¿Dónde está el busto de Churchill que adornaba el Despacho Oval con Bush?
La Casa Blanca y la Embajada británica tratan de aclarar una vieja polémica sobre el destino de la escultura del ‘Premier’ avivada por Romney durante su viaje a Londres
Eva Sáiz
Washington, El País
El destino final de un busto de Winston Churchill que adornó el Despacho Oval durante la presidencia de Geroge W. Bush y que su sucesor decidió sustituir por otro de Abraham Lincoln se ha convertido en la última polémica de Washington durante este fin de semana. El director de Comunicación de la Casa Blanca, primero, y el jefe de prensa de la Embajada británica, después, trataron de detener un viejo rumor de que Barack Obama había devuelto la escultura del Premier inglés al comienzo de su mandato por su supuesta aversión a todo lo que tuviera que ver con la era Bush y, por extensión, con el Reino Unido. Las aclaraciones solo sirvieron para avivar más la controversia.
El pasado jueves por la noche, el candidato republicano, Mitt Romney, en un acto de recaudación de fondos en Londres -la primera escala de su primer viaje al exterior como aspirante a la presidencia de Estados Unidos-, declaró que estaba “deseando volver a ver el busto de Churchill en la Casa Blanca”. Ese mismo día, el columnista conservador de The Washington Times Charles Krauthammer había recordado en su columna, haciendo referencia a un artículo publicado por The Telegraph en 2009, que la escultura había sido devuelta por el presidente a la Embajada Británica. “Obama inauguró su mandato devolviendo el busto de Winston Churchill que había decorado el Despacho Oval”, escribía Krauthammer.
Al día siguiente, en un inusitado post escrito en el blog de la Casa Blanca por su director de Comunicación, Dan Pfeiffer, se desmentía por completo esa información, asegurando que el busto del Premier británico seguía en la residencia del presidente de EE UU, aunque no en el Cuarto de Tratados. Para demostrar su afirmación, Pfeiffer citaba sendos artículos de The National Journal y de AP, que corroboraban esa versión, e incluía una foto de 2010 en la que se ve al Primer Ministro británico, David Cameron, y a Obama contemplando el famoso busto.
Pero, al parecer, la escultura a la que se refería Pfeiffer no era la misma que estuvo en el Despacho Oval durante la presidencia de W. Bush, como se encargó de aclarar el secretario de Prensa de la Embajada británica, James Barbour, a la cadena ABC: “El busto de Winston Churchill, esculpido por sir Jacob Epstein, se cedió por la colección del Gobierno de Gran Bretaña a la Administración Bush durante el periodo de su presidencia. Cuando ésta terminó, expiró el préstamo y ahora el busto está en la Embajada británica. La Casa Blanca tiene su propia escultura de Epstein, que es la que el presidente Obama mostró a Cameron durante su visita en marzo de 2010”.
El propio Pfeiffer, posteriormente, aclaró ese particular al final del mismo post con el que había pretendido esclarecer el rumor, consiguiendo todo lo contrario.”La Casa Blanca es la propietaria de un busto de Churchill desde 1960. La versión que estaba en el Despacho Oval durante la presidencia de George W. Bush era un regalo que le hizo Tony Blair tras los atentados del 11-S”. Una explicación que William Allman, el conservador de la Casa Blanca, ya dio en 2010 a la cadena CBS.
El malentendido del verdadero destino del busto -de los dos bustos, cabría decir- de Churchill ha alimentado las redes sociales, las columnas y los informativos de la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses este fin de semana. Algunos se han limitado a recoger el incidente con ironía jugando con la doble acepción en inglés de la palabra busto [bust], que también significa descalabra. Otros, como Andrew Rosenthal en The New York Times, han sido más incisivos. “Después de insultar a los organizadores de los Juegos de Londres, Romney dijo que quería volver a ver de nuevo el busto de Churchill en el Despacho Oval ¿Debemos asumir que ama más a Churchill que a Lincoln, a Gran Bretaña más que a América?”, finalizaba su columna.
