Japón guarda silencio por las víctimas del tsunami un año después
Tokio, AFP
Japón ha guardado hoy un minuto de silencio en recuerdo a las más de 19.000 víctimas del terremoto y el tsunami que destrozaron la costa nororiental el 11 de marzo del año pasado. Algunos trenes se han detenido, las sirenas han sonado en algunos pueblos y muchos ciudadanos han rezado por todo el país, mientras en Tokio el emperador Akihito y el primer ministro, Yoshihiko Noda, han asistido a una ceremonia en el Teatro Nacional. Unas 30.000 personas se han reunido en el parque Hibiya, en la capital. Varias decenas de miles de ciudadanos se han manifestado en diferentes ciudades en contra de la energía atómica.
"Este es un periodo difícil, pero debemos superarlo. Muchos voluntarios fueron a las áreas devastadas y vivieron en condiciones difíciles mientras apoyaban a los refugiados. Debemos estarles agradecidos, y también a aquellos que trabajaron para controlar el desastre nuclear (en la central de Fukushima)", ha dicho Akihito.
Los actos han tenido lugar a las 14.46 (ocho horas menos en la España peninsular), el mismo momento en que hace un año tembló la tierra como nunca lo había hecho antes en Japón, según datos registrados. El seísmo de magnitud 9.0 en la escala Richter provocó un maremoto que en muchos lugares de los cientos de kilómetros de costa afectada superó los 13 metros de altura (el equivalente a cuatro pisos) y en algunos sitios llegó a 30 o 40 metros. Un total de 15.854 personas murieron y 3.155 desaparecieron, según las últimas cifras, publicadas hoy por la Agencia de Policía Nacional.
Noda ha recordado en su discurso que el pueblo japonés ha superado desastres y dificultades muchas veces en el pasado, y se ha comprometido a reconstruir la nación y las zonas alrededor de la planta de Fukushima. Ha asegurado que Japón "renacerá como un lugar aún mejor". "Nuestros predecesores que trajeron prosperidad a Japón superaron una y otra vez crisis y se hicieron cada vez más fuertes. Permaneceremos al lado de la gente de las zonas afectadas por el desastre y uniremos las manos para lograr esta tarea histórica de reconstrucción", ha afirmado.
Uniremos las manos para lograr esta tarea histórica de reconstrucción
Yoshihiko Noda, primer ministro
Las aguas arrancaron de cuajo decenas de miles de viviendas y arrastraron barcos, coches, bosques y todo lo que pillaron, dejando a su paso un paisaje apocalíptico. El tsunami dañó gravemente la central del Fukushima 1, que sufrió explosiones y fusiones en tres de sus seis reactores, y desencadenó la peor crisis atómica que ha vivido el mundo desde Chernóbil (1986).
Más de 340.000 personas continúan desplazadas de sus hogares. Separadas a menudo de otros miembros de su familia y sin perspectivas claras de regresar a sus pueblos, se sienten cada vez más frustradas y desesperanzadas.
El Gobierno cifra en 16,9 billones de yenes (156.200 millones de euros) los daños en edificios, infraestructuras, vehículos, fábricas e instalaciones agrícolas y pesqueras, entre otros, provocados por el desastre. Desde mayo del año pasado, ha aprobado tres presupuestos para labores de emergencia, compensaciones por la crisis nuclear, ayuda a las víctimas y reconstrucción por un total de 18,24 billones de yenes (168.600 millones euros). La parte dedicada a reconstrucción asciende a 11,73 billones de yenes.
No existe una cantidad de precauciones que pueda proporcionar seguridad absoluta a un país sobre la energía nuclear
Naoto Kan, ex primer ministro de Japón
La radiactividad, que continúa saliendo de la planta, obligó a evacuar a 80.000 personas de los pueblos cercanos y a declarar una zona de exclusión obligatoria de 20 kilómetros de radio en torno a la central. Muchos de estos lugares permanecerán inhabitables durante décadas.
El emperador Akihito ha mostrado su preocupación por las dificultades del trabajo de descontaminación del suelo radiactivo, necesario para que la gente pueda regresar a sus hogares y ha advertido contra el riesgo de olvidar lo ocurrido y a sus afectados. "No debemos dejar que la memoria del desastre se desvanezca, debemos prestar atención a las labores de prevención de desastres y continuar trabajando para hacer esta tierra un lugar aún más seguro para vivir".
Las autoridades han realizado durante este año un enorme trabajo de desescombro y limpieza, y han separado y organizado la mayoría de los 23 millones de toneladas de restos que provocó la catástrofe. Pero solo se han deshecho del 6%, en medio de las luchas políticas y el miedo de muchas localidades a que estén contaminados. Los trabajos de reedificación apenas han comenzado.
