Gran Bretaña debate el origen de sus medallistas olímpicos
Londres, As
No es fácil encontrar adolescentes británicos en el parque olímpico. Las entradas son caras y el mero acceso al anillo para pasar la tarde viendo las pantallas gigantes cuesta 15 euros. Si quieren refresco y fish and chips más les vale tener una buena paga. Al fin encuentro un grupo de quinceañeros salidos de El club de los poetas muertos. Estudian en la City of London School, un colegio privado en pleno centro. Les preguntó si están en algún equipo deportivo y todos asienten; fútbol, waterpolo, esgrima y tenis. Tienen dos horas diarias de educación física y entrenamiento. Uno de ellos, con esa frase típica de quien intenta demostrar que no tiene prejuicios hacia el diferente, dice: "Yo tengo un amigo en un colegio público. Sólo juegan al fútbol".
En plena euforia olímpica, el debate sobre el deporte en las escuelas públicas ha salpicado al gobierno de Cameron como el desagradable ataque aéreo de una paloma con puntería. El 34% de las medallas británicas las han conseguido deportistas formados en colegios privados pese a que sólo el 7% de la población estudia en ese tipo de centros. Lord Moynihan, presidente del Comité Olímpico Británico, ha definido la proporción como "inaceptable".
Esto pone el foco sobre el gobierno conservador que, en 2010, recortó los fondos para deporte escolar en un 61%: de 206 millones de euros a 80. Además, quitó la obligatoriedad de impartir educación física. Aprovechando el fervor olímpico, el partido laborista presentó un proyecto para recuperar el deporte como asignatura con dos horas semanales. Cameron lo rechazó calificándolo de "maniobra política" y renegando de la educación física obligatoria. Pero al primer ministro le han salido enemigos inesperados.
El primero, su compañero de partido y alcalde de Londres Boris Johnson, el político más popular del momento. "Dos horas semanales no, me gustaría implantar el sistema del que yo disfruté en Eton (prestigiosa escuela pública) de dos horas diarias de deporte". Los abusones de mi colegio votarían por él, no cabe duda. Sin llegar al extremo del alcalde, Kelly Holmes, bicampeona olímpica y consejera de deporte del gobierno, también apoyó públicamente la propuesta de la oposición. Y uno de los héroes locales, el oro en triatlón Alistair Brownlee, remató: "El legado de los Juegos debe ser que el amor al deporte que se ve en los niños se canalice y fomente en el colegio".
Cameron no mejoró la situación al decir que "al final esos fondos para los colegios se utilizan para enseñar danza india" (en desagravio se ha comprometido a participar en una clase de baile tipo Bollywood digna de ser vista), y ayer intentó suavizar el conflicto prometiendo trabajar junto al partido Laborista para encontrar la mejor solución. Si los buenos propósitos duran más allá de mañana, Gran Bretaña habrá ganado una medalla extra en estos Juegos.
No es fácil encontrar adolescentes británicos en el parque olímpico. Las entradas son caras y el mero acceso al anillo para pasar la tarde viendo las pantallas gigantes cuesta 15 euros. Si quieren refresco y fish and chips más les vale tener una buena paga. Al fin encuentro un grupo de quinceañeros salidos de El club de los poetas muertos. Estudian en la City of London School, un colegio privado en pleno centro. Les preguntó si están en algún equipo deportivo y todos asienten; fútbol, waterpolo, esgrima y tenis. Tienen dos horas diarias de educación física y entrenamiento. Uno de ellos, con esa frase típica de quien intenta demostrar que no tiene prejuicios hacia el diferente, dice: "Yo tengo un amigo en un colegio público. Sólo juegan al fútbol".
En plena euforia olímpica, el debate sobre el deporte en las escuelas públicas ha salpicado al gobierno de Cameron como el desagradable ataque aéreo de una paloma con puntería. El 34% de las medallas británicas las han conseguido deportistas formados en colegios privados pese a que sólo el 7% de la población estudia en ese tipo de centros. Lord Moynihan, presidente del Comité Olímpico Británico, ha definido la proporción como "inaceptable".
Esto pone el foco sobre el gobierno conservador que, en 2010, recortó los fondos para deporte escolar en un 61%: de 206 millones de euros a 80. Además, quitó la obligatoriedad de impartir educación física. Aprovechando el fervor olímpico, el partido laborista presentó un proyecto para recuperar el deporte como asignatura con dos horas semanales. Cameron lo rechazó calificándolo de "maniobra política" y renegando de la educación física obligatoria. Pero al primer ministro le han salido enemigos inesperados.
El primero, su compañero de partido y alcalde de Londres Boris Johnson, el político más popular del momento. "Dos horas semanales no, me gustaría implantar el sistema del que yo disfruté en Eton (prestigiosa escuela pública) de dos horas diarias de deporte". Los abusones de mi colegio votarían por él, no cabe duda. Sin llegar al extremo del alcalde, Kelly Holmes, bicampeona olímpica y consejera de deporte del gobierno, también apoyó públicamente la propuesta de la oposición. Y uno de los héroes locales, el oro en triatlón Alistair Brownlee, remató: "El legado de los Juegos debe ser que el amor al deporte que se ve en los niños se canalice y fomente en el colegio".
Cameron no mejoró la situación al decir que "al final esos fondos para los colegios se utilizan para enseñar danza india" (en desagravio se ha comprometido a participar en una clase de baile tipo Bollywood digna de ser vista), y ayer intentó suavizar el conflicto prometiendo trabajar junto al partido Laborista para encontrar la mejor solución. Si los buenos propósitos duran más allá de mañana, Gran Bretaña habrá ganado una medalla extra en estos Juegos.