¿Problemas con acreedores? Atenas sabe a quien recomendar
Nueva York, EP
Si cualquier otro país europeo siguiera los pasos de Grecia y necesitara reestructurar su deuda, Atenas puede recomendar a un abogado.
Lee Buchheit diseñó el acuerdo de reestructuración que redujo la deuda griega en 100.000 millones de euros y provocó grandes pérdidas a los tenedores de bonos en marzo.
En los últimos 30 años, los presidentes y ministros de finanzas han recurrido a Buchheit, de 61 años, más que a ningún otro abogado para ayudar a contener las demandas de los acreedores cuando sus Gobiernos se quedaron sin dinero.
Sus clientes lo adoran porque puede ayudar a eliminar miles de millones de dólares de deuda. Sus oponentes legales -inversores de bonos, algunos de ellos llamados fondos buitre- lo odian por la misma razón.
Además de Grecia, las carpetas guardadas en las paredes, escritorios y estantes de la modesta oficina de Buchheit en el bajo Manhattan hablan de otros casos complejos, como los que ganó para Irak e Islandia.
A menudo los países recurren al elegante Buchheit cuando se han quedado sin dinero porque sus Gobiernos ratifican malas decisiones durante demasiado tiempo, con resultados desastrosos.
Buchheit no quiere cambiar de bando.
"Representar al Gobierno en estos asuntos es más divertido. Es una mezcla de política, finanzas y ley, y teatro", aseguró.
Buchheit recordó cómo una ministra de Finanzas asiática -a la que se refirió sólo como "La Dama de Hierro"- puso una mano en su brazo durante una maratónica reunión a las 3 de la mañana y dijo "sé que nos vas a sacar de esto".
"Ese es el tipo de cosas que uno disfruta", explicó.
Los documentos académicos y libros que publicó, así como los reportes legales que presentó en las últimas tres décadas, llenan gran parte del vacío cuando no existe ninguna ley formal sobre los casos de bancarrota de la deuda soberana.
Sus rivales dicen que sigue una estrategia en la que aprovecha la posición de fortaleza de sus clientes gubernamentales, que no tienen que responder a un juez de bancarrota.
Buchheit, un socio mayoritario, ayudó a convertir al estudio jurídico Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, una de las primeras 20 firmas de abogados en Estados Unidos, en el defensor casi de facto de los Gobiernos en disputas financieras. Los acreedores dicen que sus tácticas legales pisotean sus derechos.
Si los griegos apoyan a partidos que quieren suspender el acuerdo de rescate internacional en las elecciones del 17 de junio -convocadas tras una votación inconclusa el 6 de mayo-, su pertenencia a la zona euro será difícil de mantener y países como España e Italia también podrían quedar bajo el asedio de los mercados.
Buchheit, nacido en Pittsburgh y recientemente reincorporado a la actividad luego de una seria enfermedad en la garganta, dijo que prevé que más naciones europeas sufrirán la misma suerte que Grecia.
Los inversores están demandando mayores dividendos de los países de la zona euro que están luchando con elevados niveles de endeudamiento o bajo crecimiento, como Portugal, España e Italia.
UNA CLAUSULA QUE SE ACTUALIZA
En Grecia, que emprendió la mayor reestructuración de deuda soberana de la historia, Buchheit vio un vacío legal para usar una táctica prestada de la ley comercial británica del siglo XIX -la cláusula de acción colectiva-, que permitió al Parlamento del país cambiar las reglas que gobernaban su deuda retroactivamente e imponer un acuerdo.
La cláusula de acción colectiva permite a una súper mayoría de tenedores de bonos votar a favor de una reestructuración para hacerla legalmente vinculante, incluso para aquellos que voten en contra de la medida.
Sin embargo, los problemas políticos de Grecia están lejos de estar resueltos.
Buchheit culpa a los funcionarios de la zona euro, sobre todo al ex liderazgo del Banco Central Europeo(BCE), por permitir que la crisis de la deuda creciera durante dos años.
Por eso tiene palabras duras para el ex presidente del BCE Jean-Claude Trichet y para el ex miembro del comité ejecutivo Lorenzo Bini Smaghi. Ambos, dice, agravaron la crisis griega demorando un acuerdo para eliminar parte de su deuda porque se vieron abrumados por el temor de un colapso del mercado.
