Bruselas solo se pronunciará sobre la independencia si lo pide España
Bruselas ya respondió a un eurodiputado británico en 2004 que “una región independiente nueva se convertiría, por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto de la Unión"
Luis Doncel
Bruselas, El País
La posibilidad de una declaración de independencia por parte de Cataluña no solo se ha colocado en el centro del debate de las elecciones autonómicas del próximo 25 de noviembre, sino que se está colando por las rendijas de la Comisión Europea. Primero irrumpió Viviane Reding, vicepresidenta del Ejecutivo europeo, al sugerir que Cataluña no abandonaría en ningún caso la UE. Más tarde el Gobierno español reconvino a la luxemburguesa y pidió a Bruselas que hable con una sola voz sobre este asunto. Ahora ha sido una portavoz de la Comisión, que ha señalado que Bruselas solo dará su opinión sobre las consecuencias de la secesión si el Gobierno español pidiera formalmente su opinión.
“No queremos expresar una opinión sobre cuestiones internas de carácter constitucional mientras sea algo hipotético”, ha asegurado la portavoz comunitaria cuando se le ha preguntado por las posibles secesiones de Cataluña y Escocia
“Si un Estado nos presentara un escenario preciso entonces daríamos una opinión”, añadido la portavoz. Solo en este caso se pronunciaría el Ejecutivo que preside José Manuel Durao Barroso sobre las consecuencias que la independencia tendría sobre los tratados de UE, es decir, si el nuevo Estado que se formara seguiría automáticamente siendo miembro de la Unión o debería comenzar el proceso de adhesión desde el principio.
“Hay que ser meridianamente claros. La UE no puede reconocer una declaración unilateral de independencia de una parte de un Estado miembro y, en el hipotético caso de que con arreglo a la normativa constitucional de ese Estado miembro se produjera esa separación, la parte separada no formaría parte de la Unión”, decía la carta que Íñigo Méndez de Vigo, secretario de Estado para la UE, envío hace dos semanas a Reding en nombre del Gobierno español.
En la misiva, Méndez de Vigo recriminaba “la gran confusión” que las declaraciones de la comisaria europea habían generado al decir que la legislación internacional “no dice nada” acerca de la obligada salida de los organismos internacionales de la parte de un territorio que se independice de un Estado miembro. “Algo que no beneficia en modo alguno a la credibilidad de la propia Comisión”, añadía.
El propio presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha reconocido en una entrevista en TV3 que “la letra pequeña de los tratados” expulsaría ahora de Europa a una Cataluña independiente, pero ha añadido que esta exclusión sería difícil de entender, por lo que ha pedio reformar la legislación comunitaria en este sentido.
Bruselas ya respondió a un eurodiputado británico en 2004 que “una región independiente nueva se convertiría, por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto de la Unión y los tratados no se aplicarían en su territorio desde el día de su independencia”. Por tanto, si quisiera formar parte de la UE, tendría que presentar una solicitud de adhesión, que debería ser aceptada por unanimidad por el Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de cada Estado miembro, es decir, que cualquier país miembro podría vetar su ingreso.
Luis Doncel
Bruselas, El País
La posibilidad de una declaración de independencia por parte de Cataluña no solo se ha colocado en el centro del debate de las elecciones autonómicas del próximo 25 de noviembre, sino que se está colando por las rendijas de la Comisión Europea. Primero irrumpió Viviane Reding, vicepresidenta del Ejecutivo europeo, al sugerir que Cataluña no abandonaría en ningún caso la UE. Más tarde el Gobierno español reconvino a la luxemburguesa y pidió a Bruselas que hable con una sola voz sobre este asunto. Ahora ha sido una portavoz de la Comisión, que ha señalado que Bruselas solo dará su opinión sobre las consecuencias de la secesión si el Gobierno español pidiera formalmente su opinión.
“No queremos expresar una opinión sobre cuestiones internas de carácter constitucional mientras sea algo hipotético”, ha asegurado la portavoz comunitaria cuando se le ha preguntado por las posibles secesiones de Cataluña y Escocia
“Si un Estado nos presentara un escenario preciso entonces daríamos una opinión”, añadido la portavoz. Solo en este caso se pronunciaría el Ejecutivo que preside José Manuel Durao Barroso sobre las consecuencias que la independencia tendría sobre los tratados de UE, es decir, si el nuevo Estado que se formara seguiría automáticamente siendo miembro de la Unión o debería comenzar el proceso de adhesión desde el principio.
“Hay que ser meridianamente claros. La UE no puede reconocer una declaración unilateral de independencia de una parte de un Estado miembro y, en el hipotético caso de que con arreglo a la normativa constitucional de ese Estado miembro se produjera esa separación, la parte separada no formaría parte de la Unión”, decía la carta que Íñigo Méndez de Vigo, secretario de Estado para la UE, envío hace dos semanas a Reding en nombre del Gobierno español.
En la misiva, Méndez de Vigo recriminaba “la gran confusión” que las declaraciones de la comisaria europea habían generado al decir que la legislación internacional “no dice nada” acerca de la obligada salida de los organismos internacionales de la parte de un territorio que se independice de un Estado miembro. “Algo que no beneficia en modo alguno a la credibilidad de la propia Comisión”, añadía.
El propio presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha reconocido en una entrevista en TV3 que “la letra pequeña de los tratados” expulsaría ahora de Europa a una Cataluña independiente, pero ha añadido que esta exclusión sería difícil de entender, por lo que ha pedio reformar la legislación comunitaria en este sentido.
Bruselas ya respondió a un eurodiputado británico en 2004 que “una región independiente nueva se convertiría, por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto de la Unión y los tratados no se aplicarían en su territorio desde el día de su independencia”. Por tanto, si quisiera formar parte de la UE, tendría que presentar una solicitud de adhesión, que debería ser aceptada por unanimidad por el Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de cada Estado miembro, es decir, que cualquier país miembro podría vetar su ingreso.