La Unión Europea anima a España al rescate financiero
Europa debe modificar la norma para permitir una inyección directa a la banca
Alemania presiona para que el Ejecutivo español recurra al fondo de ayuda
Luis Doncel
Bruselas, El País
El gran tabú se ha roto. Lo innombrable ya está aquí. El rescate de uno de los cuatro grandes de la eurozona ya no parece el pronóstico de los señores de las tinieblas. La mezcla letal de una recesión que promete alargarse con la enorme factura que ha dejado el agujero de la banca empuja a España cada vez más cerca de Grecia, Irlanda o Portugal.
Es difícil encontrar estos días en Bruselas un alto funcionario o un responsable político que, siempre bajo el anonimato, no dé por hecho que España acabará pidiendo ayuda externa para no caer en la insolvencia. “Basta con hacer números. ¿De dónde van a llegar las decenas de miles de millones que necesita el sistema financiero español para recapitalizarse? Las actuales condiciones del mercado hacen que sea prácticamente imposible obtenerlos allí”, señalan fuentes comunitarias.
El semanario Der Spiegel, según adelantó ayer, publica en su edición de hoy que el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, presionó a su homólogo Luis de Guindos para que España recurra al fondo de rescate europeo. La revista sostiene que el Gobierno alemán, que estima las necesidades de capital de la banca española entre 50.000 y 90.000 millones, se decidió por esta opción a principios de semana. Schäuble se lo planteó al ministro español el miércoles en Berlín, siempre según la versión de la revista. Sin embargo, fuentes del Gobierno español afirman que la conversación entre ambos ministros en Berlin giró entorno a la unión bancaria europea. Fuentes del Gobierno alemán señalaron anoche que “solo España podrá decidir si pide un rescate. Nadie más”.
Bruselas es consciente del potencial destructivo que podría tener un rescate español. Por ello preferiría que la recapitalización se hiciera a través de los inversores privados o de la deuda pública. Pero estas opciones parecen poco factibles, por lo que las instituciones europeas señalan que existe el dinero y los mecanismos necesarios para evitar una quiebra de la banca española.
Para sortear la catástrofe solo queda confiar en Mario Draghi. Pero el presidente del Banco Central Europeo reiteró esta semana que su trabajo no es “llenar el vacío que deja la inacción de los Gobiernos”. Si finalmente ocurre lo peor, queda una duda: si el salvamento se dirigirá a las entidades con problemas, con Bankia a la cabeza, o si el virus infectará a todo el país y será el Estado el que acabe recibiendo la inyección.
Incluso en el infierno, los matices cuentan: si el préstamo va al Gobierno, el país se verá sometido a una intervención con todas las consecuencias, al estilo de las tres que ya han protagonizado Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ninguno de estos casos ofrece un precedente muy tranquilizador. Si va a las entidades, en cambio, España retendría algún margen de maniobra.
Nadie sabe a cuánto ascenderá la factura que los contribuyentes acabarán pagando por los excesos de las cajas durante los años locos del ladrillo. Un informe publicado el jueves por Morgan Stanley estima entre 45.000 y 55.000 millones las necesidades de capital del sistema financiero, aunque otros analistas elevan el tiro hasta los 100.000 millones. Para saberlo con exactitud habrá que esperar a finales de mes, cuando las consultoras Roland Berger y Oliver Wyman publiquen su análisis de las tripas del sector. “El Estado y las comunidades autónomas tienen este año unas necesidades de financiación (vencimientos de deuda, déficit público e inyección de capital en Bankia) de por lo menos 250.000 millones. Con la prima de riesgo en torno a 540 puntos es imposible emitir este volumen de deuda. No hay más opción que buscar ayuda exterior”, señala el catedrático de la Universidad de Valencia Joaquín Maudos.
Un día antes de que el habitualmente cauto ministro de Economía, Luis de Guindos, admitiera que el futuro del euro se jugará en España e Italia en las próximas semanas, el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, sugirió cambiar las reglas para que el fondo de rescate europeo pueda enchufar toda su potencia directamente en los bancos, sin pasar por el Estado. Pero, como recordó el comisario Olli Rehn, las normas actuales lo impiden.
