Iglesia ortodoxa rusa dividida y perjudicada por el juicio de Pussy Riot
Moscú, AFP
La intransigencia de la jerarquía ortodoxa rusa ante las Pussy Riot daña la imagen de la Iglesia e inquieta a muchos fieles, incluidos sacerdotes, para quienes perdonar a las tres jóvenes juzgadas por cantar una "oración punk" anti-Putin hubiera sido más acorde con los valores cristianos.
"El proceso de las Pussy Riot dañó la reputación de la Iglesia. La jerarquía ortodoxa se equivocó al dar tanta importancia a este caso y al adoptar una postura rígida, lo que convierte a estas mujeres en mártires", estimó Vladimir Oivin, de la web Credo.ru, especializada en temas religiosos.
Las Pussy Riot, encapuchadas y provistas de guitarras y altavoces, cantaron una "oración punk" el pasado mes de febrero en la catedral del Cristo Salvador de Moscú, en la que pedían a la Virgen "echar" al presidente ruso Vladimir Putin.
El patriarca Kiril calificó su acción de "sacrilegio" y el portavoz del patriarcado, Vsevolod Chaplin, estimó que las jóvenes habían cometido un "crimen peor que un asesinato" y debían ser "castigadas".
Cerca del 70% de la población rusa se declara ortodoxa, aunque el número de practicantes habituales no supera entre el 5% y el 7%, según varios sondeos.
Nadejda Tolokonikova, de 22 años, Yekaterina Samutsevich, de 29, y Maria Alejina, de 24, acusadas de "vandalismo" e "incitación al odio religioso", explicaron que con su acto querían denunciar la "connivencia de la Iglesia y el Estado" en Rusia.
El fiscal solicitó tres años de reclusión para cada una de ellas.
Según el Centro Levada, un reputado instituto de encuestas, el 47% de los rusos consideran que una condena de las Pussy Riot a siete años de reclusión, el máximo previsto por la ley en su caso, estaría completamente justificada.
Esta actitud negativa está lejos de generar consenso.
"Es una vergüenza para la Iglesia haber enviado gente a la cárcel. La Iglesia califica su acto de sacrílego. Pero el verdadero sacrilegio es juzgarlas en nombre de Cristo. La fe cristiana es la misericordia y el amor", escribió en la web Grani.ru Viacheslav Vinikov, un sacerdote de Moscú, de 74 años.
El sacerdote Andrei Kuraiev, profesor en la Academia de Teología y uno de los blogueros ortodoxos más conocidos, pidió clemencia, aunque considera que la actuación de las Pussy Riot en la catedral fue "una cosa terrible".
"La Iglesia no tiene que jugar a los fiscales y pedir castigos severos", declaró al semanario moscovita The New Times.
Para el diario económico Vedomosti, la Iglesia Ortodoxa Rusa está cometiendo "su mayor error desde 1901", cuando excomulgó al escritor León Tolstoi.
El patriarca Kiril fue muy criticado por su apoyo público a Putin en las elecciones presidenciales de marzo y su condena al movimiento de protesta que se desarrolló contra el Kremlin, incrementando para muchos la sensación de cercanía entre la Iglesia y el Estado.
Un hombre pasa por delante de un grafitti en apoyo a las integrantes de la banda de punk rusa Pussy Riot, en el centro de Moscú, el 12 de agosto de 2012. La actitud intransigente de la jerarquía ortodoxa rusa en el caso de las Pussy Riot daña la imagen de la Iglesia en la sociedad e inquieta a una parte de los fieles, incluidos sacerdotes, para los que perdonar a estas jóvenes habría sido más adecuado con los valores cristianos.
Miembros de la banda Brenda actúan en la calle de enfrente de la Embajada Rusa en Washington el 10 de agosto de 2012, en un conicerto de solidaridad con las rusas Pussy Riot.
La intransigencia de la jerarquía ortodoxa rusa ante las Pussy Riot daña la imagen de la Iglesia e inquieta a muchos fieles, incluidos sacerdotes, para quienes perdonar a las tres jóvenes juzgadas por cantar una "oración punk" anti-Putin hubiera sido más acorde con los valores cristianos.
"El proceso de las Pussy Riot dañó la reputación de la Iglesia. La jerarquía ortodoxa se equivocó al dar tanta importancia a este caso y al adoptar una postura rígida, lo que convierte a estas mujeres en mártires", estimó Vladimir Oivin, de la web Credo.ru, especializada en temas religiosos.
Las Pussy Riot, encapuchadas y provistas de guitarras y altavoces, cantaron una "oración punk" el pasado mes de febrero en la catedral del Cristo Salvador de Moscú, en la que pedían a la Virgen "echar" al presidente ruso Vladimir Putin.
El patriarca Kiril calificó su acción de "sacrilegio" y el portavoz del patriarcado, Vsevolod Chaplin, estimó que las jóvenes habían cometido un "crimen peor que un asesinato" y debían ser "castigadas".
Cerca del 70% de la población rusa se declara ortodoxa, aunque el número de practicantes habituales no supera entre el 5% y el 7%, según varios sondeos.
Nadejda Tolokonikova, de 22 años, Yekaterina Samutsevich, de 29, y Maria Alejina, de 24, acusadas de "vandalismo" e "incitación al odio religioso", explicaron que con su acto querían denunciar la "connivencia de la Iglesia y el Estado" en Rusia.
El fiscal solicitó tres años de reclusión para cada una de ellas.
Según el Centro Levada, un reputado instituto de encuestas, el 47% de los rusos consideran que una condena de las Pussy Riot a siete años de reclusión, el máximo previsto por la ley en su caso, estaría completamente justificada.
Esta actitud negativa está lejos de generar consenso.
"Es una vergüenza para la Iglesia haber enviado gente a la cárcel. La Iglesia califica su acto de sacrílego. Pero el verdadero sacrilegio es juzgarlas en nombre de Cristo. La fe cristiana es la misericordia y el amor", escribió en la web Grani.ru Viacheslav Vinikov, un sacerdote de Moscú, de 74 años.
El sacerdote Andrei Kuraiev, profesor en la Academia de Teología y uno de los blogueros ortodoxos más conocidos, pidió clemencia, aunque considera que la actuación de las Pussy Riot en la catedral fue "una cosa terrible".
"La Iglesia no tiene que jugar a los fiscales y pedir castigos severos", declaró al semanario moscovita The New Times.
Para el diario económico Vedomosti, la Iglesia Ortodoxa Rusa está cometiendo "su mayor error desde 1901", cuando excomulgó al escritor León Tolstoi.
El patriarca Kiril fue muy criticado por su apoyo público a Putin en las elecciones presidenciales de marzo y su condena al movimiento de protesta que se desarrolló contra el Kremlin, incrementando para muchos la sensación de cercanía entre la Iglesia y el Estado.
Un hombre pasa por delante de un grafitti en apoyo a las integrantes de la banda de punk rusa Pussy Riot, en el centro de Moscú, el 12 de agosto de 2012. La actitud intransigente de la jerarquía ortodoxa rusa en el caso de las Pussy Riot daña la imagen de la Iglesia en la sociedad e inquieta a una parte de los fieles, incluidos sacerdotes, para los que perdonar a estas jóvenes habría sido más adecuado con los valores cristianos.
Miembros de la banda Brenda actúan en la calle de enfrente de la Embajada Rusa en Washington el 10 de agosto de 2012, en un conicerto de solidaridad con las rusas Pussy Riot.