Obama en Colombia: “Legalizar las drogas no es la respuesta”
Barack Obama rechaza la despenalización pero considera “legítimo” abrir el debate
La disputa sobre Cuba y las Malvinas impide el consenso en la cumbre
Cartagena de Indias, El País
El presidente de uno de los mayores países productores de cocaína, Juan Manuel Santos, de Colombia, y el del mayor consumidor mundial de drogas, Barack Obama, de EE UU, amigos y aliados, discrepan en un punto: la despenalización de las drogas como una vía de solución a la violencia del narcotráfico. En un acto público celebrado en el marco de la VI Cumbre de las Américas, en Cartagena de Indias, Obama afirmó que “legalizar las drogas no es la respuesta”, porque solo “empeoraría” un problema que ya siembra de cadáveres la región. Santos, por su parte, consideró que la estrategia de guerra contra las drogas de los últimos 40 años no ha dado resultados satisfactorios y que era necesario buscar “alternativas más eficaces”.
“Mi posición personal y la de mi Gobierno”, dijo Obama, “es que la legalización de las drogas no es la respuesta. De hecho, si uno considera qué pasaría, veríamos que habría un comercio masivo de drogas que dominaría a muchos países, sin límites para sus operaciones, y esto podría ser mucho más dañino que las condiciones que existen en este momento”.
Pero el presidente de EE UU admitió la responsabilidad de su país en el problema y estimó “legítimo” abrir el debate sobre la regulación o despenalización de los estupefacientes. “Somos conscientes de nuestra responsabilidad en este tema y creo que es completamente legítimo entablar una discusión sobre si las leyes que están ahora en vigor son leyes que quizá están causando más daños que beneficios en algunos campos”, afirmó. Obama recordó que EE UU ha invertido 30.000 millones de dólares en programas de prevención y tratamiento.
Muchos de los asistentes al debate entre los dos líderes interpretaron las palabras de Obama en el contexto de que está inmerso en la campaña electoral para su reelección y no descartaban que de lograr un nuevo mandato la iniciativa a favor de la despenalización pudiera cobrar fuerza.
Santos, que habló con la autoridad de ser el presidente de uno de los países que más ha sufrido la violencia de los carteles de la droga, defendió la necesidad de examinar si la estrategia de guerra desplegada por Washington a principios de los años setenta durante la presidencia de Richard Nixon es efectiva. “Llegó el momento de analizar si lo que hacemos en materia de lucha antidrogas es lo mejor o buscamos una alternativa más efectiva y menos costosa”, señaló.
Sin embargo, el mérito de haber introducido el debate sobre la despenalización en la agenda de la región hay que atribuírselo al exgeneral y presidente de Guatemala, Otto Pérez, el primer jefe de Estado en ejercicio en plantearlo. Guatemala como otros países de Centroamérica vive una ola de violencia asociada al narcotráfico que supone un auténtico desafío a la viabilidad de los Estados. Las tasas de mortalidad vinculadas al crimen organizado se han disparado, sobre todo en Honduras, y los carteles mexicanos han extendido sus operaciones en la región al sentirse más presionados en su país.
En una entrevista con el diario colombiano El Tiempo, Otto Pérez subraya que la política antidrogas seguida hasta ahora no ha funcionado —“los carteles han crecido, el consumo ha aumentado igual que los homicidios”— y acusa a EE UU de “boicotear” la cumbre regional que convocó en Guatemala el pasado 24 de marzo para tratar el tema “presionando a algunos presidentes para que no vinieran”. De hecho, a aquella cita solo acudieron los líderes de Panamá y Costa Rica.
La búsqueda de soluciones innovadoras frente al narcotráfico no figuraba en el programa oficial de esta edición de la Cumbre de las Américas pero se convirtió en uno de esos resultados intangibles a los que son proclives esta clase de cónclaves.
Dos temas que sí estaban en la agenda, la participación de Cuba en este club y el fin de su aislamiento diplomático así como el apoyo regional a la reivindicación argentina sobre las islas Malvinas, estaban encallados. Los cancilleres de la treintena de países participantes no lograron un consenso sobre ambas y no hubo una declaración final.
EE UU y Canadá vetan la participación de La Habana por no cumplir con los requisitos democráticos exigibles para ello. Los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), que lidera la Venezuela de Hugo Chávez, emitieron, por su parte, un comunicado en el que anuncian su decisión de no participar en las próximas cumbres de las Américas si Cuba no es incluida.
En el caso de las Malvinas, el malestar en la delegación argentina era patente por no haber logrado el respaldo continental. La reivindicación de Buenos Aires no fue mencionada por el presidente Santos en la inauguración de la cumbre el sábado y se daba por hecho que EE UU no iba a entrar en conflicto con sus aliados británicos por este tema. La presidente argentina, Cristina Fernández, abandonó Cartagena sin esperar al final de la cumbre.
