Cómo fue que los rusos perdieron el miedo
Algo está pasando en Rusia que no encaja dentro del patrón conocido. A pesar del violento enfrentamiento entre manifestantes y fuerzas del orden la semana pasada, manifestantes contra Putin, inconformes con el retorno del mandatario a la presidencia de Rusia, siguen expresando su descontento en la calle.
A diferencia de lo ocurrido en la víspera de la toma de posesión, en que cientos de personas resultaron heridas y otras tantas fueron detenidas, en los últimos días, las autoridades las están dejando hacer. Y el movimiento de protesta no remite.
Algunos ven esto como una señal de que el miedo está cediendo terreno en Rusia. O está cambiando de bando.
Otros prefieren ser más cautos y esperar por el desarrollo de los acontecimientos antes de sentenciar el "nacimiento de una sociedad civil" -como dijera la escritora Lyudmila Ulitskaya- ni mucho menos el principio de un cambio político en esa nación.
Generacional
"Es difícil decir si la sociedad rusa está perdiendo el miedo. El miedo está ahí. Nunca se aleja demasiado", le dice a BBC Mundo la periodista y conocedora de la política rusa, Marsha Karp.
"Los que están avanzando son los jóvenes, las nuevas generaciones. Tienen menos miedo que sus padres", agrega.
"Es difícil decir si la sociedad rusa está perdiendo el miedo. El miedo está ahí. Nunca se aleja demasiado"
Marsha Karp, periodista rusa
En efecto, los jóvenes son los principales protagonistas del campo Abay, una especie de campamento al estilo de los creados por los "indignados" en diferentes ciudades del mundo, en el boulevard Chistye Prudy de Moscú, donde se yergue una estatua en honor a un poeta kazajo del mismo nombre.
Charlas al aire libre, grupos musicales, juegos de mesa, actividades familiares, burbujas de jabón, todo parece tener cabida en el campo Abay, en un ambiente que algunos describen como de "atmósfera surreal de vacaciones".
Pero también hubo personas todas las edades en una masiva manifestación que tuvo lugar este domingo, cuando un grupo de escritos se propuso cruzar la ciudad, a manera de "experimento".
Los escritores querían determinar si era posible caminar de un lugar a otro de la ciudad "sin ser bloqueado, golpeado, envenenado con gas, detenido, arrestado o al menos sujeto a molestas y estúpidas preguntas", según dijeron.
Al final, miles de personas -cerca de 2.000 según la policía y más de 10.000 según los organizadores- se unieron a la marcha pacífica, que logró su cometido.
Cuidadosos
El departamento de monitoreo de medios de la BBC incluso notó que "rompiendo con la tradición de ignorar o disminuir protestas recientes en Moscú", algunos de los canales de televisión controlados por el Estado "mostraron reportajes muy balanceados acerca del llamado paseo de los escritores" este domingo.
Es cierto que en el "paseo" no hubo pancartas, consignas o discursos. Sólo cintas blancas identificaban a los participantes como opositores. Además de encontrar formas originales de protestar, los manifestantes están teniendo mucho cuidado de no provocar a las autoridades.
Pero por qué el gobierno se ha mantenido al margen, parece ser una pregunta para la que nadie tiene una respuesta definitiva todavía. El Kremlin no se ha pronunciado todavía sobre las últimas acciones de calle.
"No sabemos qué clase de consejeros tiene Putin. Es posible que le hayan dicho que no es bueno tener brutalidad policial", dice la periodista Marsha Karp.
Karp agrega que también del lado de los políticos hay miedo. "Es posible que Putin haya decidido dejar que los manifestantes hagan lo que quieran por un par de días, y después comenzará a lloverles otra vez. Es posible que esté apostando a que las protestas se disuelvan solas", señala.
¿Cuál es el pronóstico para esta apuesta de Putin? Algunos opinan que el movimiento está poco articulado, que sus demandas no son coherentes y que muchos se le están uniendo animadas por una "mentalidad de rebaño".
Karp celebra lo que considera no es una "protesta vacía".
Pero que logre tener un impacto en la dirección de la política rusa, es un tema diferente.
"Es muy difícil lograr algo como eso en situaciones donde no hay elecciones justas, donde el gobierno cuenta con toda la fuerza de una policía antidisturbios. Pero está teniendo un efecto. Se están planificando más protestas. Estas escenas infunden miedo a Putin y sus allegados. Si está suficientemente asustado, podría optar por mayor brutalidad. O podría introducir cambios", afirma.