Bruselas quiere que el BCE supervise todas las entidades europeas en 2014
El plan de la Comisión Europea choca con Alemania, que ve inviable la medida
Luis Doncel / Juan Gómez
Bruselas / Berlín, El País
La pelea entre Bruselas y Berlín por la propuesta de unión bancaria que la Comisión Europea está a punto de presentar sube de grado. El comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, aseguró en una entrevista al francés Les Echos que el Banco Central Europeo (BCE) supervisará todas las entidades de la Eurozona a partir de 2014. Pero esta iniciativa choca con los planes de la canciller Angela Merkel. “La supervisión directa debe centrarse en aquellas entidades que pueden suponer un riesgo sistémico. Es de sentido común. No podemos esperar un control efectivo de 6.000 entidades de crédito”, respondió el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en un artículo publicado en el Financial Times.
En el fondo de esta polémica laten los deseos de Alemania de mantener el control sobre sus cajas regionales o landesbanken. Bruselas presentará el próximo 12 de septiembre un modelo según el cual el BCE irá ampliando de forma gradual su papel de vigilancia para otorgarle plenos poderes en 2014. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, también ha terciado en el debate. “Todos los bancos de la Eurozona estarán cubiertos por el nuevo sistema de supervisión”, asegura en el diario griego Kathimerini. El Ejecutivo europeo propondrá además la creación de un consejo de supervisión en el BCE para garantizar la separación de la política monetaria y de las tareas de supervisión. Barnier anunció que el presidente de este consejo rendirá cuentas ante el Parlamento Europeo.
En su entrevista con Les Echos, el comisario Barnier fija un plazo para que las entidades auxiliadas por el Mecanismo Europeo de Estabilidad, que aún no ha entrado en vigor, puedan recibir el dinero directamente, sin pasar por los Estados. Una recapitalización directa que aliviaría los problemas de deuda.
“Teóricamente, a partir del 1 de enero de 2013 será posible la recapitalización directa de los bancos con los fondos de rescate”, aseguró Barnier. Este es un punto fundamental para España, ya que de no ser así la línea de crédito de hasta 100.000 millones para salvar su sector financiero pesaría como una losa en la deuda pública.
Mientras se concretan los detalles del primer rescate, el segundo que podría solicitar España —destinado a reducir su prima de riesgo— ha generado un pequeño terremoto en la política alemana. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, está en una situación cada vez más complicada por su oposición a que el BCE compre deuda. Dos diarios han recogido rumores de su inminente dimisión, lo que ha empujado a Merkel a respaldarle públicamente.
Diferencias en el seno de Alemania
El portavoz del Gobierno quitó importancia a las diferencias entre los dos: “La canciller es partidaria de Jens Weidmann como banquero federal para que tenga tanta influencia como sea posible dentro del BCE”. Draghi anunció el 2 de agosto que el BCE comprará bonos de los países que lo soliciten a los fondos de estabilidad europeos, pero siempre bajo las estrictas condiciones que marquen los países acreedores.
Pese a la oposición de Weidmann desde el Bundesbank, Merkel y su ministro Schäuble han expresado su apoyo al plan de Draghi desde hace semanas. En Berlín no se ve con malos ojos una medida que desahoga a los socios en aprietos, pero a cambio de más reformas. Las tensiones consiguientes entre Berlín y Fráncfort han desencadenado los rumores de dimisión difundidos el viernes por el populista (y a veces bien informado) diario Bild. Según esta versión, el jefe del Bundesbank se ha planteado dimitir “repetidamente” estas últimas semanas. No obstante, el propio Weidmann había descartado ya hace una semana cualquier posibilidad de dejar el cargo. “La mejor manera de cumplir mi tarea es permanecer en el puesto. Trabajaré para que el euro sea tan fuerte como lo fue en su día el marco alemán”, dijo.
Los liberal-conservadores han apoyado a Weidmann en el debate, que ha copado las páginas económicas del mes de agosto. Los halcones de la estabilidad arguyen que la compra de bonos viola los tratados europeos porque es una forma de financiar a los Estados. Temen que podría provocar una ola inflacionista. Además, consideran que comporta un riesgo moral, porque retrasa la urgencia de las reformas laborales y sociales en los países beneficiarios.
