Ejército egipcio y Mursi luchan por control del poder
El Cairo, Reuters
Sentado entre dos altos generales del Ejército egipcio, el recién elegido presidente del país, el islamista Mohamed Mursi, supervisó el jueves una ceremonia con reclutas militares en una escena con una rígida coreografía que podría haberse sacado de la época de Hosni Mubarak.
Pero más allá de las formalidades, se desarrolla un sutil juego entre dos potentes y antiguos adversarios en lo que probablemente se convierta en una lucha islamista para reducir la influencia de un Ejército que ha gobernado el país durante los últimos 60 años.
Mursi, que el pasado sábado tomo posesión del cargo convirtiéndose en el primer mandatario elegido por el pueblo en la historia de Egipto, vio cómo sus poderes eran recortados por los generales en la víspera de su victoria.
El nuevo presidente ha cedido pronto a las exhibiciones de la pompa militar que son habituales en la vida del país, aunque las fuerzas armadas no le han dado ninguna influencia en sus asuntos.
El Gobierno que está intentando formar podría dejar los ministerios más poderosos en manos de los militares, que también tiene la última palabra sobre las nuevas leyes desde que desarticularon la cámara baja del Parlamento dominado por los Hermanos Musulmanes de Mursi, después de un fallo judicial que encontró errores en el proceso de votación.
En las ocho décadas desde su fundación, los Hermanos Musulmanes han evitado la confrontación directa con los gobernantes y Mursi parece que continuará la tradición -trabajando bajo el radar para hacer incursiones graduales en un Estado monolítico.
"Es una danza de escorpiones entre ellos", dijo un alto responsable del Estado, comentando la dinámica entre el equipo de Mursi y los militares gobernantes.
Oficialmente, el Ejército se ha hecho con el control de los futuros poderes de Mursi reservándose el poder de veto para una nueva constitución.
Pero el respaldo popular del que goza el presidente da la fuerza para demandar suficiente poder como para luchar contra la corrupción y la pobreza y restaurar la estabilidad, las peticiones que tenían quienes lideraron la revuelta que acabó con Mubarak.
Mursi ya ha cambiado a parte del equipo presidencial y los responsables del seguridad. Se ha reunido con los jefes de las finanzas estatales y del cuerpo de auditoría para pedirles más transparencia y una mejor gestión, según uno de sus altos consejeros.
Por ahora, él y los Hermanos Musulmanes parecen congeniar con los planes del Ejército. Un alto responsable de la formación sugirió que los militares esperan mantener el control en Defensa, Interior y Asuntos Exteriores dentro del Gobierno que se formará en los próximos días.
Pero añadió que esperan reformas graduales en el Ministerio del Interior, que ha sido el blanco de críticas generalizadas por las duras tácticas de la policía en la época de Mubarak.
Sin embargo, la forma que tendrá el gabinete está todavía por definir y los Hermanos Musulmanes dijeron que trabajarán con sus aliados islamistas, cristianos, liberales y otras fuerzas para formar una coalición de gobierno.
Sentado entre dos altos generales del Ejército egipcio, el recién elegido presidente del país, el islamista Mohamed Mursi, supervisó el jueves una ceremonia con reclutas militares en una escena con una rígida coreografía que podría haberse sacado de la época de Hosni Mubarak.
Pero más allá de las formalidades, se desarrolla un sutil juego entre dos potentes y antiguos adversarios en lo que probablemente se convierta en una lucha islamista para reducir la influencia de un Ejército que ha gobernado el país durante los últimos 60 años.
Mursi, que el pasado sábado tomo posesión del cargo convirtiéndose en el primer mandatario elegido por el pueblo en la historia de Egipto, vio cómo sus poderes eran recortados por los generales en la víspera de su victoria.
El nuevo presidente ha cedido pronto a las exhibiciones de la pompa militar que son habituales en la vida del país, aunque las fuerzas armadas no le han dado ninguna influencia en sus asuntos.
El Gobierno que está intentando formar podría dejar los ministerios más poderosos en manos de los militares, que también tiene la última palabra sobre las nuevas leyes desde que desarticularon la cámara baja del Parlamento dominado por los Hermanos Musulmanes de Mursi, después de un fallo judicial que encontró errores en el proceso de votación.
En las ocho décadas desde su fundación, los Hermanos Musulmanes han evitado la confrontación directa con los gobernantes y Mursi parece que continuará la tradición -trabajando bajo el radar para hacer incursiones graduales en un Estado monolítico.
"Es una danza de escorpiones entre ellos", dijo un alto responsable del Estado, comentando la dinámica entre el equipo de Mursi y los militares gobernantes.
Oficialmente, el Ejército se ha hecho con el control de los futuros poderes de Mursi reservándose el poder de veto para una nueva constitución.
Pero el respaldo popular del que goza el presidente da la fuerza para demandar suficiente poder como para luchar contra la corrupción y la pobreza y restaurar la estabilidad, las peticiones que tenían quienes lideraron la revuelta que acabó con Mubarak.
Mursi ya ha cambiado a parte del equipo presidencial y los responsables del seguridad. Se ha reunido con los jefes de las finanzas estatales y del cuerpo de auditoría para pedirles más transparencia y una mejor gestión, según uno de sus altos consejeros.
Por ahora, él y los Hermanos Musulmanes parecen congeniar con los planes del Ejército. Un alto responsable de la formación sugirió que los militares esperan mantener el control en Defensa, Interior y Asuntos Exteriores dentro del Gobierno que se formará en los próximos días.
Pero añadió que esperan reformas graduales en el Ministerio del Interior, que ha sido el blanco de críticas generalizadas por las duras tácticas de la policía en la época de Mubarak.
Sin embargo, la forma que tendrá el gabinete está todavía por definir y los Hermanos Musulmanes dijeron que trabajarán con sus aliados islamistas, cristianos, liberales y otras fuerzas para formar una coalición de gobierno.