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FOTOGALERÍA: Antes y después
ESPECIAL: Fukushima, un año después
Muchos pueblos no han finalizado los planes de reconstrucción, que incluyen desplazar a terrenos más elevados barrios enteros desintegrados por el tsunami o ambiciosos proyectos, como muros de protección contra el mar. La burocracia y la necesidad de coordinación entre los Gobiernos central, de las prefecturas y locales han ralentizado también las decisiones.
El aniversario de la catástrofe ha sido aprovechado por los grupos en contra de la energía nuclear, que, tras mantener el minuto de silencio en Tokio, se han dirigido a la sede de Tepco (Tokio Electric Power), la compañía propietaria de la central de Fukushima. En la ciudad de Koriyama, a unos 60 kilómetros de la planta, unas 16.000 personas se han manifestado para pedir el fin de la energía nuclear y compensaciones a Tepco.
El Gobierno asegura que la situación de la planta está estabilizada "sus reactores fueron colocados en parada fría en diciembre", pero el jefe de la central aseguró recientemente que la instalación se encuentra en un estado frágil. Por delante, los técnicos tienen un calendario delicado, que incluye extraer el combustible nuclear fundido del interior de los reactores y deshacerse de las barras de combustible usado. El desmantelamiento completo llevará entre 30 y 40 años.
Las autoridades defienden que desde que comenzó la crisis nadie ha muerto debido a la exposición a la radiación, pero los residentes y algunos académicos temen que los efectos en forma de cáncer aparezcan dentro de algunos años. Los científicos aseguran que no hay evidencia clara de un incremento de peligro de cáncer debido a la cantidad de radiactividad que se estima que ha escapado de Fukushima, aunque existe incertidumbre sobre qué impacto tienen sobre la salud dosis bajas de radiación. La organización medioambiental Greenpeace afirma que aún hay gente que vive en la región en situación de riesgo.
El primer ministro Noda ha reconocido que hubo fallos en la respuesta del Gobierno a la catástrofe, como lentitud a la hora de suministrar información y creer demasiado en "el mito de la seguridad" de la energía atómica.
"Está claro que no existe una cantidad de precauciones que pueda proporcionar seguridad absoluta a un país sobre la energía nuclear", escribió la semana pasada Naoto Kan, primer ministro de Japón cuando se produjo la crisis. "He llegado, por tanto, a la conclusión de que la única opción es promover una sociedad libre de energía nuclear". La gestión de la crisis por parte de Kan, que cedió el cargo en septiembre a Noda, fue muy criticada por sus conciudadanos.
"Tenemos que desarrollar energías renovables, encontrar métodos para generar electricidad con un precio adecuado sin dejarnos absorber totalmente por la energía nuclear. Japón encontrará la forma", aseguraba esta semana en Tokio Noboru Hashimoto, un consultor empresarial de 40 años, cerca de la estación de tren de Shinjuku. Hashimoto, como muchos japoneses, dice que tiene siempre en casa agua y comida preparadas por si vuelve a producirse un gran seísmo.
Porque la catástrofe ha creado un sentimiento de fragilidad en mucha gente. "Japón tiene normalmente terremotos, y nunca me he sentido ansiosa por los temblores de tierra y la energía nuclear. Pero desde el del año pasado estoy realmente preocupada por el futuro", afirma Iwamoto, una profesora universitaria de canto de 32 años.
Japón ha guardado hoy un minuto de silencio en recuerdo a las más de 19.000 víctimas del terremoto y el tsunami que destrozaron la costa nororiental el 11 de marzo del año pasado. Algunos trenes se han detenido, las sirenas han sonado en algunos pueblos y muchos ciudadanos han rezado por todo el país, mientras en Tokio el emperador Akihito y el primer ministro, Yoshihiko Noda, han asistido a una ceremonia en el Teatro Nacional. Unas 30.000 personas se han reunido en el parque Hibiya, en la capital. Varias decenas de miles de ciudadanos se han manifestado en diferentes ciudades en contra de la energía atómica.
"Este es un periodo difícil, pero debemos superarlo. Muchos voluntarios fueron a las áreas devastadas y vivieron en condiciones difíciles mientras apoyaban a los refugiados. Debemos estarles agradecidos, y también a aquellos que trabajaron para controlar el desastre nuclear (en la central de Fukushima)", ha dicho Akihito.
Los actos han tenido lugar a las 14.46 (ocho horas menos en la España peninsular), el mismo momento en que hace un año tembló la tierra como nunca lo había hecho antes en Japón, según datos registrados. El seísmo de magnitud 9.0 en la escala Richter provocó un maremoto que en muchos lugares de los cientos de kilómetros de costa afectada superó los 13 metros de altura (el equivalente a cuatro pisos) y en algunos sitios llegó a 30 o 40 metros. Un total de 15.854 personas murieron y 3.155 desaparecieron, según las últimas cifras, publicadas hoy por la Agencia de Policía Nacional.