Eva Sáiz
Washington, El País
El destino final de un busto de Winston Churchill que adornó el Despacho Oval durante la presidencia de Geroge W. Bush y que su sucesor decidió sustituir por otro de Abraham Lincoln se ha convertido en la última polémica de Washington durante este fin de semana. El director de Comunicación de la Casa Blanca, primero, y el jefe de prensa de la Embajada británica, después, trataron de detener un viejo rumor de que Barack Obama había devuelto la escultura del Premier inglés al comienzo de su mandato por su supuesta aversión a todo lo que tuviera que ver con la era Bush y, por extensión, con el Reino Unido. Las aclaraciones solo sirvieron para avivar más la controversia.
El pasado jueves por la noche, el candidato republicano, Mitt Romney, en un acto de recaudación de fondos en Londres -la primera escala de su primer viaje al exterior como aspirante a la presidencia de Estados Unidos-, declaró que estaba “deseando volver a ver el busto de Churchill en la Casa Blanca”. Ese mismo día, el columnista conservador de The Washington Times Charles Krauthammer había recordado en su columna, haciendo referencia a un artículo publicado por The Telegraph en 2009, que la escultura había sido devuelta por el presidente a la Embajada Británica. “Obama inauguró su mandato devolviendo el busto de Winston Churchill que había decorado el Despacho Oval”, escribía Krauthammer.
Al día siguiente, en un inusitado post escrito en el blog de la Casa Blanca por su director de Comunicación, Dan Pfeiffer, se desmentía por completo esa información, asegurando que el busto del Premier británico seguía en la residencia del presidente de EE UU, aunque no en el Cuarto de Tratados. Para demostrar su afirmación, Pfeiffer citaba sendos artículos de The National Journal y de AP, que corroboraban esa versión, e incluía una foto de 2010 en la que se ve al Primer Ministro británico, David Cameron, y a Obama contemplando el famoso busto.
Pero, al parecer, la escultura a la que se refería Pfeiffer no era la misma que estuvo en el Despacho Oval durante la presidencia de W. Bush, como se encargó de aclarar el secretario de Prensa de la Embajada británica, James Barbour, a la cadena ABC: “El busto de Winston Churchill, esculpido por sir Jacob Epstein, se cedió por la colección del Gobierno de Gran Bretaña a la Administración Bush durante el periodo de su presidencia. Cuando ésta terminó, expiró el préstamo y ahora el busto está en la Embajada británica. La Casa Blanca tiene su propia escultura de Epstein, que es la que el presidente Obama mostró a Cameron durante su visita en marzo de 2010”.
El propio Pfeiffer, posteriormente, aclaró ese particular al final del mismo post con el que había pretendido esclarecer el rumor, consiguiendo todo lo contrario.”La Casa Blanca es la propietaria de un busto de Churchill desde 1960. La versión que estaba en el Despacho Oval durante la presidencia de George W. Bush era un regalo que le hizo Tony Blair tras los atentados del 11-S”. Una explicación que William Allman, el conservador de la Casa Blanca, ya dio en 2010 a la cadena CBS.
El malentendido del verdadero destino del busto -de los dos bustos, cabría decir- de Churchill ha alimentado las redes sociales, las columnas y los informativos de la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses este fin de semana. Algunos se han limitado a recoger el incidente con ironía jugando con la doble acepción en inglés de la palabra busto [bust], que también significa descalabra. Otros, como Andrew Rosenthal en The New York Times, han sido más incisivos. “Después de insultar a los organizadores de los Juegos de Londres, Romney dijo que quería volver a ver de nuevo el busto de Churchill en el Despacho Oval ¿Debemos asumir que ama más a Churchill que a Lincoln, a Gran Bretaña más que a América?”, finalizaba su columna.