Hermano de víctima lanza zapato al asesino de Oslo
Oslo, AFP
El proceso de Anders Behring Breivik, juzgado por la matanza de 77 personas el año pasado en Noruega, vivió el viernes su primer incidente serio cuando el hermano de una víctima lanzó un zapato contra el acusado, gritándole "¡Eres un asesino, vete al infierno!".
Al terminar la presentación de los informes de autopsia de las personas muertas en la isla de Utoya el 22 de julio de 2011, un individuo se puso súbitamente de pie y lanzó un zapato negro contra el ultraderechista, autor confeso de los ataques, sentado a pocos metros, según un periodista de la AFP que se hallaba en el lugar.
El incidente estuvo acompañado por los aplausos del público y por gritos de "¡bravo!", y provocó la suspensión temporal de la audiencia del viernes, 17 día del juicio.
El hombre, de origen iraquí y hermano de una de las personas que Breivik mató en un campamento de verano de las juventudes laboristas, fue rápidamente controlado por los servicios de seguridad, y conducido sin contemplaciones hacia el exterior de la sala, mientras entre sollozos seguía gritando en inglés "¡Vete al infierno!".
El zapato lanzado no llegó a tocar a Breivik, pero sí a su abogada, Vibeke Hein Baera, sentada entre el acusado y el público.
"Felizmente era solamente un zapato ", declaró Hein Baera a la AFP.
El episodio recuerda lo acaecido con el expresidente estadounidense George W. Bush, contra quien un periodista iraquí lanzó zapatos durante una visita del mandatario a Bagdad, en diciembre de 2008.
Al reanudarse la audiencia pocos minutos después, Breivik se dirigió al público: "Si alguien quiere tirarme algo, que lo haga cuando entro o salgo, no contra mi abogado", dijo.
Se trata del primer incidente serio que se produce desde el inicio del proceso, el 16 de abril, contra el ultraderechista, autor de dos ataques que causaron en total 77 muertos: 69 por disparos en la isla de Utoya, y ocho más en un previo atentado con explosivos frente a la sede del gobierno noruego en Oslo.
Hasta ahora, las audiencias habían estado marcadas por las lágrimas de los sobrevivientes de Utoya o de los familiares de las víctimas, pero éstos nunca habían atacado directamente al acusado.
Antes de suspender nuevamente la sesión a media jornada, la juez Wenche Elizabeth Arntzen agradeció a los participantes por la dignidad demostrada hasta ahora en el juicio.
En Utoya, la mayoría de las víctimas eran adolescentes que Breivik calificó de "objetivos legítimos" ya que eran miembros de un movimiento político que, según él, favorece al islam y el multiculturalismo en Noruega.
Declarado psicótico en una primera evaluación psiquiátrica, el extremista de 33 años -que reconoce los hechos pero se declara no culpable- pretende ser considerado mentalmente sano para que su ideología no quede invalidada por un diagnóstico médico.
Si es reconocido penalmente irresponsable, Breivik podría ser internado en un centro psiquiátrico el resto de su vida. Si se lo declarara responsable, es pasible de 21 años de prisión, una pena que puede ser ampliada mientras sea considerado peligroso.
Los jueces del tribunal de Oslo se pronunciarán al respecto en su veredicto, previsto en julio.
El proceso de Anders Behring Breivik, juzgado por la matanza de 77 personas el año pasado en Noruega, vivió el viernes su primer incidente serio cuando el hermano de una víctima lanzó un zapato contra el acusado, gritándole "¡Eres un asesino, vete al infierno!".
Al terminar la presentación de los informes de autopsia de las personas muertas en la isla de Utoya el 22 de julio de 2011, un individuo se puso súbitamente de pie y lanzó un zapato negro contra el ultraderechista, autor confeso de los ataques, sentado a pocos metros, según un periodista de la AFP que se hallaba en el lugar.
El incidente estuvo acompañado por los aplausos del público y por gritos de "¡bravo!", y provocó la suspensión temporal de la audiencia del viernes, 17 día del juicio.
El hombre, de origen iraquí y hermano de una de las personas que Breivik mató en un campamento de verano de las juventudes laboristas, fue rápidamente controlado por los servicios de seguridad, y conducido sin contemplaciones hacia el exterior de la sala, mientras entre sollozos seguía gritando en inglés "¡Vete al infierno!".
El zapato lanzado no llegó a tocar a Breivik, pero sí a su abogada, Vibeke Hein Baera, sentada entre el acusado y el público.
"Felizmente era solamente un zapato ", declaró Hein Baera a la AFP.
El episodio recuerda lo acaecido con el expresidente estadounidense George W. Bush, contra quien un periodista iraquí lanzó zapatos durante una visita del mandatario a Bagdad, en diciembre de 2008.
Al reanudarse la audiencia pocos minutos después, Breivik se dirigió al público: "Si alguien quiere tirarme algo, que lo haga cuando entro o salgo, no contra mi abogado", dijo.
Se trata del primer incidente serio que se produce desde el inicio del proceso, el 16 de abril, contra el ultraderechista, autor de dos ataques que causaron en total 77 muertos: 69 por disparos en la isla de Utoya, y ocho más en un previo atentado con explosivos frente a la sede del gobierno noruego en Oslo.
Hasta ahora, las audiencias habían estado marcadas por las lágrimas de los sobrevivientes de Utoya o de los familiares de las víctimas, pero éstos nunca habían atacado directamente al acusado.
Antes de suspender nuevamente la sesión a media jornada, la juez Wenche Elizabeth Arntzen agradeció a los participantes por la dignidad demostrada hasta ahora en el juicio.
En Utoya, la mayoría de las víctimas eran adolescentes que Breivik calificó de "objetivos legítimos" ya que eran miembros de un movimiento político que, según él, favorece al islam y el multiculturalismo en Noruega.
Declarado psicótico en una primera evaluación psiquiátrica, el extremista de 33 años -que reconoce los hechos pero se declara no culpable- pretende ser considerado mentalmente sano para que su ideología no quede invalidada por un diagnóstico médico.
Si es reconocido penalmente irresponsable, Breivik podría ser internado en un centro psiquiátrico el resto de su vida. Si se lo declarara responsable, es pasible de 21 años de prisión, una pena que puede ser ampliada mientras sea considerado peligroso.
Los jueces del tribunal de Oslo se pronunciarán al respecto en su veredicto, previsto en julio.