Irak se tiñe de sangre chií
Más de dos docenas de atentados en 18 ciudades causan un centenar de muertos
El peor ataque en dos años atiza la violencia sectaria en el país
Ángeles Espinosa
Dubai, El País
Irak ha vuelto a resultar sacudido por una oleada de atentados que dejó al menos 107 muertos y dos centenares de heridos. Un total de 18 ciudades sufrieron explosiones y tiroteos contra puestos de las fuerzas de seguridad y oficinas públicas, en una carnicería sin parangón en los últimos dos años. La violencia, que coincide con el recrudecimiento del conflicto en la vecina Siria, hace temer tanto a políticos iraquíes como a analistas que Al Qaeda intente aprovechar el tirón para reiniciar la lucha sectaria entre suníes y chiíes, y recuperar el terreno perdido en el esfuerzo bélico que precedió a la retirada de las tropas de EE UU el año pasado.
El mayor número de víctimas se produjo en Tayi, una localidad situada a una veintena de kilómetros al norte de Bagdad, donde estallaron seis artefactos explosivos, incluido un coche bomba, en una zona residencial. Cuando los policías llegaron al lugar, una séptima detonación les alcanzó de lleno, según el relato policial recogido por las agencias de noticias. Por lo menos 14 de los 42 muertos eran agentes, y una decena del medio centenar de heridos.
En la capital, 21 personas resultaron muertas y 73 heridas al estallar sendos coches bomba en un edificio gubernamental del bastión chií de Ciudad Sáder, y en el barrio también mayoritariamente chií de Huseiniyah. Asimismo hubo atentados en Mosul, Kirkuk (hasta cinco coches bomba), Khan Bani Saad, Udhaim, Tuz Khurmato, Smarra, Dujail y Diwaniya. En la provincia de Diyala, varios puestos de control fueron atacados a tiro limpio.
Estos ataques, y los que el domingo dejaron 20 muertos y 80 heridos en tres ciudades al sur de Bagdad, acaban con las dos semanas de relativa tranquilidad que precedieron al inicio del Ramadán el pasado sábado. Aunque anoche nadie se había atribuido la responsabilidad, los objetivos y la ejecución son los habituales de los extremistas suníes de Al Qaeda. Además, el pasado fin de semana, el líder del autodenominado Estado Islámico de Irak anunció un plan para retomar sus antiguos feudos en el oeste.
“Estamos empezando una nueva fase de nuestra lucha con una operación que hemos llamado Romper los Muros, y os recordamos que vuestra prioridad es liberar a los prisioneros musulmanes”, declaró Abu Bakr al Bagdadi en una grabación difundida el sábado en varios portales yihadistas. En su primer comunicado público desde que fue elegido jefe de la rama iraquí de Al Qaeda en mayo de 2010, Al Bagdadi instó a los líderes tribales a que envíen hombres a combatir junto a él.
“Al Qaeda está intentando enviar un mensaje de que aún es fuerte y que puede elegir el momento y el lugar donde atacar", ha declarado tras los atentados Hakim al Zamili, miembro del comité de seguridad y defensa del Parlamento iraquí, citado por la agencia Associated Press. El diputado, perteneciente a la mayoría chií, mostró su preocupación por la incapacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes para prevenir los atentados y expresó su temor a que el grupo terrorista se haya infiltrado en esos cuerpos.
Las anteriores ofensivas de Al Qaeda no consiguieron hundir Irak en una guerra civil en buena medida porque los responsables políticos y religiosos lograron contener a las milicias chiíes y evitar sus represalias, a diferencia de lo que ocurrió entre 2006 y 2008. No obstante, el Gobierno, liderado por los chiíes con el respaldo de los kurdos, teme que el avance de los rebeldes sirios (esencialmente suníes) pueda azuzar a la comunidad suní iraquí, que se ha descolgado de la coalición gobernante por discrepancias en el reparto del poder. Como la minoría alauí en Siria, los suníes de Irak fueron la espina dorsal del régimen de Sadam Husein.
De hecho, Irak denunció la propuesta que los ministros de Exteriores de la Liga Árabe hicieron ayer al presidente Bachar el Asad para que abandone el país a cambio de refugio para él y su familia. “Eso es responsabilidad exclusiva del pueblo sirio y el resto no debería interferir”, declaró Ali al Dabbagh, portavoz del Gobierno de Bagdad, citado por Reuters. En los días anteriores, las autoridades pidieron que regresaran a casa a las decenas de miles de iraquíes que aún permanecían en Siria, donde se refugiaron de la violencia tras la invasión estadounidense. También anunciaron que no iban a permitir el paso de refugiados sirios, una medida que finalmente reconsideraron.