Solo un acuerdo de los líderes europeos que se verán en Bruselas el próximo 28 y 29 de junio permitiría aflojar un poco la soga que aprieta cada vez más a España. “Parece difícil modificar tan rápido las normas, pero esta crisis ya nos ha acostumbrando a que en el último momento se tomen decisiones que muchos creían imposibles”, comentan fuentes de la Comisión. “La recapitalización directa es la mejor opción. El fondo de rescate podría ser el germen de la unión bancaria europea, aunque hoy por hoy no tiene la estructura necesaria. Y construir eso lleva tiempo”, señala Andre Sapir, del instituto Bruegel.
El presidente Mariano Rajoy se mantiene firme, al menos frente a los micrófonos, en que España no precisará ningún tipo de rescate. “No se acerca el Apocalipsis. No vamos a naufragar”, dijo ayer mismo. “La inyección directa no es una iniciativa del Gobierno. Y en cualquier caso valdría para toda la banca europea, no solo para la española”, asegura una portavoz del Ministerio de Economía. Pero la iniciativa tiene más problemas. El más grande se llama Angela Merkel. La canciller ha dejado claro que rechaza un rescate de tapadillo, que no vaya directamente a un Gobierno que rinda cuentas sobre el dinero fresco que reciba de Europa. “Préstamos solo a cambio de soberanía”, podría ser el leitmotiv alemán.
El espejo irlandés
Un agujero en la banca superior a 50.000 millones. Un Gobierno que lo tapa con el dinero de los contribuyentes. Un país que al final se ve obligado a pedir dinero a Europa y al FMI para evitar la quiebra. ¿España en el verano de 2012? No, Irlanda hace año y medio.
Al margen de las diferencias —el drenaje de fondos públicos al sistema financiero en Dublín disparó el déficit hasta el 32% del PIB— muchos europeos tienen la sensación de dejà vu con las turbulencias españolas. “Parece que siguen el mismo patrón. Pero en este caso sería mucho más grave. La suma de los tres países rescatados equivale a la mitad de la economía española. Europa tiene que repensar su estrategia y es obvio que las recetas de austeridad extrema no han traído nada bueno”, señala Simon Tilford, del Center for European Reform.
Incluso una biblia del liberalismo como The Economist pedía el viernes que se libere a España de las ataduras del ajuste fiscal para centrarse en una limpieza a fondo de su sistema financiero.
La Comisión está satisfecha con los resultados cosechados en Dublín y Lisboa. “Las cosas en Irlanda no están saliendo mal. Y en Portugal pueden ir bien. Los dos países son muy serios y están tomando medidas muy duras”, señalan fuentes comunitarias.
Una visión diametralmente opuesta tiene el irlandés Kevin O’Rourke, profesor de Economía del Trinity College. “Los españoles tenéis que aprender varias lecciones. No garantizar todas las deudas de sus bancos. Que los inversores pierdan su dinero, asegurando los depósitos hasta una cantidad razonable. Estad preparados para afrontar la presión del BCE si es necesario: no están de vuestro lado”. Y termina con una advertencia: “Si sois lo suficientemente estúpidos como para repetir los errores de Irlanda, os mereceréis todo lo que os va a pasar”.
En una semana en la que la palabra “Spain” ha acaparado las portadas de Financial Times y en la que The Wall Street Journal llegó a publicar que el FMI ya preparaba planes de contingencia para rescatar a la cuarta economía de la eurozona —afirmación desmentida tanto por el Gobierno como por el propio Fondo—, los viajes del ministro Guindos a Berlín y de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a Washington no han contribuido a despejar las sospechas de que algo grave está a punto de ocurrir. Para colmo, la posible salida de Grecia del euro no hace sino complicar más la situación.
