Hollande pone en marcha el regreso de la izquierda francesa al poder
Sarkozy confirma a los suyos que se retira definitivamente de la política
Miguel Mora
París, El País
Por primera vez en 17 años, Francia tiene un presidente electo socialista. Sin tiempo para festejarlo mucho ni para descansar de una campaña personal que ha durado cerca de dos años, François Hollande se concentró ayer en su cuartel general de campaña, ahora rebautizada como sede de la transición, y empezó a organizar el regreso de la izquierda al escalón más alto del poder republicano. El ganador reunió a sus colaboradores a las nueve y media de la mañana, sin perder su proverbial cachaza pero tomando desde el inicio las distancias con su antecesor, que hace cinco años empezó a perder las elecciones del domingo al marcharse a descansar unos días al yate de un amigo millonario. La agenda nacional e internacional de Hollande echará humo en las próximas semanas, pero ahora el objetivo es buscar una victoria en las legislativas de junio que dé estabilidad al proyecto presidencial.
Nicolas Sarkozy también se reunió con los barones de su partido, la UMP, en el Elíseo, y les confirmó lo prometido hace dos meses y el domingo en la Mutualité. Según informó Le Figaro, Sarkozy anunció a sus 20 colaboradores más íntimos que se retira “definitivamente” de la política diciendo: “He pasado página, no seré candidato en las legislativas ni en las próximas presidenciales, pero estad tranquilos, renovaré mi carné del partido y pagaré mis cuotas”. Sarkozy trató de dulcificar la derrota, subrayando que solo fueron tres puntos. “Habría sido mejor ganar pero mirad cómo han perdido los otros que han perdido. No ha sido una humillación, contra lo que decía la prensa y los sondeos”. Por fin, el presidente pidió a los suyos que no se dividan “en grupos y subgrupos”, y confió en que los periodistas le dejen pronto “tranquilo”.
La transformación sufrida por el presidente saliente desde que acabó la campaña ha sido notable. De ser un candidato bronco, pasó a asumir de forma sobria y deportiva la derrota, y ayer cumplió de forma impecable con el protocolo republicano: invitó a Hollande a copresidir el martes el desfile que conmemora el final de la II Guerra Mundial, y dio su acuerdo a la fecha del traspaso de poderes, el 15 de mayo.
Socialistas y conservadores miran ya a las legislativas del 10 y el 17 de junio que deben dar o negar una mayoría parlamentaria a Hollande. La UMP alertó del “terrible peligro” que significaría que la izquierda y el Partido Socialista “acaparen todos los poderes políticos de Francia”, y decidió colocar a sus “tres tenores” al frente del equipo electoral. El primer ministro, François Fillon; el titular de Exteriores, Alain Juppé, y el secretario general de la UMP, Jean-François Copé, tratarán de reagrupar a unas tropas asustadas por el avance de la extrema derecha de Marine Le Pen.
Las especulaciones sobre el Gobierno que formará Hollande son continuas, pero la única certeza es que tendrá que ser paritario. El germanófilo Jean-Marc Ayrault, presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional, parece el mejor colocado para ser primer ministro, seguido por la primera secretaria del PS, Martine Aubry, hija de Jacques Delors. El barcelonés Manuel Valls, director de comunicación de la campaña, suena como ministro del Interior, y el exprimer ministro Laurent Fabius, vieja gloria socialista, aspira a ocupar la cartera de Exteriores. Una incógnita es el destino de Ségolène Royal, perdedora en 2007, ex compañera de Hollande y madre de sus cuatro hijos. Algunos la sitúan en la presidencia de la Asamblea Nacional, pero ella no lo confirma.
