Miles de jóvenes ‘sin papeles’ ya pueden evitar la deportación en EE UU
Los aspirantes deberán cumplir con varios requisitos y no podrán apelar la decisión del gobierno si su solicitud es rechazada
Cristina F. Pereda
Washington, El País
A partir de este miércoles, cerca de 1,7 millones de jóvenes indocumentados podrán solicitar al gobierno de Estados Unidos que cancele cualquier orden de deportación pendiente sobre ellos y que les conceda un permiso de trabajo temporal. El presidente Obama firmó una orden ejecutiva hace dos meses para aprobar esta medida, que calificó de “justa” porque “levanta la sombra” de la deportación de millones de ‘sin papeles’.
“Esto ocurre una vez en la vida, quiero hacerlo bien”, dice Vanessa Núñez, una joven venezolana que ha agotado todas las peticiones de asilo presentadas en EE UU y que cuenta con un caso de deportación todavía pendiente. “Espero que esta medida ayude a cancelarlo, quiero poder seguir estudiando y trabajar. Es un gran paso para mí”, afirma Núñez, de 23 años, mientras se prepara para presentar este miércoles sus documentos.
En Miami, Diego Sánchez también recopila las pruebas con los que demostrar que entró al país hace doce años junto a sus padres desde Argentina. No supo que era indocumentado hasta que no preguntó en casa por qué él no pedía plaza en la universidad, a los 17 años, como todos sus compañeros. “Sentí miedo y frustración”, dice Sánchez. “Vinimos a este país para tener una oportunidad mejor y poder estudiar, ya no tenía razón para quedarme”.
El joven argentino finalmente encontró una universidad en Florida que acepta a estudiantes indocumentados. Allí se licenció en Filosofía y Psicología, pero su titulación no le servirá para ejercer hasta que tenga un permiso de trabajo. “En medio de mi último semestre llegó el anuncio de Obama. Llevo mucho tiempo esperándolo, tengo todos los papeles listos”, dice el argentino.
La medida de Obama fue reconocida como uno de los esfuerzos más positivos para los inmigrantes y, desde entonces, decenas de organizaciones celebran sesiones informativas con abogados para asesorar a los futuros solicitantes. Todos ellos deben haber entrado en el país con menos de 16 años y tener menos de 30 el pasado 15 de junio, carecer de antecedentes penales, residir en EE UU desde hace cinco años de manera continuada, ser estudiante o haberse graduado recientemente de la universidad, o pertenecer al Ejército. El Gobierno insiste en que la cancelación de las deportaciones no equivale a obtener un permiso de residencia y garantiza que no compartirá sus identidades las autoridades de inmigración y que ésta no podrá abrir un caso de deportación contra ellos. Aún así, Núñez reconoce que “el miedo está ahí”.
Para Sánchez la decisión de Obama fue “una grandísima victoria”. Es uno de los miles de jóvenes que desde hace meses protagonizan actos de protesta por todo el país para pedir una solución. Hasta finales de 2010 su mirada estaba puesta en el Congreso, donde espera su aprobación el DREAM Act, la ley que les ha dado el apodo de ‘dreamers’ (soñadores) y que abriría una vía a la ciudadanía para miles de jóvenes indocumentados. Pero fue rechazada aquel mes de diciembre y los soñadores decidieron exigir responsabilidades a Obama.
Y aunque el presidente se había negado durante más de tres años a ejercer su poder ejecutivo, el descontento de la comunidad hispana, la presión de las elecciones presidenciales y el efecto negativo de las deportaciones entre los latinos, fueron argumentos suficientes para ceder.
Ahora el joven argentino habla de los “sentimientos encontrados” de la comunidad y las dudas sobre el futuro de esta medida si el presidente pierde las elecciones, ya que si el candidato republicano Mitt Romney llega a la Casa Blanca podría cancelar su renovación. “Si hay un número importante de solicitudes será muy difícil revocar una norma tan popular”, dice el joven. “Pero también sabemos cuántos defienden medidas más duras contra los indocumentados”.