El BCE actuó "con la mentalidad de un niño de seis años al que se le mete en la cabeza que los demonios se esconden debajo de sus sábanas en un cuarto oscuro. El pánico aumenta a cada hora", explicó.
"Me cuesta imaginar que ahora se van a poner a la altura de la propuesta que demoraron -a un costo atroz para Grecia, sus acreedores y sus auspiciantes del sector público- (...) porque simplemente no entendieron la dinámica del mercado CDS", dijo Buchheit, en referencia a los seguros usados por los inversores para protegerse frente a las cesaciones de pago.
Los numerosos intentos de contactar a Trichet no tuvieron éxito.
Bini Smaghi, ahora miembro del Centro de Asuntos Internacionales Weatherhead de la Universidad de Harvard, discutió la caracterización de Buchheit.
"El hecho de que la operación de renegociación haya sido más simple de lo que se esperaba no prueba que no hubiera sido complicada si se hubiera hecho más temprano", aseguró.
"Fue mejor no hacerla dos años antes porque esto dio más tiempo al mercado para prepararse", agregó.
Muchos piensan que un acuerdo un año antes era posible.
Eso hubiera costado a los acreedores privados entre un 20 y un 40 por ciento de sus bonos griegos en vez del "recorte" de casi el 75 por ciento que tuvieron que aceptar, dijo Lawrence Goodman, presidente del Centro para la Estabilidad Financiera, un grupo de estudios sin fines de lucro basado en Nueva York.
MAPA PARA FUTURAS CESACIONES DE PAGOS
Buchheit se deleita de haber cambiado por completo un viejo precedente legal.
Cita entre sus inspiraciones la filosofía racionalista previa a la Ilustración de Spinoza, el filósofo holandés del siglo XVII que defendió un enfoque basado en la ciencia frente a las visiones convencionales de la época, centradas en Dios.
Los abogados que trabajan en colocaciones de bonos suelen reciclar contratos legales que finalmente sufren de "inercia de borrador" y no logran desafiar a un precedente existente, dijo Buchheit, "a menos que, de vez en cuando, aparezca alguien como yo que diga 'esto es una locura, no deberíamos hacerlo'".
Un año antes de que Atenas lo contratara en julio del 2011, Buchheit esquematizó su plan para Grecia en artículos escritos junto al profesor de la Escuela de Derecho Duke G. Mitu Gulati. Esas notas fueron usadas por muchas autoridades europeas para argumentar a su favor.
"Varias personas del sector público dijeron, 'mira, todos sabemos lo que tiene que pasar, pero alguien tiene que decirles'. Entonces Mitu y yo le dimos un matiz de la academia, lo pusimos en una web académica", dijo. "Fue un poco inusual", afirmó.
Los abogados plantearon como precedente legal la situación única de que el 90 por ciento de la deuda griega estaba gobernada por la ley griega y por lo tanto podía ser modificada por el Parlamento para incluir la cláusula de acción colectiva. En febrero de este año, eso es lo que hizo el Parlamento griego.
El uso retroactivo de la cláusula no tenía precedentes y aceleró el plan para que todos los países de la zona euro incluyan esta medida antes de junio del 2013. El cambio supone reglas más claras para manejar futuras cesaciones de pagos.
"La pregunta es, ¿es un precedente intolerable?", señaló Buchheit. "El sector público sabía que ese cambio legislativo retroactivo a las leyes de bonos locales era un arma termonuclear", afirmó, esperando que la historia juzgue a esa estrategia como el uso "más suave, maduro y moderado de esa arma".
LOS FONDOS BUITRES
Buchheit, quien estudió en la Universidad de Cambridge y en la de Pensilvania, encontró cláusulas de acción colectiva sepultadas en microfichas de la biblioteca de Harvard, rastreándolas hasta el momento de su origen en la Inglaterra del siglo XIX.
Su estudio Cleary primero las usó en el 2003 para pactos de deuda soberana que rigen a la deuda mexicana y uruguaya bajo la ley de Nueva York. Y su uso se extendió con fuerza.
Entre las carpetas que habitan la oficina de Buchheit hay una llamada "BUITRES".
Se refiere a los inversores que se especializan en comprar deuda en cesación de pagos y que regularmente terminan disputando ante Buchheit y Cleary en las cortes de todo el mundo por el pago de los bonos que han comprado, cuyo valor frecuentemente ha sido reducido a centavos de dólar.
"Sí, ellos odian mis agallas", señaló Buchheit.