Por su parte, el presidente español, Mariano Rajoy, tiene “la obligación” de entenderse con Hollande y cree que la posición del nuevo presidente francés es “perfectamente compatible” con la de la canciller alemana, Angela Merkel, según declaró a la emisora Onda Cero. Solo ayer por la tarde, Rajoy llamó a Hollande para felicitarle por su triunfo y expresar su confianza en que se mantendrá la colaboración entre España y Francia
Miguel Mora
París, El País
Por primera vez en 17 años, Francia tiene un presidente electo socialista. Sin tiempo para festejarlo mucho ni para descansar de una campaña personal que ha durado cerca de dos años, François Hollande se concentró ayer en su cuartel general de campaña, ahora rebautizada como sede de la transición, y empezó a organizar el regreso de la izquierda al escalón más alto del poder republicano. El ganador reunió a sus colaboradores a las nueve y media de la mañana, sin perder su proverbial cachaza pero tomando desde el inicio las distancias con su antecesor, que hace cinco años empezó a perder las elecciones del domingo al marcharse a descansar unos días al yate de un amigo millonario. La agenda nacional e internacional de Hollande echará humo en las próximas semanas, pero ahora el objetivo es buscar una victoria en las legislativas de junio que dé estabilidad al proyecto presidencial.
Nicolas Sarkozy también se reunió con los barones de su partido, la UMP, en el Elíseo, y les confirmó lo prometido hace dos meses y el domingo en la Mutualité. Según informó Le Figaro, Sarkozy anunció a sus 20 colaboradores más íntimos que se retira “definitivamente” de la política diciendo: “He pasado página, no seré candidato en las legislativas ni en las próximas presidenciales, pero estad tranquilos, renovaré mi carné del partido y pagaré mis cuotas”. Sarkozy trató de dulcificar la derrota, subrayando que solo fueron tres puntos. “Habría sido mejor ganar pero mirad cómo han perdido los otros que han perdido. No ha sido una humillación, contra lo que decía la prensa y los sondeos”. Por fin, el presidente pidió a los suyos que no se dividan “en grupos y subgrupos”, y confió en que los periodistas le dejen pronto “tranquilo”.
La transformación sufrida por el presidente saliente desde que acabó la campaña ha sido notable. De ser un candidato bronco, pasó a asumir de forma sobria y deportiva la derrota, y ayer cumplió de forma impecable con el protocolo republicano: invitó a Hollande a copresidir el martes el desfile que conmemora el final de la II Guerra Mundial, y dio su acuerdo a la fecha del traspaso de poderes, el 15 de mayo.
Socialistas y conservadores miran ya a las legislativas del 10 y el 17 de junio que deben dar o negar una mayoría parlamentaria a Hollande. La UMP alertó del “terrible peligro” que significaría que la izquierda y el Partido Socialista “acaparen todos los poderes políticos de Francia”, y decidió colocar a sus “tres tenores” al frente del equipo electoral. El primer ministro, François Fillon; el titular de Exteriores, Alain Juppé, y el secretario general de la UMP, Jean-François Copé, tratarán de reagrupar a unas tropas asustadas por el avance de la extrema derecha de Marine Le Pen.
Las especulaciones sobre el Gobierno que formará Hollande son continuas, pero la única certeza es que tendrá que ser paritario. El germanófilo Jean-Marc Ayrault, presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional, parece el mejor colocado para ser primer ministro, seguido por la primera secretaria del PS, Martine Aubry, hija de Jacques Delors. El barcelonés Manuel Valls, director de comunicación de la campaña, suena como ministro del Interior, y el exprimer ministro Laurent Fabius, vieja gloria socialista, aspira a ocupar la cartera de Exteriores. Una incógnita es el destino de Ségolène Royal, perdedora en 2007, ex compañera de Hollande y madre de sus cuatro hijos. Algunos la sitúan en la presidencia de la Asamblea Nacional, pero ella no lo confirma.
Por su parte, el presidente español, Mariano Rajoy, tiene “la obligación” de entenderse con Hollande y cree que la posición del nuevo presidente francés es “perfectamente compatible” con la de la canciller alemana, Angela Merkel, según declaró a la emisora Onda Cero. Solo ayer por la tarde, Rajoy llamó a Hollande para felicitarle por su triunfo y expresar su confianza en que se mantendrá la colaboración entre España y Francia