España camina hacia el rescate bancario
El BCE y los países del norte de Europa prefieren una intervención inmediata
El Gobierno ya no se anima a desmentir nada: “La decisión no está tomada”
Luis Doncel / Carlos E. Cué
Madrid / Bruselas, El País
Mariano Rajoy compite consigo mismo para batir su propio récord: el tiempo que tarda en invalidar sus propias palabras. Hasta ahora eran unos meses. Esta vez puede ser solo dos semanas. El lunes pasado, el presidente fue tajante: “No va a haber ningún rescate de la banca española”. Este jueves, ya rebajó muchísimo: “Cuando conozcamos la cifra [del dinero que necesitan los bancos], hablaremos con los socios europeos y tomaremos decisión que sea mejor para los intereses de los españoles”. Y ayer, preguntada expresamente en siete ocasiones sobre ese rescate bancario, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, rehusó desmentir ni descartar nada y se limitó a esquivar las preguntas: “La decisión no está tomada”, repitió.
Esta decisión del Gobierno de Rajoy de no desmentir ya el rescate bancario, sumada a la catarata de informaciones en prensa internacional y los mensajes que trasladan en privado miembros del Ejecutivo, llevan a la misma conclusión: el rescate parece inminente. Aunque no se sabe aún cuándo será ni en qué condiciones, y el Ejecutivo hará todo lo posible para que no se le llame así, de la misma manera que insiste en llamar reformas a los recortes.
El Gobierno ya no se anima a desmentir nada: “La decisión no está tomada”
Luis Doncel / Carlos E. Cué
Madrid / Bruselas, El País
Mariano Rajoy compite consigo mismo para batir su propio récord: el tiempo que tarda en invalidar sus propias palabras. Hasta ahora eran unos meses. Esta vez puede ser solo dos semanas. El lunes pasado, el presidente fue tajante: “No va a haber ningún rescate de la banca española”. Este jueves, ya rebajó muchísimo: “Cuando conozcamos la cifra [del dinero que necesitan los bancos], hablaremos con los socios europeos y tomaremos decisión que sea mejor para los intereses de los españoles”. Y ayer, preguntada expresamente en siete ocasiones sobre ese rescate bancario, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, rehusó desmentir ni descartar nada y se limitó a esquivar las preguntas: “La decisión no está tomada”, repitió.
Esta decisión del Gobierno de Rajoy de no desmentir ya el rescate bancario, sumada a la catarata de informaciones en prensa internacional y los mensajes que trasladan en privado miembros del Ejecutivo, llevan a la misma conclusión: el rescate parece inminente. Aunque no se sabe aún cuándo será ni en qué condiciones, y el Ejecutivo hará todo lo posible para que no se le llame así, de la misma manera que insiste en llamar reformas a los recortes.
Sáenz de Santamaría ni siquiera quiso desmentir que los acontecimientos puedan precipitarse este fin de semana, como apuntó Reuters por la mañana y después señalaron múltiples fuentes y medios internacionales. Se aferró a lo que señalaba el Eurogrupo, esto es que “en este momento” no hay ninguna reunión por videoconferencia convocada para hoy. La vicepresidenta repitió el esquema de Rajoy: hablaremos cuando el FMI y las dos evaluadoras independientes nos digan cuánto dinero necesita la banca española. Pero lo cierto es que el Ejecutivo ya maneja datos orientativos y conoce los del FMI, que aprobó ayer su informe sobre la banca española, y la negociación estos días con los socios europeos no está parada: al contrario, se ha acelerado.
La estrategia de Rajoy es clara: imponer un silencio absoluto en su Ejecutivo y en el PP —desautorizó a todos el jueves— y, mientras, dedicarse al trabajo de despacho para rematar las condiciones del rescate.
El Ejecutivo no pronuncia en público esa palabra maldita, pero casi nadie se anima a negar en privado la evidencia. El Gobierno, eso sí, insiste en que España está logrando, en sus negociaciones, que el dinero para los bancos no llegue condicionado a decisiones de política económica. Esto es, no habrá más recortes —pensiones, sueldos de funcionarios, seguro de desempleo— a cambio de la ayuda para los bancos. Esa es la promesa en firme del Ejecutivo. Su manera de salvar los muebles ante un rescate parcial que es un gran varapalo para su imagen.
El silencio que ha ordenado Rajoy tiene una explicación política de fondo: el presidente y en especial su ministro de Economía, Luis de Guindos, reforzado internamente con el nombramiento del gobernador del Banco de España, están inmersos en una complejísima negociación en la que están buscando minimizar los daños del rescate.
Rajoy está tratando de aprovechar la presión de Francia, del FMI y de EE UU —el propio presidente Barack Obama habló de España y dijo que “no todo puede ser recortar, recortar y recortar, mientras el desempleo crece” y animó a los líderes europeos a tomar “acciones claras, cuanto antes, para inyectar capital en los bancos débiles”—.
La consigna en Bruselas y Berlín es la misma: el Gobierno español es el único que puede tomar la decisión final y no habrá presiones. “Es cuestión de cada país presentar la solicitud, y de momento no ha ocurrido”, dijo Angela Merkel. Pero las cancillerías europeas consideran que el rescate es solo cuestión de tiempo, y algunas tienen más prisa que otras. El más directo en reclamar rapidez fue el gobernador del Banco Nacional de Austria y miembro del BCE, Ewald Nowotny. “Cuanto más se aplazan las decisiones, más caras pueden volverse”, dijo ayer.
