Vaticano dice que escándalo dañó fe en la Iglesia
Ciudad del Vaticano, Reuters
El Vaticano negó el lunes los reportes de la prensa italiana que señalaban que había un cardenal entre los que estaban siendo investigados por el escándalo de las filtraciones de documentos que sacudió los altos niveles de la Iglesia Católica.
El caso representa la peor crisis en el Papado de Benedicto XVI y derivó en el arresto de su mayordomo.
A pesar de desmentir los reportes, que indicaron que el mayordomo era apenas un mensajero en una encumbrada lucha de poder en la Santa Sede, el Vaticano reconoció que el sórdido caso pondrá a prueba la fe de los católicos.
El escándalo estalló la semana pasada cuando, en un lapso de pocos días, el presidente del banco del Vaticano fue abruptamente despedido, el mayordomo fue arrestado por las filtraciones y se publicó un libro denunciando presuntas conspiraciones entre los cardenales, los "príncipes de la Iglesia".
Los documentos filtrados a los periodistas se referían a corrupción en los vastos negocios financieros de la Iglesia con empresarios italianos.
El portavoz del Vaticano Federico Lombardi dijo en una rueda de prensa: "Esto es naturalmente algo que puede dañar a la iglesia y poner a prueba la confianza en ella y en la Santa Sede".
Los diarios italianos, citando a otras fuentes en el Vaticano, reportaron que el mayordomo detenido es meramente un chivo expiatorio y fue castigado debido a que la Iglesia no estaba dispuesta a involucrar a los cardenales detrás de las filtraciones.
"Hay filtradores entre los cardenales, pero la Secretaría del Estado no podía decir eso, por eso arrestaron al sirviente, Paolo, que sólo entregaba cartas en nombre de otros", dijo uno de los responsables según citó el diario La Repubblica.
La Secretaría del Estado es administrada por el cardenal Tarcisio Bertone, la poderosa mano derecha del Papa, y el escándalo parece involucrar una lucha entre sus aliados y sus enemigos que recuerda a las conspiraciones del Renacimiento dentro del Vaticano.
Luego de una investigación al interior de la Santa Sede, el mayordomo Paolo Gabriele, de 46 años, fue acusado el sábado de robar documentos papales confidenciales. Personas ligadas a las filtraciones citadas por La Stampa, La Repubblica y otros medios dijeron que el caso tenía un alcance mucho mayor.
Lombardi negó que algún cardenal estuviera siendo investigado. "Niego categóricamente que algún cardenal, italiano o de otro origen, sea sospechoso", aseguró.
El portavoz afirmó que el Papa estaba siguiendo el caso de cerca pero con calma y que las conversaciones sobre luchas de poder internas detrás del caso habían sigo exageradas.
Uno de los dos abogados de Gabriele, Carlo Fusco, dijo que su cliente cooperará con los investigadores que están intentando dar con otros sospechosos.
Ahora mencionado en las declaraciones del Vaticano como "el acusado", Gabriele fue hasta el miércoles por la noche el hombre tranquilo que servía la comida del Papa, lo ayudaba a vestirse y sostenía su paraguas en los días de lluvia.
"Creo que este es un momento muy serio, es una crisis grave porque tiene que ver con la violación de la confianza en el círculo íntimo del Vaticano", dijo Robert Moynihan, editor de la revista Inside the Vatican.
"El Papa no puede estar seguro de que un documento en su propio escritorio no va a ser tomado y fotocopiado. Parece que la persona que tomaba esos documentos ha sido descubierta, pero hay una sensación general de que esto representa más que eso, de que hay alguien más detrás", explicó a Reuters Televisión.
El Vaticano negó el lunes los reportes de la prensa italiana que señalaban que había un cardenal entre los que estaban siendo investigados por el escándalo de las filtraciones de documentos que sacudió los altos niveles de la Iglesia Católica.
El caso representa la peor crisis en el Papado de Benedicto XVI y derivó en el arresto de su mayordomo.
A pesar de desmentir los reportes, que indicaron que el mayordomo era apenas un mensajero en una encumbrada lucha de poder en la Santa Sede, el Vaticano reconoció que el sórdido caso pondrá a prueba la fe de los católicos.
El escándalo estalló la semana pasada cuando, en un lapso de pocos días, el presidente del banco del Vaticano fue abruptamente despedido, el mayordomo fue arrestado por las filtraciones y se publicó un libro denunciando presuntas conspiraciones entre los cardenales, los "príncipes de la Iglesia".
Los documentos filtrados a los periodistas se referían a corrupción en los vastos negocios financieros de la Iglesia con empresarios italianos.
El portavoz del Vaticano Federico Lombardi dijo en una rueda de prensa: "Esto es naturalmente algo que puede dañar a la iglesia y poner a prueba la confianza en ella y en la Santa Sede".
Los diarios italianos, citando a otras fuentes en el Vaticano, reportaron que el mayordomo detenido es meramente un chivo expiatorio y fue castigado debido a que la Iglesia no estaba dispuesta a involucrar a los cardenales detrás de las filtraciones.
"Hay filtradores entre los cardenales, pero la Secretaría del Estado no podía decir eso, por eso arrestaron al sirviente, Paolo, que sólo entregaba cartas en nombre de otros", dijo uno de los responsables según citó el diario La Repubblica.
La Secretaría del Estado es administrada por el cardenal Tarcisio Bertone, la poderosa mano derecha del Papa, y el escándalo parece involucrar una lucha entre sus aliados y sus enemigos que recuerda a las conspiraciones del Renacimiento dentro del Vaticano.
Luego de una investigación al interior de la Santa Sede, el mayordomo Paolo Gabriele, de 46 años, fue acusado el sábado de robar documentos papales confidenciales. Personas ligadas a las filtraciones citadas por La Stampa, La Repubblica y otros medios dijeron que el caso tenía un alcance mucho mayor.
Lombardi negó que algún cardenal estuviera siendo investigado. "Niego categóricamente que algún cardenal, italiano o de otro origen, sea sospechoso", aseguró.
El portavoz afirmó que el Papa estaba siguiendo el caso de cerca pero con calma y que las conversaciones sobre luchas de poder internas detrás del caso habían sigo exageradas.
Uno de los dos abogados de Gabriele, Carlo Fusco, dijo que su cliente cooperará con los investigadores que están intentando dar con otros sospechosos.
Ahora mencionado en las declaraciones del Vaticano como "el acusado", Gabriele fue hasta el miércoles por la noche el hombre tranquilo que servía la comida del Papa, lo ayudaba a vestirse y sostenía su paraguas en los días de lluvia.
"Creo que este es un momento muy serio, es una crisis grave porque tiene que ver con la violación de la confianza en el círculo íntimo del Vaticano", dijo Robert Moynihan, editor de la revista Inside the Vatican.
"El Papa no puede estar seguro de que un documento en su propio escritorio no va a ser tomado y fotocopiado. Parece que la persona que tomaba esos documentos ha sido descubierta, pero hay una sensación general de que esto representa más que eso, de que hay alguien más detrás", explicó a Reuters Televisión.