La reestructuración de Grecia y la forma particular en que Buchheit la diseño sirvieron para endurecer estas posiciones encontradas.
Algunos inversores temen que el creciente uso de cláusulas de acción colectiva haya inclinado para siempre la balanza a favor de los Gobiernos a instancias de los inversores en el juego de la reestructuración de deuda.
Elliott Management Corp, el fondo que se especializa en el manejo de deuda en default por unos 19.200 millones de dólares, dice que el uso de la cláusula de acción colectiva es sólo otra herramienta de los Gobiernos para dañar al mercado.
Buchheit sostiene que los inversores deben aplaudir las cláusulas de acción colectiva por consagrar sus derechos para votar en los acuerdos de reestructuración.
"Los países obligados a reestructurar su deuda hoy podrían ser un acreedor con grado de inversión en un par de años", indicó Buchheit.
Esto es un tibio consuelo para los inversores que ven como se pierden millones de deudas en las reestructuraciones de deuda.
Elliott y otros inversores protagonizan hace una década una intrincada disputa con Argentina, un cliente de Cleary, buscando el pago de la deuda pública, que fue declarada en cesación de pagos a fines del 2001.
Por este motivo, Argentina fue bloqueada de los mercados de capitales internacionales. Elliott ganó, pero no logró cobrar, 1.600 millones de dólares en la sentencia final, incluyendo intereses posteriores al fallo hasta enero del 2011.
Buchheit indicó que está excluido del caso debido a que representó en un momento a uno de los mayores acreedores de Argentina, el millonario empresario Kenneth Dart.
El abogado discute la postura de los demandantes que solicitan el valor original de la deuda que compraron frecuentemente por centavos de dólar.
Cuando las cosas salen mal para un país como Grecia, los mercados devalúan sus tenencias mucho antes de que comiencen las negociaciones.
"Toma con cautela a un hombre que te diga: 'compré un bono por 7 centavos ayer. Creo en la inviolabilidad del contrato, ¿usted no? No cree que debería recibir 100?'", indicó Buchheit.
"Vamos, lo compraste por 7 centavos, hay un riesgo en eso. Estás apostando al valor de recuperación, no estás apostando a la inviolabilidad del contrato", apuntó.
Si cualquier otro país europeo siguiera los pasos de Grecia y necesitara reestructurar su deuda, Atenas puede recomendar a un abogado.
Lee Buchheit diseñó el acuerdo de reestructuración que redujo la deuda griega en 100.000 millones de euros y provocó grandes pérdidas a los tenedores de bonos en marzo.
En los últimos 30 años, los presidentes y ministros de finanzas han recurrido a Buchheit, de 61 años, más que a ningún otro abogado para ayudar a contener las demandas de los acreedores cuando sus Gobiernos se quedaron sin dinero.
Sus clientes lo adoran porque puede ayudar a eliminar miles de millones de dólares de deuda. Sus oponentes legales -inversores de bonos, algunos de ellos llamados fondos buitre- lo odian por la misma razón.
Además de Grecia, las carpetas guardadas en las paredes, escritorios y estantes de la modesta oficina de Buchheit en el bajo Manhattan hablan de otros casos complejos, como los que ganó para Irak e Islandia.
A menudo los países recurren al elegante Buchheit cuando se han quedado sin dinero porque sus Gobiernos ratifican malas decisiones durante demasiado tiempo, con resultados desastrosos.
Buchheit no quiere cambiar de bando.
"Representar al Gobierno en estos asuntos es más divertido. Es una mezcla de política, finanzas y ley, y teatro", aseguró.
Buchheit recordó cómo una ministra de Finanzas asiática -a la que se refirió sólo como "La Dama de Hierro"- puso una mano en su brazo durante una maratónica reunión a las 3 de la mañana y dijo "sé que nos vas a sacar de esto".
"Ese es el tipo de cosas que uno disfruta", explicó.
Los documentos académicos y libros que publicó, así como los reportes legales que presentó en las últimas tres décadas, llenan gran parte del vacío cuando no existe ninguna ley formal sobre los casos de bancarrota de la deuda soberana.
Sus rivales dicen que sigue una estrategia en la que aprovecha la posición de fortaleza de sus clientes gubernamentales, que no tienen que responder a un juez de bancarrota.