El peor ataque en dos años atiza la violencia sectaria en el país
Ángeles Espinosa
Dubai, El País
Irak ha vuelto a resultar sacudido por una oleada de atentados que dejó al menos 107 muertos y dos centenares de heridos. Un total de 18 ciudades sufrieron explosiones y tiroteos contra puestos de las fuerzas de seguridad y oficinas públicas, en una carnicería sin parangón en los últimos dos años. La violencia, que coincide con el recrudecimiento del conflicto en la vecina Siria, hace temer tanto a políticos iraquíes como a analistas que Al Qaeda intente aprovechar el tirón para reiniciar la lucha sectaria entre suníes y chiíes, y recuperar el terreno perdido en el esfuerzo bélico que precedió a la retirada de las tropas de EE UU el año pasado.
El mayor número de víctimas se produjo en Tayi, una localidad situada a una veintena de kilómetros al norte de Bagdad, donde estallaron seis artefactos explosivos, incluido un coche bomba, en una zona residencial. Cuando los policías llegaron al lugar, una séptima detonación les alcanzó de lleno, según el relato policial recogido por las agencias de noticias. Por lo menos 14 de los 42 muertos eran agentes, y una decena del medio centenar de heridos.
En la capital, 21 personas resultaron muertas y 73 heridas al estallar sendos coches bomba en un edificio gubernamental del bastión chií de Ciudad Sáder, y en el barrio también mayoritariamente chií de Huseiniyah. Asimismo hubo atentados en Mosul, Kirkuk (hasta cinco coches bomba), Khan Bani Saad, Udhaim, Tuz Khurmato, Smarra, Dujail y Diwaniya. En la provincia de Diyala, varios puestos de control fueron atacados a tiro limpio.
Estos ataques, y los que el domingo dejaron 20 muertos y 80 heridos en tres ciudades al sur de Bagdad, acaban con las dos semanas de relativa tranquilidad que precedieron al inicio del Ramadán el pasado sábado. Aunque anoche nadie se había atribuido la responsabilidad, los objetivos y la ejecución son los habituales de los extremistas suníes de Al Qaeda. Además, el pasado fin de semana, el líder del autodenominado Estado Islámico de Irak anunció un plan para retomar sus antiguos feudos en el oeste.
“Estamos empezando una nueva fase de nuestra lucha con una operación que hemos llamado Romper los Muros, y os recordamos que vuestra prioridad es liberar a los prisioneros musulmanes”, declaró Abu Bakr al Bagdadi en una grabación difundida el sábado en varios portales yihadistas. En su primer comunicado público desde que fue elegido jefe de la rama iraquí de Al Qaeda en mayo de 2010, Al Bagdadi instó a los líderes tribales a que envíen hombres a combatir junto a él.
“Al Qaeda está intentando enviar un mensaje de que aún es fuerte y que puede elegir el momento y el lugar donde atacar", ha declarado tras los atentados Hakim al Zamili, miembro del comité de seguridad y defensa del Parlamento iraquí, citado por la agencia Associated Press. El diputado, perteneciente a la mayoría chií, mostró su preocupación por la incapacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes para prevenir los atentados y expresó su temor a que el grupo terrorista se haya infiltrado en esos cuerpos.
Las anteriores ofensivas de Al Qaeda no consiguieron hundir Irak en una guerra civil en buena medida porque los responsables políticos y religiosos lograron contener a las milicias chiíes y evitar sus represalias, a diferencia de lo que ocurrió entre 2006 y 2008. No obstante, el Gobierno, liderado por los chiíes con el respaldo de los kurdos, teme que el avance de los rebeldes sirios (esencialmente suníes) pueda azuzar a la comunidad suní iraquí, que se ha descolgado de la coalición gobernante por discrepancias en el reparto del poder. Como la minoría alauí en Siria, los suníes de Irak fueron la espina dorsal del régimen de Sadam Husein.
De hecho, Irak denunció la propuesta que los ministros de Exteriores de la Liga Árabe hicieron ayer al presidente Bachar el Asad para que abandone el país a cambio de refugio para él y su familia. “Eso es responsabilidad exclusiva del pueblo sirio y el resto no debería interferir”, declaró Ali al Dabbagh, portavoz del Gobierno de Bagdad, citado por Reuters. En los días anteriores, las autoridades pidieron que regresaran a casa a las decenas de miles de iraquíes que aún permanecían en Siria, donde se refugiaron de la violencia tras la invasión estadounidense. También anunciaron que no iban a permitir el paso de refugiados sirios, una medida que finalmente reconsideraron.