La disputa sobre Cuba y las Malvinas impide el consenso en la cumbre
Cartagena de Indias, El País
El presidente de uno de los mayores países productores de cocaína, Juan Manuel Santos, de Colombia, y el del mayor consumidor mundial de drogas, Barack Obama, de EE UU, amigos y aliados, discrepan en un punto: la despenalización de las drogas como una vía de solución a la violencia del narcotráfico. En un acto público celebrado en el marco de la VI Cumbre de las Américas, en Cartagena de Indias, Obama afirmó que “legalizar las drogas no es la respuesta”, porque solo “empeoraría” un problema que ya siembra de cadáveres la región. Santos, por su parte, consideró que la estrategia de guerra contra las drogas de los últimos 40 años no ha dado resultados satisfactorios y que era necesario buscar “alternativas más eficaces”.
“Mi posición personal y la de mi Gobierno”, dijo Obama, “es que la legalización de las drogas no es la respuesta. De hecho, si uno considera qué pasaría, veríamos que habría un comercio masivo de drogas que dominaría a muchos países, sin límites para sus operaciones, y esto podría ser mucho más dañino que las condiciones que existen en este momento”.
Pero el presidente de EE UU admitió la responsabilidad de su país en el problema y estimó “legítimo” abrir el debate sobre la regulación o despenalización de los estupefacientes. “Somos conscientes de nuestra responsabilidad en este tema y creo que es completamente legítimo entablar una discusión sobre si las leyes que están ahora en vigor son leyes que quizá están causando más daños que beneficios en algunos campos”, afirmó. Obama recordó que EE UU ha invertido 30.000 millones de dólares en programas de prevención y tratamiento.
Muchos de los asistentes al debate entre los dos líderes interpretaron las palabras de Obama en el contexto de que está inmerso en la campaña electoral para su reelección y no descartaban que de lograr un nuevo mandato la iniciativa a favor de la despenalización pudiera cobrar fuerza.
Santos, que habló con la autoridad de ser el presidente de uno de los países que más ha sufrido la violencia de los carteles de la droga, defendió la necesidad de examinar si la estrategia de guerra desplegada por Washington a principios de los años setenta durante la presidencia de Richard Nixon es efectiva. “Llegó el momento de analizar si lo que hacemos en materia de lucha antidrogas es lo mejor o buscamos una alternativa más efectiva y menos costosa”, señaló.
Sin embargo, el mérito de haber introducido el debate sobre la despenalización en la agenda de la región hay que atribuírselo al exgeneral y presidente de Guatemala, Otto Pérez, el primer jefe de Estado en ejercicio en plantearlo. Guatemala como otros países de Centroamérica vive una ola de violencia asociada al narcotráfico que supone un auténtico desafío a la viabilidad de los Estados. Las tasas de mortalidad vinculadas al crimen organizado se han disparado, sobre todo en Honduras, y los carteles mexicanos han extendido sus operaciones en la región al sentirse más presionados en su país.
En una entrevista con el diario colombiano El Tiempo, Otto Pérez subraya que la política antidrogas seguida hasta ahora no ha funcionado —“los carteles han crecido, el consumo ha aumentado igual que los homicidios”— y acusa a EE UU de “boicotear” la cumbre regional que convocó en Guatemala el pasado 24 de marzo para tratar el tema “presionando a algunos presidentes para que no vinieran”. De hecho, a aquella cita solo acudieron los líderes de Panamá y Costa Rica.
La búsqueda de soluciones innovadoras frente al narcotráfico no figuraba en el programa oficial de esta edición de la Cumbre de las Américas pero se convirtió en uno de esos resultados intangibles a los que son proclives esta clase de cónclaves.
Dos temas que sí estaban en la agenda, la participación de Cuba en este club y el fin de su aislamiento diplomático así como el apoyo regional a la reivindicación argentina sobre las islas Malvinas, estaban encallados. Los cancilleres de la treintena de países participantes no lograron un consenso sobre ambas y no hubo una declaración final.
EE UU y Canadá vetan la participación de La Habana por no cumplir con los requisitos democráticos exigibles para ello. Los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), que lidera la Venezuela de Hugo Chávez, emitieron, por su parte, un comunicado en el que anuncian su decisión de no participar en las próximas cumbres de las Américas si Cuba no es incluida.
En el caso de las Malvinas, el malestar en la delegación argentina era patente por no haber logrado el respaldo continental. La reivindicación de Buenos Aires no fue mencionada por el presidente Santos en la inauguración de la cumbre el sábado y se daba por hecho que EE UU no iba a entrar en conflicto con sus aliados británicos por este tema. La presidente argentina, Cristina Fernández, abandonó Cartagena sin esperar al final de la cumbre.