Pero, ¿puede Europa permitirse dejar caer a una economía de la importancia de la española? “Creo que la pregunta adecuada no es esa, sino si Europa puede continuar con la incertidumbre que genera los problemas bancarios españoles. Lo más urgente es buscar una forma de recapitalizar las entidades. Y si no hay fondos en el país habrá que encontrarlos fuera”, responde Sapir.
Una opinión parecida tiene Simon Tilford, economista jefe del think tank (grupo de opinión) londinense Center for European Reform. “El BCE debería ahuyentar el riesgo de insolvencia, pero es muy improbable que quiera. Por eso es necesaria una solución europea, pero basado en transferencias, no en préstamos”, afirma Tilford. La Comisión también propugna una solución europea basada en la unión bancaria, un fondo de garantía de depósitos común y los eurobonos. Pero no está claro que estas reformas lleguen a tiempo para salvar a España.
La intervención cerraría de un portazo el acceso del Tesoro al crédito en los mercados. Las consecuencias pueden ser devastadoras para la economía española, que en el último trimestre ha asistido impávida a una huida de capital récord, de 97.000 millones.
La caída de España corre el riesgo además de ser solo una pieza más en el dominó de la eurozona. Los mercados apuntarían en seguida a Italia; y más tarde a Francia y Bélgica. “Algunos europeos del norte dicen que si hace falta otro rescate, que sea cuanto antes para acabar con esta pesadilla. No se dan cuenta de que así empieza otra mucha peor”, señala un funcionario de la Comisión.
Mientras tanto, Bruselas exige a España que ponga cuanto antes las cartas sobre la mesa. La luna de miel con el Gobierno acabó con la decepción ante unos Presupuestos que se pospusieron por motivos políticos —y que no incluían medidas solicitadas por la Comisión como la subida del IVA—. La desconfianza se ha acentuado con las continuas revisiones al alza del déficit, que ha escalado al 8,9% del PIB, las dudas sobre las cuentas de las autonomías y el fuego cruzado entre el Banco de España y el Ejecutivo. El futuro de millones de españoles se juega en los próximos días.
Alemania presiona para que el Ejecutivo español recurra al fondo de ayuda
Luis Doncel
Bruselas, El País
El gran tabú se ha roto. Lo innombrable ya está aquí. El rescate de uno de los cuatro grandes de la eurozona ya no parece el pronóstico de los señores de las tinieblas. La mezcla letal de una recesión que promete alargarse con la enorme factura que ha dejado el agujero de la banca empuja a España cada vez más cerca de Grecia, Irlanda o Portugal.
Es difícil encontrar estos días en Bruselas un alto funcionario o un responsable político que, siempre bajo el anonimato, no dé por hecho que España acabará pidiendo ayuda externa para no caer en la insolvencia. “Basta con hacer números. ¿De dónde van a llegar las decenas de miles de millones que necesita el sistema financiero español para recapitalizarse? Las actuales condiciones del mercado hacen que sea prácticamente imposible obtenerlos allí”, señalan fuentes comunitarias.
El semanario Der Spiegel, según adelantó ayer, publica en su edición de hoy que el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, presionó a su homólogo Luis de Guindos para que España recurra al fondo de rescate europeo. La revista sostiene que el Gobierno alemán, que estima las necesidades de capital de la banca española entre 50.000 y 90.000 millones, se decidió por esta opción a principios de semana. Schäuble se lo planteó al ministro español el miércoles en Berlín, siempre según la versión de la revista. Sin embargo, fuentes del Gobierno español afirman que la conversación entre ambos ministros en Berlin giró entorno a la unión bancaria europea. Fuentes del Gobierno alemán señalaron anoche que “solo España podrá decidir si pide un rescate. Nadie más”.
Bruselas es consciente del potencial destructivo que podría tener un rescate español. Por ello preferiría que la recapitalización se hiciera a través de los inversores privados o de la deuda pública. Pero estas opciones parecen poco factibles, por lo que las instituciones europeas señalan que existe el dinero y los mecanismos necesarios para evitar una quiebra de la banca española.