Luis Doncel / Juan Gómez
Bruselas / Berlín, El País
La pelea entre Bruselas y Berlín por la propuesta de unión bancaria que la Comisión Europea está a punto de presentar sube de grado. El comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, aseguró en una entrevista al francés Les Echos que el Banco Central Europeo (BCE) supervisará todas las entidades de la Eurozona a partir de 2014. Pero esta iniciativa choca con los planes de la canciller Angela Merkel. “La supervisión directa debe centrarse en aquellas entidades que pueden suponer un riesgo sistémico. Es de sentido común. No podemos esperar un control efectivo de 6.000 entidades de crédito”, respondió el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en un artículo publicado en el Financial Times.
En el fondo de esta polémica laten los deseos de Alemania de mantener el control sobre sus cajas regionales o landesbanken. Bruselas presentará el próximo 12 de septiembre un modelo según el cual el BCE irá ampliando de forma gradual su papel de vigilancia para otorgarle plenos poderes en 2014. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, también ha terciado en el debate. “Todos los bancos de la Eurozona estarán cubiertos por el nuevo sistema de supervisión”, asegura en el diario griego Kathimerini. El Ejecutivo europeo propondrá además la creación de un consejo de supervisión en el BCE para garantizar la separación de la política monetaria y de las tareas de supervisión. Barnier anunció que el presidente de este consejo rendirá cuentas ante el Parlamento Europeo.
En su entrevista con Les Echos, el comisario Barnier fija un plazo para que las entidades auxiliadas por el Mecanismo Europeo de Estabilidad, que aún no ha entrado en vigor, puedan recibir el dinero directamente, sin pasar por los Estados. Una recapitalización directa que aliviaría los problemas de deuda.
“Teóricamente, a partir del 1 de enero de 2013 será posible la recapitalización directa de los bancos con los fondos de rescate”, aseguró Barnier. Este es un punto fundamental para España, ya que de no ser así la línea de crédito de hasta 100.000 millones para salvar su sector financiero pesaría como una losa en la deuda pública.
Mientras se concretan los detalles del primer rescate, el segundo que podría solicitar España —destinado a reducir su prima de riesgo— ha generado un pequeño terremoto en la política alemana. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, está en una situación cada vez más complicada por su oposición a que el BCE compre deuda. Dos diarios han recogido rumores de su inminente dimisión, lo que ha empujado a Merkel a respaldarle públicamente.
Diferencias en el seno de Alemania
El portavoz del Gobierno quitó importancia a las diferencias entre los dos: “La canciller es partidaria de Jens Weidmann como banquero federal para que tenga tanta influencia como sea posible dentro del BCE”. Draghi anunció el 2 de agosto que el BCE comprará bonos de los países que lo soliciten a los fondos de estabilidad europeos, pero siempre bajo las estrictas condiciones que marquen los países acreedores.
Pese a la oposición de Weidmann desde el Bundesbank, Merkel y su ministro Schäuble han expresado su apoyo al plan de Draghi desde hace semanas. En Berlín no se ve con malos ojos una medida que desahoga a los socios en aprietos, pero a cambio de más reformas. Las tensiones consiguientes entre Berlín y Fráncfort han desencadenado los rumores de dimisión difundidos el viernes por el populista (y a veces bien informado) diario Bild. Según esta versión, el jefe del Bundesbank se ha planteado dimitir “repetidamente” estas últimas semanas. No obstante, el propio Weidmann había descartado ya hace una semana cualquier posibilidad de dejar el cargo. “La mejor manera de cumplir mi tarea es permanecer en el puesto. Trabajaré para que el euro sea tan fuerte como lo fue en su día el marco alemán”, dijo.
Los liberal-conservadores han apoyado a Weidmann en el debate, que ha copado las páginas económicas del mes de agosto. Los halcones de la estabilidad arguyen que la compra de bonos viola los tratados europeos porque es una forma de financiar a los Estados. Temen que podría provocar una ola inflacionista. Además, consideran que comporta un riesgo moral, porque retrasa la urgencia de las reformas laborales y sociales en los países beneficiarios.