Buchheit, un socio mayoritario, ayudó a convertir al estudio jurídico Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, una de las primeras 20 firmas de abogados en Estados Unidos, en el defensor casi de facto de los Gobiernos en disputas financieras. Los acreedores dicen que sus tácticas legales pisotean sus derechos.
Si los griegos apoyan a partidos que quieren suspender el acuerdo de rescate internacional en las elecciones del 17 de junio -convocadas tras una votación inconclusa el 6 de mayo-, su pertenencia a la zona euro será difícil de mantener y países como España e Italia también podrían quedar bajo el asedio de los mercados.
Buchheit, nacido en Pittsburgh y recientemente reincorporado a la actividad luego de una seria enfermedad en la garganta, dijo que prevé que más naciones europeas sufrirán la misma suerte que Grecia.
Los inversores están demandando mayores dividendos de los países de la zona euro que están luchando con elevados niveles de endeudamiento o bajo crecimiento, como Portugal, España e Italia.
UNA CLAUSULA QUE SE ACTUALIZA
En Grecia, que emprendió la mayor reestructuración de deuda soberana de la historia, Buchheit vio un vacío legal para usar una táctica prestada de la ley comercial británica del siglo XIX -la cláusula de acción colectiva-, que permitió al Parlamento del país cambiar las reglas que gobernaban su deuda retroactivamente e imponer un acuerdo.
La cláusula de acción colectiva permite a una súper mayoría de tenedores de bonos votar a favor de una reestructuración para hacerla legalmente vinculante, incluso para aquellos que voten en contra de la medida.
Sin embargo, los problemas políticos de Grecia están lejos de estar resueltos.
Buchheit culpa a los funcionarios de la zona euro, sobre todo al ex liderazgo del Banco Central Europeo(BCE), por permitir que la crisis de la deuda creciera durante dos años.
Por eso tiene palabras duras para el ex presidente del BCE Jean-Claude Trichet y para el ex miembro del comité ejecutivo Lorenzo Bini Smaghi. Ambos, dice, agravaron la crisis griega demorando un acuerdo para eliminar parte de su deuda porque se vieron abrumados por el temor de un colapso del mercado.
El BCE actuó "con la mentalidad de un niño de seis años al que se le mete en la cabeza que los demonios se esconden debajo de sus sábanas en un cuarto oscuro. El pánico aumenta a cada hora", explicó.
"Me cuesta imaginar que ahora se van a poner a la altura de la propuesta que demoraron -a un costo atroz para Grecia, sus acreedores y sus auspiciantes del sector público- (...) porque simplemente no entendieron la dinámica del mercado CDS", dijo Buchheit, en referencia a los seguros usados por los inversores para protegerse frente a las cesaciones de pago.
Los numerosos intentos de contactar a Trichet no tuvieron éxito.
Bini Smaghi, ahora miembro del Centro de Asuntos Internacionales Weatherhead de la Universidad de Harvard, discutió la caracterización de Buchheit.
"El hecho de que la operación de renegociación haya sido más simple de lo que se esperaba no prueba que no hubiera sido complicada si se hubiera hecho más temprano", aseguró.
"Fue mejor no hacerla dos años antes porque esto dio más tiempo al mercado para prepararse", agregó.
Muchos piensan que un acuerdo un año antes era posible.
Eso hubiera costado a los acreedores privados entre un 20 y un 40 por ciento de sus bonos griegos en vez del "recorte" de casi el 75 por ciento que tuvieron que aceptar, dijo Lawrence Goodman, presidente del Centro para la Estabilidad Financiera, un grupo de estudios sin fines de lucro basado en Nueva York.
MAPA PARA FUTURAS CESACIONES DE PAGOS
Buchheit se deleita de haber cambiado por completo un viejo precedente legal.
Cita entre sus inspiraciones la filosofía racionalista previa a la Ilustración de Spinoza, el filósofo holandés del siglo XVII que defendió un enfoque basado en la ciencia frente a las visiones convencionales de la época, centradas en Dios.
Los abogados que trabajan en colocaciones de bonos suelen reciclar contratos legales que finalmente sufren de "inercia de borrador" y no logran desafiar a un precedente existente, dijo Buchheit, "a menos que, de vez en cuando, aparezca alguien como yo que diga 'esto es una locura, no deberíamos hacerlo'".
Un año antes de que Atenas lo contratara en julio del 2011, Buchheit esquematizó su plan para Grecia en artículos escritos junto al profesor de la Escuela de Derecho Duke G. Mitu Gulati. Esas notas fueron usadas por muchas autoridades europeas para argumentar a su favor.