Para sortear la catástrofe solo queda confiar en Mario Draghi. Pero el presidente del Banco Central Europeo reiteró esta semana que su trabajo no es “llenar el vacío que deja la inacción de los Gobiernos”. Si finalmente ocurre lo peor, queda una duda: si el salvamento se dirigirá a las entidades con problemas, con Bankia a la cabeza, o si el virus infectará a todo el país y será el Estado el que acabe recibiendo la inyección.
Incluso en el infierno, los matices cuentan: si el préstamo va al Gobierno, el país se verá sometido a una intervención con todas las consecuencias, al estilo de las tres que ya han protagonizado Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ninguno de estos casos ofrece un precedente muy tranquilizador. Si va a las entidades, en cambio, España retendría algún margen de maniobra.
Nadie sabe a cuánto ascenderá la factura que los contribuyentes acabarán pagando por los excesos de las cajas durante los años locos del ladrillo. Un informe publicado el jueves por Morgan Stanley estima entre 45.000 y 55.000 millones las necesidades de capital del sistema financiero, aunque otros analistas elevan el tiro hasta los 100.000 millones. Para saberlo con exactitud habrá que esperar a finales de mes, cuando las consultoras Roland Berger y Oliver Wyman publiquen su análisis de las tripas del sector. “El Estado y las comunidades autónomas tienen este año unas necesidades de financiación (vencimientos de deuda, déficit público e inyección de capital en Bankia) de por lo menos 250.000 millones. Con la prima de riesgo en torno a 540 puntos es imposible emitir este volumen de deuda. No hay más opción que buscar ayuda exterior”, señala el catedrático de la Universidad de Valencia Joaquín Maudos.
Un día antes de que el habitualmente cauto ministro de Economía, Luis de Guindos, admitiera que el futuro del euro se jugará en España e Italia en las próximas semanas, el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, sugirió cambiar las reglas para que el fondo de rescate europeo pueda enchufar toda su potencia directamente en los bancos, sin pasar por el Estado. Pero, como recordó el comisario Olli Rehn, las normas actuales lo impiden.
Solo un acuerdo de los líderes europeos que se verán en Bruselas el próximo 28 y 29 de junio permitiría aflojar un poco la soga que aprieta cada vez más a España. “Parece difícil modificar tan rápido las normas, pero esta crisis ya nos ha acostumbrando a que en el último momento se tomen decisiones que muchos creían imposibles”, comentan fuentes de la Comisión. “La recapitalización directa es la mejor opción. El fondo de rescate podría ser el germen de la unión bancaria europea, aunque hoy por hoy no tiene la estructura necesaria. Y construir eso lleva tiempo”, señala Andre Sapir, del instituto Bruegel.
El presidente Mariano Rajoy se mantiene firme, al menos frente a los micrófonos, en que España no precisará ningún tipo de rescate. “No se acerca el Apocalipsis. No vamos a naufragar”, dijo ayer mismo. “La inyección directa no es una iniciativa del Gobierno. Y en cualquier caso valdría para toda la banca europea, no solo para la española”, asegura una portavoz del Ministerio de Economía. Pero la iniciativa tiene más problemas. El más grande se llama Angela Merkel. La canciller ha dejado claro que rechaza un rescate de tapadillo, que no vaya directamente a un Gobierno que rinda cuentas sobre el dinero fresco que reciba de Europa. “Préstamos solo a cambio de soberanía”, podría ser el leitmotiv alemán.
El espejo irlandés
Un agujero en la banca superior a 50.000 millones. Un Gobierno que lo tapa con el dinero de los contribuyentes. Un país que al final se ve obligado a pedir dinero a Europa y al FMI para evitar la quiebra. ¿España en el verano de 2012? No, Irlanda hace año y medio.
