Estados Unidos trabaja a ciegas en Siria porque no ha podido meter espías
La CIA es incapaz de obtener buena información de lo que pasa en el terreno
Diversos altos funcionarios quieren saber si los opositores pueden tener lazos con Al Qaeda
David Alandete
Washington, El País
Los servicios de inteligencia norteamericanos están encontrando notables dificultades estos días para entregar a la Casa Blanca un retrato fidedigno de quiénes son en realidad los grupos rebeldes que acosan al régimen de Siria desde hace ya 17 meses, incapaces de determinar si hay una considerable parte de ellos que tenga lazos estables con grupos fundamentalistas islámicos como Al Qaeda o si tras una eventual caída del Gobierno de Bachar el Asad abrirían la vía a un Gobierno de los Hermanos Musulmanes. De momento, Estados Unidos no ha canalizado armas a los rebeldes, y se ha limitado a proveerles de un modesto equipamiento de espionaje.
A la Agencia Central de Inteligencia, que tuvo una notable presencia en Libia durante la caída del régimen de Muamar el Gadafi, le ha resultado extremadamente difícil penetrar en los heterogéneos grupos opositores sirios. En el caso libio había un Consejo Nacional de Transición unificado y eficazmente organizado, algo de lo que carecen ahora los rebeldes en Siria. De momento, según diversos altos funcionarios de EE UU, la CIA ha podido conseguir información de los grupos rebeldes gracias a que les ha entregado material técnico para efectuar escuchas al régimen, que a su vez la misma agencia emplea para espiarles.
“Hay un nutrido número de grupos en Siria que participan en este movimiento de oposición. Está el Consejo Nacional Sirio, con el que nos hemos reunido varias veces. Están los grupos kurdos. Está el Ejército Libre de Siria. Y están trabajando, de forma conjunta y cada vez mejor, en un plan para una transición política”, dijo el lunes, en conferencia de prensa, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland. “Todos están emitiendo, incluido el Ejército Libre de Siria, mensajes más positivos sobre una Siria para todos los sirios, un país democrático que proteja los derechos de la mayoría y de las minorías. Ese es el tipo de mensajes que queremos ver de su parte”.
A pesar de esas peticiones de gestos contundentes prodemocráticos a los opositores, algunos altos funcionarios de la diplomacia norteamericana han definido al Ejército Libre de Siria y otros grupos rebeldes como desorganizados y carentes de un plan concreto para el futuro del país, según han revelado recientemente medios norteamericanos como el diario The Washington Post. Los recelos se deben, en gran parte, a la falta de información fidedigna proveniente de los servicios de inteligencia. Hasta ahora, EE UU ha tenido que depender, en un alto grado, de datos obtenidos de los servicios de espionaje de países aliados como Turquía o Jordania. La CIA, es cierto, le ha cedido información a países como Qatar o Arabia Saudí, que sí han armado a los rebeldes.
En el caso de Libia, los rebeldes tomaron control del este del país con relativa rapidez, ubicando en la localidad de Bengasi su centro de resistencia. Siria es un país mucho más pequeño y mucho más poblado, en el que el Gobierno ha sabido coartar la toma de poder en centros de población por parte de los opositores con una campaña de represión que se ha cobrado 10.000 vidas, según la ONU. Como ocurrió en Libia, sin embargo, el presidente norteamericano, Barack Obama, ha autorizado a la CIA a que asista a los rebeldes cuando lo considere adecuado, siempre obteniendo autorización expresa del Despacho Oval.
La labor de la CIA la ha entorpecido el hecho de que EE UU decidiera cerrar su embajada en Damasco el pasado mes de febrero, ante las repetidas amenazas de seguridad del régimen contra su personal diplomático. Eso ha dejado a la agencia operando con sólo un grupo de no más de seis agentes en la frontera con Turquía, según reveló ayer el Post, citando fuentes cercanas a la Casa Blanca. Una de las principales preocupaciones de EE UU es controlar el arsenal de armas químicas del régimen sirio, que el lunes amenazó con usarlas en caso de “agresión externa”, según el portavoz del Ministerio de Exteriores sirio, Jihad al Maqdisi.
La amenaza de emplear armas químicas -el régimen tiene arsenales de gas sarín, gas mostaza y cianuro- ha provocado la indignación en Washington. El propio presidente Obama dijo en un discurso en Nevada, el lunes, que “el mundo está vigilante” y que el régimen de El Asad “rendirá cuentas si comete el trágico error de emplear esas armas”. El Pentágono añadió, a través de su portavoz, George Little, que “el régimen de Siria es ya responsable de unos niveles de violencia deplorables e inaceptables en contra de su propia población, y no deberían pensar ni un ápice en usar armas químicas”.