"Varias personas del sector público dijeron, 'mira, todos sabemos lo que tiene que pasar, pero alguien tiene que decirles'. Entonces Mitu y yo le dimos un matiz de la academia, lo pusimos en una web académica", dijo. "Fue un poco inusual", afirmó.
Los abogados plantearon como precedente legal la situación única de que el 90 por ciento de la deuda griega estaba gobernada por la ley griega y por lo tanto podía ser modificada por el Parlamento para incluir la cláusula de acción colectiva. En febrero de este año, eso es lo que hizo el Parlamento griego.
El uso retroactivo de la cláusula no tenía precedentes y aceleró el plan para que todos los países de la zona euro incluyan esta medida antes de junio del 2013. El cambio supone reglas más claras para manejar futuras cesaciones de pagos.
"La pregunta es, ¿es un precedente intolerable?", señaló Buchheit. "El sector público sabía que ese cambio legislativo retroactivo a las leyes de bonos locales era un arma termonuclear", afirmó, esperando que la historia juzgue a esa estrategia como el uso "más suave, maduro y moderado de esa arma".
LOS FONDOS BUITRES
Buchheit, quien estudió en la Universidad de Cambridge y en la de Pensilvania, encontró cláusulas de acción colectiva sepultadas en microfichas de la biblioteca de Harvard, rastreándolas hasta el momento de su origen en la Inglaterra del siglo XIX.
Su estudio Cleary primero las usó en el 2003 para pactos de deuda soberana que rigen a la deuda mexicana y uruguaya bajo la ley de Nueva York. Y su uso se extendió con fuerza.
Entre las carpetas que habitan la oficina de Buchheit hay una llamada "BUITRES".
Se refiere a los inversores que se especializan en comprar deuda en cesación de pagos y que regularmente terminan disputando ante Buchheit y Cleary en las cortes de todo el mundo por el pago de los bonos que han comprado, cuyo valor frecuentemente ha sido reducido a centavos de dólar.
"Sí, ellos odian mis agallas", señaló Buchheit.
La reestructuración de Grecia y la forma particular en que Buchheit la diseño sirvieron para endurecer estas posiciones encontradas.
Algunos inversores temen que el creciente uso de cláusulas de acción colectiva haya inclinado para siempre la balanza a favor de los Gobiernos a instancias de los inversores en el juego de la reestructuración de deuda.
Elliott Management Corp, el fondo que se especializa en el manejo de deuda en default por unos 19.200 millones de dólares, dice que el uso de la cláusula de acción colectiva es sólo otra herramienta de los Gobiernos para dañar al mercado.
Buchheit sostiene que los inversores deben aplaudir las cláusulas de acción colectiva por consagrar sus derechos para votar en los acuerdos de reestructuración.
"Los países obligados a reestructurar su deuda hoy podrían ser un acreedor con grado de inversión en un par de años", indicó Buchheit.
Esto es un tibio consuelo para los inversores que ven como se pierden millones de deudas en las reestructuraciones de deuda.
Elliott y otros inversores protagonizan hace una década una intrincada disputa con Argentina, un cliente de Cleary, buscando el pago de la deuda pública, que fue declarada en cesación de pagos a fines del 2001.
Por este motivo, Argentina fue bloqueada de los mercados de capitales internacionales. Elliott ganó, pero no logró cobrar, 1.600 millones de dólares en la sentencia final, incluyendo intereses posteriores al fallo hasta enero del 2011.
Buchheit indicó que está excluido del caso debido a que representó en un momento a uno de los mayores acreedores de Argentina, el millonario empresario Kenneth Dart.
El abogado discute la postura de los demandantes que solicitan el valor original de la deuda que compraron frecuentemente por centavos de dólar.
Cuando las cosas salen mal para un país como Grecia, los mercados devalúan sus tenencias mucho antes de que comiencen las negociaciones.
"Toma con cautela a un hombre que te diga: 'compré un bono por 7 centavos ayer. Creo en la inviolabilidad del contrato, ¿usted no? No cree que debería recibir 100?'", indicó Buchheit.
"Vamos, lo compraste por 7 centavos, hay un riesgo en eso. Estás apostando al valor de recuperación, no estás apostando a la inviolabilidad del contrato", apuntó.