Superviviente de matanza en Noruega cuenta que un joven dio su vida por ella

Oslo, AFP
Una superviviente de la matanza perpetrada por Anders Behring Breivik contó este miércoles que otro joven presente en la isla noruega de Utoya el 22 julio de 2011 le salvó la vida al interponerse cuando el ultraderechista disparó contra ella en medio de la carnicería.

Cerca de una cabaña situada a la orilla del lago, Andrine Johansen creía haber hallado "el escondite perfecto", cuando Breivik estaba disparando en el campamento de jóvenes laboristas.

Desde ahí, lo vio matar metódicamente a varios de sus compañeros.

Tras recibir un balazo en el pecho, recuerda haber estado en las aguas glaciales del lago. "Me iba sofocar con mi propia sangre, cuando lo vi ejecutar a todos mis amigos", afirmó.

Así, vio al ultraderechista ejecutar a 14 de las 69 personas que murieron ese día en Utoya. Andrine Johansen recordó cómo Breivik, disfrazado de policía para burlar la vigilancia, acercó su arma a 10 centímetros de la cabeza de uno de sus compañeros y disparó.

Tras comprobar que todos los jóvenes que se habían escondido en las inmediaciones de la cabaña habían muerto, Breivik se volvió hacia ella y levantó el arma sonriendo, contó la joven de 17 años.

No obstante, las balas pasaron a través de su ropa y cayeron alrededor de ella, sin alcanzarla.

"Cuando iba a volver a disparar, Henrik Rasmussen se tiró y se sacrificó por mí", declaró Andrine Johansen. "Recibió los balazos que eran para mí", afirmó.

"Estaba segura de que me iba a morir", prosiguió, contando que había varios cadáveres en torno a ella, con la cabeza flotando en el agua, y que oyó a Breivik gritar de alegría.

"Me pregunté si yo era una mala persona a la que se le negaba el paraíso", dijo.

En el agua del lago, la superviviente fingió estar muerta. Pensó en su entierro y en escribir la palabra "blanco" sobre su ropa con su propia sangre para indicar el color del ataúd que quería para ella.

Finalmente, Andrine Johansen fue evacuada en un barco.

Actualmente, se recuperó físicamente, pero sigue sufriendo psicológicamente. Así, no puede comer alimentos rojos que le hacen acordar a lo que vio en la isla de Utoya.

Otra testigo, Ylva Helene Schwenke, que tenía 14 años cuando Breivik le disparó, dijo no tener "miedo" de mostrar sus cicatrices. "Pagamos el precio de la democracia y ganamos", afirmó esta joven, que recibió cuatro balazos.

El 22 de julio de 2011, horas antes de la matanza de Utoya, Breivik había hecho estallar una bomba cerca de la sede del gobierno noruego, provocando otras ocho víctimas.

El extremista de derecha calificó su gesto de ataques preventivos contra los "traidores de la patria" culpables según él de librar Noruega al multiculturalismo y a "la invasión musulmana".

Andrine Johansen, una superviviente de la matanza perpetrada por Anders Behring Breivik en la isla noruega de Utoya el 22 julio de 2011, posa tras testificar en la corte de Oslo, el 23 de mayo de 2012.

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