Deserciones corroen al régimen sirio, pero el núcleo se mantiene intacto
Damasco, AFP
La deserción del Primer Ministro sirio Riad Hijab fue un duro golpe psicológico para el gobierno de Bashar al Asad, pero el núcleo duro, donde están las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia, sigue intacto, coinciden analistas.
Para Wayne White, experto del Instituto del Medio Oriente basado en Washington, el cambio de posición de un batallón o de una división afectaría el equilibrio de fuerzas en favor de la oposición, pero no las deserciones individuales.
"Si una unidad militar decide por la deserción, eso ofrecería a la oposición más equipos, una cadena de comando y la posibilidad de combatir de forma organizada contra armamento pesado", dijo el especialista.
Pero la ausencia de deserciones masivas en el ejército muestra que aún hay "muchos sunitas que unen su propia suerte a la del régimen porque, me parece, dos tercios de los oficiales más allá de rango de coronel no son alauitas", la religión del jefe de Estado, según White.
De acuerdo con la misma fuente, el gobierno necesita que "20% a 30% de ellos (sunitas) sigan leales para hacer funcionar el ejército y la administración, y pienso que lo ha logrado".
Aunque la Guardia Republicana o la IV División Blindada, unidades de élite que tienen la confianza del gobierno permanecen leales, lo que desconcierta a los analistas es que las brigadas regulares "mayoritariamente sunitas" no hayan estallado internamente.
"Una división es compuesta por varios batallones. Ninguna de ellas ha cambiado de lado, y Estados Unidos y Turquía se preguntan porqué esto no ha ocurrido", dijo White.
Después de 17 meses de revuelta popular, la dirección del país -la familia del presidente, los servicios de seguridad y la alta jerarquía militar- se mantiene intacta.
Según un diplomático árabe basado en la región del Golfo Pérsico, esto ha ocurrido a pesar que Arabia Saudita, Catar y Kuwait han puesto sobre la mesa millones y millones de dólares para fomentar y facilitar las deserciones.
En tanto, un alto responsable de la seguridad libanesa, dice que existen en Siria alrededor de 1.200 brigadieres generales, y apenas 40 de ellos han cambiado de lado. Ninguno de los 100 generales de cuerpo del ejército ha anunciado hasta ahora que abandona al barco.
Para el ex ministro libanés Marwan Hamade, el anuncio de la defección del Primer Ministro sunita Hijab no ha sido "un golpe mortal".
En este sentido, White añadió que el número de altos funcionarios sunitas "se limita a algunos nombres, especialmente el canciller Walid Muallem, que jamás tuvo un papel influyente en el gobierno, y el Primer Ministro, que tampoco tenía tanto peso".
En contrapartida, los servicios de seguridad son mayoritariamente alauitas. Según Hamade, quedan apenas dos sunitas en puestos superiores: Ali Mamluk, jefe de la seguridad nacional, y Rustom Ghazalé, ex jefe de los servicios de inteligencia militar en el Líbano.
"De todas formas, su futuro es sombrío porque no hay lugar para ellos en la nueva Siria", dijo Hamade.
Para White, "lo que genera un frío en la espalda del régimen, es que a todos los niveles del aparato de Estado los responsables pueden tomar contacto con la oposición para saber dónde ir en caso que deseen partir".
Esto "podría crear una especie de caza a las brujas en el régimen".
En la opinión de Aram Nerguizian, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, de Washington, "ahora hay una verdadera paranoia y un control reforzado que hace increíblemente difícil la defección de altos responsables".
"El que este conflicto adquiera cada vez más un carácter confesional es una ventaja y una fragilidad", dijo.
"Una ventaja porque se trata de un combate existencial para el régimen y la comunidad alauita. Es una fragilidad porque deja de lado a una mayoría de la población, que es sunita, y ello cuestiona la estabilidad del país en el largo plazo", apuntó Nerguizian.
Imagen tomada de la televisión siria en la que se ve a soldados del régimen en Alepo, este jueves. La deserción del Primer Ministro sirio Riad Hijab fue un duro golpe psicológico para el gobierno de Bashar al Asad, pero el núcleo duro, donde están las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia, sigue intacto, coinciden analistas.
Síntesis de los principales enfrentamientos en Aleppo (90 x 94 mm)
Imagen de archivo, de noviembre de 2008, del, por entonces, ministro sirio de Agricultura, Riad Hijab. La deserción del Primer Ministro sirio Riad Hijab fue un duro golpe psicológico para el gobierno de Bashar al Asad, pero el núcleo duro, donde están las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia, sigue intacto, coinciden analistas.