Al margen de las diferencias —el drenaje de fondos públicos al sistema financiero en Dublín disparó el déficit hasta el 32% del PIB— muchos europeos tienen la sensación de dejà vu con las turbulencias españolas. “Parece que siguen el mismo patrón. Pero en este caso sería mucho más grave. La suma de los tres países rescatados equivale a la mitad de la economía española. Europa tiene que repensar su estrategia y es obvio que las recetas de austeridad extrema no han traído nada bueno”, señala Simon Tilford, del Center for European Reform.
Incluso una biblia del liberalismo como The Economist pedía el viernes que se libere a España de las ataduras del ajuste fiscal para centrarse en una limpieza a fondo de su sistema financiero.
La Comisión está satisfecha con los resultados cosechados en Dublín y Lisboa. “Las cosas en Irlanda no están saliendo mal. Y en Portugal pueden ir bien. Los dos países son muy serios y están tomando medidas muy duras”, señalan fuentes comunitarias.
Una visión diametralmente opuesta tiene el irlandés Kevin O’Rourke, profesor de Economía del Trinity College. “Los españoles tenéis que aprender varias lecciones. No garantizar todas las deudas de sus bancos. Que los inversores pierdan su dinero, asegurando los depósitos hasta una cantidad razonable. Estad preparados para afrontar la presión del BCE si es necesario: no están de vuestro lado”. Y termina con una advertencia: “Si sois lo suficientemente estúpidos como para repetir los errores de Irlanda, os mereceréis todo lo que os va a pasar”.
En una semana en la que la palabra “Spain” ha acaparado las portadas de Financial Times y en la que The Wall Street Journal llegó a publicar que el FMI ya preparaba planes de contingencia para rescatar a la cuarta economía de la eurozona —afirmación desmentida tanto por el Gobierno como por el propio Fondo—, los viajes del ministro Guindos a Berlín y de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a Washington no han contribuido a despejar las sospechas de que algo grave está a punto de ocurrir. Para colmo, la posible salida de Grecia del euro no hace sino complicar más la situación.
Pero, ¿puede Europa permitirse dejar caer a una economía de la importancia de la española? “Creo que la pregunta adecuada no es esa, sino si Europa puede continuar con la incertidumbre que genera los problemas bancarios españoles. Lo más urgente es buscar una forma de recapitalizar las entidades. Y si no hay fondos en el país habrá que encontrarlos fuera”, responde Sapir.
Una opinión parecida tiene Simon Tilford, economista jefe del think tank (grupo de opinión) londinense Center for European Reform. “El BCE debería ahuyentar el riesgo de insolvencia, pero es muy improbable que quiera. Por eso es necesaria una solución europea, pero basado en transferencias, no en préstamos”, afirma Tilford. La Comisión también propugna una solución europea basada en la unión bancaria, un fondo de garantía de depósitos común y los eurobonos. Pero no está claro que estas reformas lleguen a tiempo para salvar a España.
La intervención cerraría de un portazo el acceso del Tesoro al crédito en los mercados. Las consecuencias pueden ser devastadoras para la economía española, que en el último trimestre ha asistido impávida a una huida de capital récord, de 97.000 millones.
La caída de España corre el riesgo además de ser solo una pieza más en el dominó de la eurozona. Los mercados apuntarían en seguida a Italia; y más tarde a Francia y Bélgica. “Algunos europeos del norte dicen que si hace falta otro rescate, que sea cuanto antes para acabar con esta pesadilla. No se dan cuenta de que así empieza otra mucha peor”, señala un funcionario de la Comisión.
Mientras tanto, Bruselas exige a España que ponga cuanto antes las cartas sobre la mesa. La luna de miel con el Gobierno acabó con la decepción ante unos Presupuestos que se pospusieron por motivos políticos —y que no incluían medidas solicitadas por la Comisión como la subida del IVA—. La desconfianza se ha acentuado con las continuas revisiones al alza del déficit, que ha escalado al 8,9% del PIB, las dudas sobre las cuentas de las autonomías y el fuego cruzado entre el Banco de España y el Ejecutivo. El futuro de millones de españoles se juega en los próximos días.