Obama insiste en que abordará la reforma migratoria

Según una encuesta revelada hoy por Fox News Latino, el 70% del electorado latino votaría por Obama, frente a un 14% que respaldaría a Romney

Washington, El País

El presidente de Estados Unidos Barack Obama defendió esta tarde en su comparecencia ante la prensa que volverá a proponer una reforma legal del sistema de inmigración. Las declaraciones del mandatario coinciden con el día más importante de elecciones primarias en el Partido Republicano, que sigue sin conectar con los votantes hispanos, claves para vencer en noviembre.

"Podemos ser un país de leyes y de inmigrantes”, afirmó el presidente ante la prensa, recordando que la reforma del sistema de inmigración y la apertura de Estados Unidos a la llegada de profesionales de otros países no crea un conflicto con las normas de seguridad impuestas en fronteras y aduanas. “Cualquier americano debería estar a favor de la reforma migratoria. Nuestro sistema está roto: tenemos a millones de familias que viven escondidas por miedo a ser deportadas y, por otro lado, tenemos trabajadores americanos que no encuentran un empleo porque los indocumentados pueden ser contratados violando las leyes”

Obama argumentó este martes que durante sus primeros tres años en la Casa Blanca ha abogado por cambiar el sistema de inmigración, pero la política nacional se ha convertido en un obstáculo. “No es sólo un asunto que interese a los hispanos, es un problema americano”, afirmó, recordando que su predecesor, el expresidente George W. Bush, ya defendió que los republicanos debían trabajar a favor de la reforma.

El presidente, aspirante a la reelección en las elecciones de noviembre, mantiene una amplia ventaja entre los votantes hispanos, por delante de cualquiera de los candidatos republicanos. Según una encuesta revelada hoy por Fox News Latino, el 70% del electorado latino votaría por Obama, frente a un 14% que respaldaría a Romney, favorito hasta ahora para disputarle la reelección.

A pesar del apoyo mostrado hacia el presidente, la comunidad hispana lamenta que no haya conseguido sacar adelante la reforma migratoria, que prometió abordar durante su campaña electoral de 2008 en un claro gesto hacia los votantes latinos. Pero llegó 2009 y la reforma sanitaria y financiera acapararon toda la atención de la Casa Blanca. 2010 fue un año electoral y los comicios en noviembre de ese año dieron la mayoría en la Cámara de Representantes al Partido Republicano, cerrando las puertas a cualquier propuesta demócrata. La reforma migratoria corrió en 2011 la misma suerte que otros grandes proyectos legislativos: quedó bloqueada.

Las elecciones de 2010, coincidiendo con el ascenso del Tea Party, sirvieron al Partido Republicano para orientar su política de inmigración hacia posturas más conservadoras. Si en 2007 el senador John McCain, que representa al Estado fronterizo de Arizona, había simbolizado el acuerdo entre partidos respaldando una ley reformista junto al demócrata Ted Kennedy, los republicanos han dado un giro de 180 grados desde entonces. Los candidatos republicanos no defienden más propuestas de inmigración que sellar la frontera, cualquier sugerencia que cree un programa de legalización de indocumentados con raíces en EE UU es sinónimo de amnistía y la inmigración, lejos de ser un recurso para el país, se convierte en una amenaza.

La última propuesta de reforma fue presentada en el senado por Robert Menéndez, aunque contó con muy pocas posibilidades más allá de poner en evidencia la falta de apoyos entre el Partido Republicano. Obama garantizó este martes que volverá a presentar un proyecto de ley si sale reelegido pero que el apoyo de la oposición no depende de él. “Yo no soy quien elige a los republicanos”, afirmó, condicionando una vez más el éxito de una futura reforma al respaldo que encuentre el proyecto de ley entre todos los políticos.

La Casa Blanca ha intentado afianzar durante los últimos tres años la postura de Obama ante la reforma, especialmente a través de la cancelación de las deportaciones de aquellos indocumentados que carecen de antecedentes penales y el refuerzo de la seguridad en la frontera. Ambas medidas constituyen una apuesta para agradar a las dos partes implicadas en este debate. Por un lado, la comunidad hispana, especialmente enfadada con el presidente por la deportación de más de un millón de inmigrantes desde 2009, entre ellos muchos padres de menores con nacionalidad estadounidense. Y por otro, el Partido Republicano, que exige unas condiciones de seguridad absoluta en la frontera antes de hablar de reforma.

Sin embargo, y según han demostrado las encuestas en los primeros meses de este año electoral, otra baza importante para Obama dentro de la comunidad hispana podría ser la economía. La crisis y el desempleo siempre se han colocado como el tema que más preocupa a los hispanos de Estados Unidos, muy por delante de la inmigración.

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