Diversos altos funcionarios quieren saber si los opositores pueden tener lazos con Al Qaeda
David Alandete
Washington, El País
Los servicios de inteligencia norteamericanos están encontrando notables dificultades estos días para entregar a la Casa Blanca un retrato fidedigno de quiénes son en realidad los grupos rebeldes que acosan al régimen de Siria desde hace ya 17 meses, incapaces de determinar si hay una considerable parte de ellos que tenga lazos estables con grupos fundamentalistas islámicos como Al Qaeda o si tras una eventual caída del Gobierno de Bachar el Asad abrirían la vía a un Gobierno de los Hermanos Musulmanes. De momento, Estados Unidos no ha canalizado armas a los rebeldes, y se ha limitado a proveerles de un modesto equipamiento de espionaje.
A la Agencia Central de Inteligencia, que tuvo una notable presencia en Libia durante la caída del régimen de Muamar el Gadafi, le ha resultado extremadamente difícil penetrar en los heterogéneos grupos opositores sirios. En el caso libio había un Consejo Nacional de Transición unificado y eficazmente organizado, algo de lo que carecen ahora los rebeldes en Siria. De momento, según diversos altos funcionarios de EE UU, la CIA ha podido conseguir información de los grupos rebeldes gracias a que les ha entregado material técnico para efectuar escuchas al régimen, que a su vez la misma agencia emplea para espiarles.
“Hay un nutrido número de grupos en Siria que participan en este movimiento de oposición. Está el Consejo Nacional Sirio, con el que nos hemos reunido varias veces. Están los grupos kurdos. Está el Ejército Libre de Siria. Y están trabajando, de forma conjunta y cada vez mejor, en un plan para una transición política”, dijo el lunes, en conferencia de prensa, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland. “Todos están emitiendo, incluido el Ejército Libre de Siria, mensajes más positivos sobre una Siria para todos los sirios, un país democrático que proteja los derechos de la mayoría y de las minorías. Ese es el tipo de mensajes que queremos ver de su parte”.
A pesar de esas peticiones de gestos contundentes prodemocráticos a los opositores, algunos altos funcionarios de la diplomacia norteamericana han definido al Ejército Libre de Siria y otros grupos rebeldes como desorganizados y carentes de un plan concreto para el futuro del país, según han revelado recientemente medios norteamericanos como el diario The Washington Post. Los recelos se deben, en gran parte, a la falta de información fidedigna proveniente de los servicios de inteligencia. Hasta ahora, EE UU ha tenido que depender, en un alto grado, de datos obtenidos de los servicios de espionaje de países aliados como Turquía o Jordania. La CIA, es cierto, le ha cedido información a países como Qatar o Arabia Saudí, que sí han armado a los rebeldes.
En el caso de Libia, los rebeldes tomaron control del este del país con relativa rapidez, ubicando en la localidad de Bengasi su centro de resistencia. Siria es un país mucho más pequeño y mucho más poblado, en el que el Gobierno ha sabido coartar la toma de poder en centros de población por parte de los opositores con una campaña de represión que se ha cobrado 10.000 vidas, según la ONU. Como ocurrió en Libia, sin embargo, el presidente norteamericano, Barack Obama, ha autorizado a la CIA a que asista a los rebeldes cuando lo considere adecuado, siempre obteniendo autorización expresa del Despacho Oval.
La labor de la CIA la ha entorpecido el hecho de que EE UU decidiera cerrar su embajada en Damasco el pasado mes de febrero, ante las repetidas amenazas de seguridad del régimen contra su personal diplomático. Eso ha dejado a la agencia operando con sólo un grupo de no más de seis agentes en la frontera con Turquía, según reveló ayer el Post, citando fuentes cercanas a la Casa Blanca. Una de las principales preocupaciones de EE UU es controlar el arsenal de armas químicas del régimen sirio, que el lunes amenazó con usarlas en caso de “agresión externa”, según el portavoz del Ministerio de Exteriores sirio, Jihad al Maqdisi.
La amenaza de emplear armas químicas -el régimen tiene arsenales de gas sarín, gas mostaza y cianuro- ha provocado la indignación en Washington. El propio presidente Obama dijo en un discurso en Nevada, el lunes, que “el mundo está vigilante” y que el régimen de El Asad “rendirá cuentas si comete el trágico error de emplear esas armas”. El Pentágono añadió, a través de su portavoz, George Little, que “el régimen de Siria es ya responsable de unos niveles de violencia deplorables e inaceptables en contra de su propia población, y no deberían pensar ni un ápice en usar armas químicas”.