“Es horrible vivir la batalla de Alepo”
Escasean la electricidad, las medicinas y el combustible flaquea en la capital económica siria
Óscar Gutiérrez Garrido
Kilis, El País
Escasea la electricidad, también algunos alimentos, como la leche para bebés; el combustible flaquea y faltan medicinas. Y lo que queda en los estantes de Alepo libra su propia batalla. La inflación en tiempos de guerra. Los precios en esta ciudad del norte sirio, el principal frente que golpea ahora la aviación en su combate contra los alzados, se han multiplicado por cinco o incluso más (la garrafa de combustible que antes costaba ocho euros, ahora puede alcanzar los 60). “El gas y la gasolina están por las nueves en Alepo”, relata una siria del centro de la ciudad bajo condición de anonimato. “Durante los primeros 15 meses de la revolución, la situación era buena, pero el último mes ha sido horrible”, continúa esta joven siria. “La gente, yo incluida, ya no puede ir a trabajar por razones de seguridad”.
Como en el campo de batalla, en el frente civil cada uno lucha como puede y, sobre todo, con lo que tiene. Del centro de la ciudad, acomodado, al suburbio de Saladino, bastión símbolo de la resistencia rebelde y objetivo ahora diario del fuego de artillería, hay un trecho que ayuda a explicar que ni la guerra es solo una ni tiene el mismo color para todos.
"La vida en mi barrio”, explica esta vecina de Alepo, “es muy normal. Las últimas tres semanas han sido terribles por el sonido de las bombas y los tiroteos, pero nosotros no hemos visto nada”. Como admiten miembros del rebelde Ejército Libre de Siria (ELS), Alepo no está dividido solo entre las zonas del régimen y las controladas por sus milicianos. También hay tierra de nadie. “Los problemas de Alepo se concentran solo en las aéreas más empobrecidas de la ciudad”, continúa esta siria, que no oculta su antipatía ante la revolución. “Y [el barrio de] Saladino es uno de los más pobres; la gente no tiene estudios y por eso se ha convertido en el nido de los grupos armados que se autodenominan rebeldes”. Un nido que aún se disputan el ELS y las fuerzas del régimen gobernado por Bachar el Asad. Y de dónde cientos de sirios han huido en la última semana para poblar campamentos de desplazados improvisados.
La información sobre el dominio de Alepo no deja de estar sujeta al juego de la propaganda. El ESL sostiene que mantiene un 60% de la capital comercial siria. El régimen lo niega. Ahmed Kanjo, de 22 años, natural de Alepo, huyó de allí hace unos días con su hermano y la familia de este. Sabe mucho de esta información y cómo fluye. El lema de su camiseta, “recto como un círculo”, casi podría ser una metáfora de cómo se está desarrollando la contienda. “El 50% de la población de Alepo [2,5 millones antes de la revuelta] está con el ELS y el otro 50% con el régimen”, explica Kanjo. “Sean unos u otros los responsables, la gente se pregunta por qué golpean sus calles”. Kanjo tuvo que acudir a Deir al Zor durante su servicio militar al inicio de la revolución. Ahora trabaja junto a su hermano Shamir y otros sirios en la web activista Nuestra Ciudad, desde la que informan a los locales sobre las hostilidades. “Mi padre quiso quedarse”. Y lo ha hecho con el resto de la familia. Por el momento, todos están bien.
Ni Ahmed ni Shamir vivían en esa tierra libre del impacto de la guerra en Alepo. Tampoco se quedaron atrapados en un campo de desplazados. Viajaron hasta la ciudad fronteriza turca de Kilis y se metieron en un hotel a la espera de encontrar casa. Ya tienen una. Es otra cara más del mismo conflicto. El que se desarrolla en el campo de batalla, según la información del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ha virado un poco al este de Saladino. Este grupo activista con sede en Londres informó este sábado de que el régimen había golpeado con violencia el distrito de Al Sukkari, otro de los enclaves de control de las filas revolucionarias. Fuera de Alepo, hacia el sur, según los activistas en el terreno, la fuerza aérea siria ha bombardeado Al Tal (Damasco), Tafas (Deraa) y ha vuelto a golpear Homs. Y mientras, las filas del ELS escenifican sus divisiones internas. Decenas de personas se manifestaron este viernes en la ciudad siria de Azaz, en manos de los alzados, para protestar contra la agrupación miliciana conocida como Tormenta del Norte, encargada de vigilar la frontera hacia Turquía. Las risas entre los miembros del principal batallón de Azaz, con hombres desplazados en Saladino, y la celebración del éxito de la manifestación, dejaron entrever que el ELS tampoco es de un solo color. 24 horas después la tensión en el paso fronterizo continuaba.