La deserción del Primer Ministro sirio Riad Hijab fue un duro golpe psicológico para el gobierno de Bashar al Asad, pero el núcleo duro, donde están las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia, sigue intacto, coinciden analistas.
Para Wayne White, experto del Instituto del Medio Oriente basado en Washington, el cambio de posición de un batallón o de una división afectaría el equilibrio de fuerzas en favor de la oposición, pero no las deserciones individuales.
"Si una unidad militar decide por la deserción, eso ofrecería a la oposición más equipos, una cadena de comando y la posibilidad de combatir de forma organizada contra armamento pesado", dijo el especialista.
Pero la ausencia de deserciones masivas en el ejército muestra que aún hay "muchos sunitas que unen su propia suerte a la del régimen porque, me parece, dos tercios de los oficiales más allá de rango de coronel no son alauitas", la religión del jefe de Estado, según White.
De acuerdo con la misma fuente, el gobierno necesita que "20% a 30% de ellos (sunitas) sigan leales para hacer funcionar el ejército y la administración, y pienso que lo ha logrado".
Aunque la Guardia Republicana o la IV División Blindada, unidades de élite que tienen la confianza del gobierno permanecen leales, lo que desconcierta a los analistas es que las brigadas regulares "mayoritariamente sunitas" no hayan estallado internamente.
"Una división es compuesta por varios batallones. Ninguna de ellas ha cambiado de lado, y Estados Unidos y Turquía se preguntan porqué esto no ha ocurrido", dijo White.
Después de 17 meses de revuelta popular, la dirección del país -la familia del presidente, los servicios de seguridad y la alta jerarquía militar- se mantiene intacta.
Según un diplomático árabe basado en la región del Golfo Pérsico, esto ha ocurrido a pesar que Arabia Saudita, Catar y Kuwait han puesto sobre la mesa millones y millones de dólares para fomentar y facilitar las deserciones.
En tanto, un alto responsable de la seguridad libanesa, dice que existen en Siria alrededor de 1.200 brigadieres generales, y apenas 40 de ellos han cambiado de lado. Ninguno de los 100 generales de cuerpo del ejército ha anunciado hasta ahora que abandona al barco.
Para el ex ministro libanés Marwan Hamade, el anuncio de la defección del Primer Ministro sunita Hijab no ha sido "un golpe mortal".
En este sentido, White añadió que el número de altos funcionarios sunitas "se limita a algunos nombres, especialmente el canciller Walid Muallem, que jamás tuvo un papel influyente en el gobierno, y el Primer Ministro, que tampoco tenía tanto peso".
En contrapartida, los servicios de seguridad son mayoritariamente alauitas. Según Hamade, quedan apenas dos sunitas en puestos superiores: Ali Mamluk, jefe de la seguridad nacional, y Rustom Ghazalé, ex jefe de los servicios de inteligencia militar en el Líbano.
"De todas formas, su futuro es sombrío porque no hay lugar para ellos en la nueva Siria", dijo Hamade.
Para White, "lo que genera un frío en la espalda del régimen, es que a todos los niveles del aparato de Estado los responsables pueden tomar contacto con la oposición para saber dónde ir en caso que deseen partir".
Esto "podría crear una especie de caza a las brujas en el régimen".
En la opinión de Aram Nerguizian, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, de Washington, "ahora hay una verdadera paranoia y un control reforzado que hace increíblemente difícil la defección de altos responsables".
"El que este conflicto adquiera cada vez más un carácter confesional es una ventaja y una fragilidad", dijo.
"Una ventaja porque se trata de un combate existencial para el régimen y la comunidad alauita. Es una fragilidad porque deja de lado a una mayoría de la población, que es sunita, y ello cuestiona la estabilidad del país en el largo plazo", apuntó Nerguizian.
Imagen tomada de la televisión siria en la que se ve a soldados del régimen en Alepo, este jueves. La deserción del Primer Ministro sirio Riad Hijab fue un duro golpe psicológico para el gobierno de Bashar al Asad, pero el núcleo duro, donde están las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia, sigue intacto, coinciden analistas.
Síntesis de los principales enfrentamientos en Aleppo (90 x 94 mm)
Imagen de archivo, de noviembre de 2008, del, por entonces, ministro sirio de Agricultura, Riad Hijab. La deserción del Primer Ministro sirio Riad Hijab fue un duro golpe psicológico para el gobierno de Bashar al Asad, pero el núcleo duro, donde están las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia, sigue intacto, coinciden analistas.