“¡Ve y cierra la válvula!”
Reneduar Jiménez, operador de la refinería de Amuay, murió al intentar cumplir la orden antes del peor accidente ocurrido en la industria petrolera venezolana desde 1982
Maye Primera
Punto Fijo, El País
Sonaban las alarmas y la orden que recibió Reneduar Jiménez, operador de suministros de la refinería de Amuay, fue: “Ve y cierra la válvula”. Reneduar corrió, junto a otro compañero, hacia el patio de almacenamiento de la planta, la más grande de las cuatro refinerías propiedad de Petróleos de Venezuela y del Centro Refinador de Paraguaná. Una hora más tarde, a la 1:05 de la madrugada del sábado, se produjo una explosión que mató al menos a 41 personas e hirió a más de 150, y que el Ministerio de Petróleo y Minas atribuyó a un escape de gas. Es el peor accidente ocurrido en la industria petrolera venezolana desde 1982.
Una de las válvulas de la esfera número 206 se había dañado tres días antes. “La mandaron a reparar, pero la fuga continuó”, dice un trabajador de Pdvsa que por temor a ser despedido mantiene su nombre en reserva. “El viernes por la tarde llovió y la humedad contribuyó a que el gas se acumulara en el patio de las esferas”, continúa el trabajador. Después vino lo que se conoce en la ciudad de Punto Fijo como “el vendaval”: un cambio súbito de la dirección del viento, que llevó el gas acumulado hacia los barrios residenciales, los edificios militares y los comercios que están a cien de metros de distancia de la planta de refino y con la explosión quedaron reducidos a escombros.
Reneduar Jiménez estaba de vacaciones cuando repararon la válvula de la esfera 206. El jueves se incorporó al trabajo y el viernes le correspondía el turno que comienza a las 11:00 de la noche y termina a la 7:00 de la mañana. “Como sabíamos que estaba de guardia, desde la misma madrugada de la explosión comenzamos a buscarlo por los hospitales. Lo conseguimos a las 11:30 de la mañana en la morgue”, dice José Luis Jiménez, uno de sus tíos. Reneduar murió a causa de las quemaduras y fue tal la confusión en el momento del accidente que ningún portavoz de la empresa avisó a los familiares sobre su fallecimiento. Su compañero de trabajo sobrevivió. De acuerdo a la versión que maneja José Luis Jiménez, la válvula que debía cerrar Reneduar estaba sellada. “Él llegó a avisar por radio que el tanque que está frente al comando de la Guardia Nacional ya tenía fuego”, cuenta el tío de Reneduar. En el Destacamento 44 de la Guardia, a 500 metros de la refinería, murieron al menos 23 de las 41 víctimas de la explosión.
Estas “esferas” utilizadas para el almacenamiento de butano, propano o etanol están elevadas del suelo por cuatro torres de 20 metros para evitar la acumulación de gases a ras de la tierra. Pero eso fue lo que se presume ocurrió la madrugada del sábado. “Cuando se acumula el gas así, cualquier cosa puede actuar como fuente de ignición: un celular, una herramienta que se cae…”, explica Juan Medina, antiguo superintendente de la empresa estadounidense Chicago Bridge Iron Company, que en 1979 construyó el patio de almacenamiento de gas de la refinería de Amuay. “Pero es imposible que una de esas esferas explote”, continúa Medina.
Maye Primera
Punto Fijo, El País
Sonaban las alarmas y la orden que recibió Reneduar Jiménez, operador de suministros de la refinería de Amuay, fue: “Ve y cierra la válvula”. Reneduar corrió, junto a otro compañero, hacia el patio de almacenamiento de la planta, la más grande de las cuatro refinerías propiedad de Petróleos de Venezuela y del Centro Refinador de Paraguaná. Una hora más tarde, a la 1:05 de la madrugada del sábado, se produjo una explosión que mató al menos a 41 personas e hirió a más de 150, y que el Ministerio de Petróleo y Minas atribuyó a un escape de gas. Es el peor accidente ocurrido en la industria petrolera venezolana desde 1982.
