Fuego amigo en Italia en la coalición de Monti

El partido de Berlusconi castiga en el Parlamento al primer ministro italiano por sus duras críticas a Il Cavaliere

Lucia Magi
Roma, El País

El primer ministro italiano, Mario Monti, despachó ayer con los líderes que le apoyan en el Parlamento, en el último día útil antes de las vacaciones. La extraña coalición que sostiene al Gobierno de tecnócratas mostró su delicado equilibrio el lunes, cuando el partido de Silvio Berlusconi no votó de forma unánime a favor de los recortes en el gasto público. Las medidas de ahorro presentadas por el Ejecutivo fueron aprobadas con solo 271 síes. En noviembre, cuando dio el relevo a su predecesor acorralado por la prima de riesgo, escándalos personales y rivalidades internas, Monti gozaba de la confianza de 556 diputados (de un total de 630).

Las elecciones, previstas para primavera, se acercan. Las fuerzas deben buscar aliados y recuperar a un electorado despechado. Il Professore tiene que echar mano de la diplomacia para apagar los fuegos que desestabilizan a su mayoría.

Antes de comer, Monti recibió en el Palacio Chigi a Pier Ferdinando Casini, líder de la católica Unión de Centro (UdC), que sigue siéndole fiel (“Monti ha evitado la catástrofe. Si no fuera por él, estaríamos como Grecia. La estabilidad de la mayoría no preocupa”, repitió Casini), a la vez que lanzaba mensajes a su izquierda: “La colaboración con el Partido Democrático (PD) para sostener al Gabinete está siendo muy positiva”.

Monti llamó también al secretario de este partido de izquierdas, Pierluigi Bersani, que le avala en el Parlamento, pero fuera pone un poco de distancia: “El paquete de revisión de las cuentas aprobado el lunes presenta imperfecciones. Algunos puntos habrá que volver a examinarlos —declaró enigmático—, pero queremos animar al Gabinete a seguir recortando los despilfarros”.

La cita más complicada tuvo lugar con el secretario de la tercera pata de su mayoría: Angelino Alfano, del Pueblo de la Libertad. La tensión entre la formación fundada por Berlusconi y el economista que lidera el Ejecutivo llegó a su cénit el lunes. El diario económico The Wall Street Journal publicó una entrevista en la que Monti decía: “Si el anterior Gobierno estuviera aún al mando, la prima de riesgo estaría hoy en 1.200 puntos”. La frase del Professore se dirigía a los observadores extranjeros y a los mercados, ante los cuales necesitaba justificarse, ya que el diferencial entre los bonos italianos y los alemanes sigue alto. Sin embargo, sus palabras cayeron como piedras en el Congreso, poco antes de la votación. En el momento de dar luz verde a las medidas de ahorro, 70 diputados del PdL no estaban en su sitio, 19 se abstuvieron y 15 votaron en contra. Una advertencia muy clara. Tras reunirse con Monti, Alfano, no obstante, intentó quitar hierro a la polémica. “Somos gente seria y positiva, que piensa en el interés del país. Monti llamó \[el lunes\] a Berlusconi para excusarse y allí se cerró la cuestión. Seguiremos colaborando”, dijo.

“Fue la primera declaración verdadera de un Monti político, y no solo técnico —considera Carmelo Lopapa, cronista parlamentario del diario La Repubblica—. Los berlusconianos se picaron porque les pareció que tomaba distancias con respecto a ellos para abrirse hacia la coalición de centroizquierda que se está perfilando entre PD y UdC”. De todos modos, “ningún partido tiene fuerza para quitarle el apoyo a Monti y cargar con la responsabilidad de adelantar las elecciones”, considera Lopapa. Los especuladores podrían volver a la zaga de Italia y la delicada situación económica empeorar de golpe. Aún más si en otoño fuera necesario un nuevo plan de ajuste, como es probable. Aún más si después de Mariano Rajoy, Il Professore fuera obligado por Bruselas y Fráncfort a pedir el rescate. La tregua armada va a seguir hasta primavera.

La atmósfera de guerra soterrada que se respira en Roma queda en evidencia en la eterna cuestión de la reforma electoral. La ley actual —conocida como Porcellum, literalmente “cerdada”— fue aprobada por el Gobierno de Berlusconi en 2005. Concede un amplio premio a la coalición que gane, para otorgarle una mayoría estable. El Partido Democrático, nacido de la fusión de exdemocristianos y excomunistas, no hizo más que criticarla, pero ahora que las encuestas le dan como favorito en las urnas, sabe que le otorgaría un buen margen de maniobra en caso de victoria. En cambio, el Pdl presiona para acelerar el trámite y negociar un acuerdo. Resultado: más fuego amigo entre los compañeros de la mayoría.

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