Óscar Gutiérrez Garrido
Kilis, El País
Escasea la electricidad, también algunos alimentos, como la leche para bebés; el combustible flaquea y faltan medicinas. Y lo que queda en los estantes de Alepo libra su propia batalla. La inflación en tiempos de guerra. Los precios en esta ciudad del norte sirio, el principal frente que golpea ahora la aviación en su combate contra los alzados, se han multiplicado por cinco o incluso más (la garrafa de combustible que antes costaba ocho euros, ahora puede alcanzar los 60). “El gas y la gasolina están por las nueves en Alepo”, relata una siria del centro de la ciudad bajo condición de anonimato. “Durante los primeros 15 meses de la revolución, la situación era buena, pero el último mes ha sido horrible”, continúa esta joven siria. “La gente, yo incluida, ya no puede ir a trabajar por razones de seguridad”.
Como en el campo de batalla, en el frente civil cada uno lucha como puede y, sobre todo, con lo que tiene. Del centro de la ciudad, acomodado, al suburbio de Saladino, bastión símbolo de la resistencia rebelde y objetivo ahora diario del fuego de artillería, hay un trecho que ayuda a explicar que ni la guerra es solo una ni tiene el mismo color para todos.
"La vida en mi barrio”, explica esta vecina de Alepo, “es muy normal. Las últimas tres semanas han sido terribles por el sonido de las bombas y los tiroteos, pero nosotros no hemos visto nada”. Como admiten miembros del rebelde Ejército Libre de Siria (ELS), Alepo no está dividido solo entre las zonas del régimen y las controladas por sus milicianos. También hay tierra de nadie. “Los problemas de Alepo se concentran solo en las aéreas más empobrecidas de la ciudad”, continúa esta siria, que no oculta su antipatía ante la revolución. “Y [el barrio de] Saladino es uno de los más pobres; la gente no tiene estudios y por eso se ha convertido en el nido de los grupos armados que se autodenominan rebeldes”. Un nido que aún se disputan el ELS y las fuerzas del régimen gobernado por Bachar el Asad. Y de dónde cientos de sirios han huido en la última semana para poblar campamentos de desplazados improvisados.
La información sobre el dominio de Alepo no deja de estar sujeta al juego de la propaganda. El ESL sostiene que mantiene un 60% de la capital comercial siria. El régimen lo niega. Ahmed Kanjo, de 22 años, natural de Alepo, huyó de allí hace unos días con su hermano y la familia de este. Sabe mucho de esta información y cómo fluye. El lema de su camiseta, “recto como un círculo”, casi podría ser una metáfora de cómo se está desarrollando la contienda. “El 50% de la población de Alepo [2,5 millones antes de la revuelta] está con el ELS y el otro 50% con el régimen”, explica Kanjo. “Sean unos u otros los responsables, la gente se pregunta por qué golpean sus calles”. Kanjo tuvo que acudir a Deir al Zor durante su servicio militar al inicio de la revolución. Ahora trabaja junto a su hermano Shamir y otros sirios en la web activista Nuestra Ciudad, desde la que informan a los locales sobre las hostilidades. “Mi padre quiso quedarse”. Y lo ha hecho con el resto de la familia. Por el momento, todos están bien.
Ni Ahmed ni Shamir vivían en esa tierra libre del impacto de la guerra en Alepo. Tampoco se quedaron atrapados en un campo de desplazados. Viajaron hasta la ciudad fronteriza turca de Kilis y se metieron en un hotel a la espera de encontrar casa. Ya tienen una. Es otra cara más del mismo conflicto. El que se desarrolla en el campo de batalla, según la información del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ha virado un poco al este de Saladino. Este grupo activista con sede en Londres informó este sábado de que el régimen había golpeado con violencia el distrito de Al Sukkari, otro de los enclaves de control de las filas revolucionarias. Fuera de Alepo, hacia el sur, según los activistas en el terreno, la fuerza aérea siria ha bombardeado Al Tal (Damasco), Tafas (Deraa) y ha vuelto a golpear Homs. Y mientras, las filas del ELS escenifican sus divisiones internas. Decenas de personas se manifestaron este viernes en la ciudad siria de Azaz, en manos de los alzados, para protestar contra la agrupación miliciana conocida como Tormenta del Norte, encargada de vigilar la frontera hacia Turquía. Las risas entre los miembros del principal batallón de Azaz, con hombres desplazados en Saladino, y la celebración del éxito de la manifestación, dejaron entrever que el ELS tampoco es de un solo color. 24 horas después la tensión en el paso fronterizo continuaba.