Este es el mensaje que, más o menos explícitamente, ha ido calando últimamente en los países más ricos de Europa, los que aún pueden presumir de una matrícula de honor en la calificación de su deuda. Si el rescate de España es inevitable, mejor que llegue cuanto antes, en vez de arrastrar los pies como hicieron Grecia, Irlanda y Portugal. “La experiencia demuestra que es mejor pedir ayuda más pronto que tarde”, aseguró Nowotny.
El vicepresidente del BCE, Vitor Constâncio, admitió que ya hay conversaciones con España y que es posible que el Gobierno pida el rescate este mismo sábado. El portugués, aunque insistió en que la decisión depende de Rajoy y de su equipo, pidió a Madrid “una respuesta urgente para calmar a los mercados”.
Holanda echó más leña al fuego. El ministro de Finanzas, Jan Kees de Jager, dijo que no descarta la celebración de un Eurogrupo hoy sábado, como había apuntado Reuters.
Mientras, la Comisión Europea prefiere seguir el calendario que hasta ayer parecía más probable y al que se aferra en público el Gobierno español: esperar a los resultados de las dos evaluaciones independientes. “Es muy importante tener claro el alcance de los desperfectos antes de acometer un posible rescate”, señaló el portavoz comunitario de Asuntos Económicos.
En Bruselas circulan argumentos encontrados para defender una y otra opción. Fuentes diplomáticas defienden que a España le conviene esperar. El creciente aislamiento del Gobierno alemán podrían facilitar el trabajo a Rajoy para arrancar mejores condiciones, aseguran estas fuentes. Otros, en cambio, argumentan que España debería convertirse en un dique de contención ante la fuga de capitales que puede generarse si el próximo 17 de julio gana las elecciones en Grecia Syriza, el partido que defiende renegociar las condiciones del rescate.
La estrategia de Rajoy es clara: imponer un silencio absoluto en su Ejecutivo y en el PP —desautorizó a todos el jueves— y, mientras, dedicarse al trabajo de despacho para rematar las condiciones del rescate.
El Ejecutivo no pronuncia en público esa palabra maldita, pero casi nadie se anima a negar en privado la evidencia. El Gobierno, eso sí, insiste en que España está logrando, en sus negociaciones, que el dinero para los bancos no llegue condicionado a decisiones de política económica. Esto es, no habrá más recortes —pensiones, sueldos de funcionarios, seguro de desempleo— a cambio de la ayuda para los bancos. Esa es la promesa en firme del Ejecutivo. Su manera de salvar los muebles ante un rescate parcial que es un gran varapalo para su imagen.
El silencio que ha ordenado Rajoy tiene una explicación política de fondo: el presidente y en especial su ministro de Economía, Luis de Guindos, reforzado internamente con el nombramiento del gobernador del Banco de España, están inmersos en una complejísima negociación en la que están buscando minimizar los daños del rescate.
Rajoy está tratando de aprovechar la presión de Francia, del FMI y de EE UU —el propio presidente Barack Obama habló de España y dijo que “no todo puede ser recortar, recortar y recortar, mientras el desempleo crece” y animó a los líderes europeos a tomar “acciones claras, cuanto antes, para inyectar capital en los bancos débiles”—.
La consigna en Bruselas y Berlín es la misma: el Gobierno español es el único que puede tomar la decisión final y no habrá presiones. “Es cuestión de cada país presentar la solicitud, y de momento no ha ocurrido”, dijo Angela Merkel. Pero las cancillerías europeas consideran que el rescate es solo cuestión de tiempo, y algunas tienen más prisa que otras. El más directo en reclamar rapidez fue el gobernador del Banco Nacional de Austria y miembro del BCE, Ewald Nowotny. “Cuanto más se aplazan las decisiones, más caras pueden volverse”, dijo ayer.
Este es el mensaje que, más o menos explícitamente, ha ido calando últimamente en los países más ricos de Europa, los que aún pueden presumir de una matrícula de honor en la calificación de su deuda. Si el rescate de España es inevitable, mejor que llegue cuanto antes, en vez de arrastrar los pies como hicieron Grecia, Irlanda y Portugal. “La experiencia demuestra que es mejor pedir ayuda más pronto que tarde”, aseguró Nowotny.
El vicepresidente del BCE, Vitor Constâncio, admitió que ya hay conversaciones con España y que es posible que el Gobierno pida el rescate este mismo sábado. El portugués, aunque insistió en que la decisión depende de Rajoy y de su equipo, pidió a Madrid “una respuesta urgente para calmar a los mercados”.
Holanda echó más leña al fuego. El ministro de Finanzas, Jan Kees de Jager, dijo que no descarta la celebración de un Eurogrupo hoy sábado, como había apuntado Reuters.
Mientras, la Comisión Europea prefiere seguir el calendario que hasta ayer parecía más probable y al que se aferra en público el Gobierno español: esperar a los resultados de las dos evaluaciones independientes. “Es muy importante tener claro el alcance de los desperfectos antes de acometer un posible rescate”, señaló el portavoz comunitario de Asuntos Económicos.
En Bruselas circulan argumentos encontrados para defender una y otra opción. Fuentes diplomáticas defienden que a España le conviene esperar. El creciente aislamiento del Gobierno alemán podrían facilitar el trabajo a Rajoy para arrancar mejores condiciones, aseguran estas fuentes. Otros, en cambio, argumentan que España debería convertirse en un dique de contención ante la fuga de capitales que puede generarse si el próximo 17 de julio gana las elecciones en Grecia Syriza, el partido que defiende renegociar las condiciones del rescate.