir pronto los más de 31.000 millones de euros pendientes del recate. Será “en noviembre a más tardar”. Aún no se conoce exactamente el contenido del informe de los acreedores, así que la troika acreedora (Europa, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional) se había abstenido hasta ahora de aclarar si a Grecia obtendría o no este nuevo tramo de ayudas, que debería haberse pagado ya en verano.
Muchos griegos identifican a la jefa del Gobierno alemán con las políticas de austeridad impuestas por la troika a cambio de las ayudas prestadas desde que comenzó la crisis. Según los sindicatos griegos, las protestas contra la canciller atrajeron a 50.000 personas en las inmediaciones del distrito gubernamental ateniense. Tanto en la plaza del Parlamento como en otras calles de la capital se concentraron grandes grupos de manifestantes con pancartas que la conminaban en alemán a “largarse” (Merkel raus) o la acusaban de estar instaurando un “cuarto Reich” en Europa. Las comparaciones con la Alemania nazi y el recuerdo de la genocida ocupación militar de la II Guerra Mundial fueron, como de costumbre, uno de los recursos preferidos por los manifestantes. La prensa conservadora alemana se sirve de estos insultos para demonizar a los que protestan contra las políticas de Merkel en el extranjero. Bild, por ejemplo, abría el martes su página web con una foto de manifestantes griegos disfrazados con uniformes de la SS y el titular: “¿Quiénes son estos pirados nazis?”