Cristina F. Pereda
Washington, El País
A partir de este miércoles, cerca de 1,7 millones de jóvenes indocumentados podrán solicitar al gobierno de Estados Unidos que cancele cualquier orden de deportación pendiente sobre ellos y que les conceda un permiso de trabajo temporal. El presidente Obama firmó una orden ejecutiva hace dos meses para aprobar esta medida, que calificó de “justa” porque “levanta la sombra” de la deportación de millones de ‘sin papeles’.
“Esto ocurre una vez en la vida, quiero hacerlo bien”, dice Vanessa Núñez, una joven venezolana que ha agotado todas las peticiones de asilo presentadas en EE UU y que cuenta con un caso de deportación todavía pendiente. “Espero que esta medida ayude a cancelarlo, quiero poder seguir estudiando y trabajar. Es un gran paso para mí”, afirma Núñez, de 23 años, mientras se prepara para presentar este miércoles sus documentos.
En Miami, Diego Sánchez también recopila las pruebas con los que demostrar que entró al país hace doce años junto a sus padres desde Argentina. No supo que era indocumentado hasta que no preguntó en casa por qué él no pedía plaza en la universidad, a los 17 años, como todos sus compañeros. “Sentí miedo y frustración”, dice Sánchez. “Vinimos a este país para tener una oportunidad mejor y poder estudiar, ya no tenía razón para quedarme”.
El joven argentino finalmente encontró una universidad en Florida que acepta a estudiantes indocumentados. Allí se licenció en Filosofía y Psicología, pero su titulación no le servirá para ejercer hasta que tenga un permiso de trabajo. “En medio de mi último semestre llegó el anuncio de Obama. Llevo mucho tiempo esperándolo, tengo todos los papeles listos”, dice el argentino.
La medida de Obama fue reconocida como uno de los esfuerzos más positivos para los inmigrantes y, desde entonces, decenas de organizaciones celebran sesiones informativas con abogados para asesorar a los futuros solicitantes. Todos ellos deben haber entrado en el país con menos de 16 años y tener menos de 30 el pasado 15 de junio, carecer de antecedentes penales, residir en EE UU desde hace cinco años de manera continuada, ser estudiante o haberse graduado recientemente de la universidad, o pertenecer al Ejército. El Gobierno insiste en que la cancelación de las deportaciones no equivale a obtener un permiso de residencia y garantiza que no compartirá sus identidades las autoridades de inmigración y que ésta no podrá abrir un caso de deportación contra ellos. Aún así, Núñez reconoce que “el miedo está ahí”.
Para Sánchez la decisión de Obama fue “una grandísima victoria”. Es uno de los miles de jóvenes que desde hace meses protagonizan actos de protesta por todo el país para pedir una solución. Hasta finales de 2010 su mirada estaba puesta en el Congreso, donde espera su aprobación el DREAM Act, la ley que les ha dado el apodo de ‘dreamers’ (soñadores) y que abriría una vía a la ciudadanía para miles de jóvenes indocumentados. Pero fue rechazada aquel mes de diciembre y los soñadores decidieron exigir responsabilidades a Obama.
Y aunque el presidente se había negado durante más de tres años a ejercer su poder ejecutivo, el descontento de la comunidad hispana, la presión de las elecciones presidenciales y el efecto negativo de las deportaciones entre los latinos, fueron argumentos suficientes para ceder.
Ahora el joven argentino habla de los “sentimientos encontrados” de la comunidad y las dudas sobre el futuro de esta medida si el presidente pierde las elecciones, ya que si el candidato republicano Mitt Romney llega a la Casa Blanca podría cancelar su renovación. “Si hay un número importante de solicitudes será muy difícil revocar una norma tan popular”, dice el joven. “Pero también sabemos cuántos defienden medidas más duras contra los indocumentados”.