Una de las válvulas de la esfera número 206 se había dañado tres días antes. “La mandaron a reparar, pero la fuga continuó”, dice un trabajador de Pdvsa que por temor a ser despedido mantiene su nombre en reserva. “El viernes por la tarde llovió y la humedad contribuyó a que el gas se acumulara en el patio de las esferas”, continúa el trabajador. Después vino lo que se conoce en la ciudad de Punto Fijo como “el vendaval”: un cambio súbito de la dirección del viento, que llevó el gas acumulado hacia los barrios residenciales, los edificios militares y los comercios que están a cien de metros de distancia de la planta de refino y con la explosión quedaron reducidos a escombros.
Reneduar Jiménez estaba de vacaciones cuando repararon la válvula de la esfera 206. El jueves se incorporó al trabajo y el viernes le correspondía el turno que comienza a las 11:00 de la noche y termina a la 7:00 de la mañana. “Como sabíamos que estaba de guardia, desde la misma madrugada de la explosión comenzamos a buscarlo por los hospitales. Lo conseguimos a las 11:30 de la mañana en la morgue”, dice José Luis Jiménez, uno de sus tíos. Reneduar murió a causa de las quemaduras y fue tal la confusión en el momento del accidente que ningún portavoz de la empresa avisó a los familiares sobre su fallecimiento. Su compañero de trabajo sobrevivió. De acuerdo a la versión que maneja José Luis Jiménez, la válvula que debía cerrar Reneduar estaba sellada. “Él llegó a avisar por radio que el tanque que está frente al comando de la Guardia Nacional ya tenía fuego”, cuenta el tío de Reneduar. En el Destacamento 44 de la Guardia, a 500 metros de la refinería, murieron al menos 23 de las 41 víctimas de la explosión.
Estas “esferas” utilizadas para el almacenamiento de butano, propano o etanol están elevadas del suelo por cuatro torres de 20 metros para evitar la acumulación de gases a ras de la tierra. Pero eso fue lo que se presume ocurrió la madrugada del sábado. “Cuando se acumula el gas así, cualquier cosa puede actuar como fuente de ignición: un celular, una herramienta que se cae…”, explica Juan Medina, antiguo superintendente de la empresa estadounidense Chicago Bridge Iron Company, que en 1979 construyó el patio de almacenamiento de gas de la refinería de Amuay. “Pero es imposible que una de esas esferas explote”, continúa Medina.
La primera versión que ofreció el ministro de Petróleo y Minas, Rafael Ramírez, sobre lo ocurrido el sábado era que habían explotado dos esferas de gas dentro de la planta y que luego el fuego se extendió hacia los tres tanques del combustible que ardieron hasta este martes. Además de ministro, Ramírez es presidente de la estatal Petróleos de Venezuela desde 2004: el año siguiente al paro petrolero contra el gobierno del presidente Hugo Chávez, que culminó en el despido de 20.000 profesionales y obreros de la empresa, incluida toda la alta gerencia. Los sindicatos petroleros vinculados con la oposición atribuyen los recientes accidentes en la industria a la falta experticia de Ramírez, a la falta de mantenimiento de las plantas y al despido masivo de personal calificado en 2003.
Reneduar José Jiménez Acosta fue uno de los trabajadores que no se sumó a esa huelga. Estuvo 12 años al servicio de Pdvsa y era estudiante de la Universidad Experimental de la Fuerza Armada (Unefa). En febrero, dice su familia, recibirá el título post mortem de ingeniero petrolero.
Reneduar José Jiménez Acosta fue uno de los trabajadores que no se sumó a esa huelga. Estuvo 12 años al servicio de Pdvsa y era estudiante de la Universidad Experimental de la Fuerza Armada (Unefa). En febrero, dice su familia, recibirá el título post mortem de ingeniero petrolero.