Noda ha recordado en su discurso que el pueblo japonés ha superado desastres y dificultades muchas veces en el pasado, y se ha comprometido a reconstruir la nación y las zonas alrededor de la planta de Fukushima. Ha asegurado que Japón "renacerá como un lugar aún mejor". "Nuestros predecesores que trajeron prosperidad a Japón superaron una y otra vez crisis y se hicieron cada vez más fuertes. Permaneceremos al lado de la gente de las zonas afectadas por el desastre y uniremos las manos para lograr esta tarea histórica de reconstrucción", ha afirmado.
Uniremos las manos para lograr esta tarea histórica de reconstrucción
Yoshihiko Noda, primer ministro
Las aguas arrancaron de cuajo decenas de miles de viviendas y arrastraron barcos, coches, bosques y todo lo que pillaron, dejando a su paso un paisaje apocalíptico. El tsunami dañó gravemente la central del Fukushima 1, que sufrió explosiones y fusiones en tres de sus seis reactores, y desencadenó la peor crisis atómica que ha vivido el mundo desde Chernóbil (1986).
Más de 340.000 personas continúan desplazadas de sus hogares. Separadas a menudo de otros miembros de su familia y sin perspectivas claras de regresar a sus pueblos, se sienten cada vez más frustradas y desesperanzadas.
El Gobierno cifra en 16,9 billones de yenes (156.200 millones de euros) los daños en edificios, infraestructuras, vehículos, fábricas e instalaciones agrícolas y pesqueras, entre otros, provocados por el desastre. Desde mayo del año pasado, ha aprobado tres presupuestos para labores de emergencia, compensaciones por la crisis nuclear, ayuda a las víctimas y reconstrucción por un total de 18,24 billones de yenes (168.600 millones euros). La parte dedicada a reconstrucción asciende a 11,73 billones de yenes.
No existe una cantidad de precauciones que pueda proporcionar seguridad absoluta a un país sobre la energía nuclear
Naoto Kan, ex primer ministro de Japón
La radiactividad, que continúa saliendo de la planta, obligó a evacuar a 80.000 personas de los pueblos cercanos y a declarar una zona de exclusión obligatoria de 20 kilómetros de radio en torno a la central. Muchos de estos lugares permanecerán inhabitables durante décadas.
El emperador Akihito ha mostrado su preocupación por las dificultades del trabajo de descontaminación del suelo radiactivo, necesario para que la gente pueda regresar a sus hogares y ha advertido contra el riesgo de olvidar lo ocurrido y a sus afectados. "No debemos dejar que la memoria del desastre se desvanezca, debemos prestar atención a las labores de prevención de desastres y continuar trabajando para hacer esta tierra un lugar aún más seguro para vivir".
Las autoridades han realizado durante este año un enorme trabajo de desescombro y limpieza, y han separado y organizado la mayoría de los 23 millones de toneladas de restos que provocó la catástrofe. Pero solo se han deshecho del 6%, en medio de las luchas políticas y el miedo de muchas localidades a que estén contaminados. Los trabajos de reedificación apenas han comenzado.
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FOTOGALERÍA: Antes y después
ESPECIAL: Fukushima, un año después
Muchos pueblos no han finalizado los planes de reconstrucción, que incluyen desplazar a terrenos más elevados barrios enteros desintegrados por el tsunami o ambiciosos proyectos, como muros de protección contra el mar. La burocracia y la necesidad de coordinación entre los Gobiernos central, de las prefecturas y locales han ralentizado también las decisiones.
El aniversario de la catástrofe ha sido aprovechado por los grupos en contra de la energía nuclear, que, tras mantener el minuto de silencio en Tokio, se han dirigido a la sede de Tepco (Tokio Electric Power), la compañía propietaria de la central de Fukushima. En la ciudad de Koriyama, a unos 60 kilómetros de la planta, unas 16.000 personas se han manifestado para pedir el fin de la energía nuclear y compensaciones a Tepco.
El Gobierno asegura que la situación de la planta está estabilizada "sus reactores fueron colocados en parada fría en diciembre", pero el jefe de la central aseguró recientemente que la instalación se encuentra en un estado frágil. Por delante, los técnicos tienen un calendario delicado, que incluye extraer el combustible nuclear fundido del interior de los reactores y deshacerse de las barras de combustible usado. El desmantelamiento completo llevará entre 30 y 40 años.
Las autoridades defienden que desde que comenzó la crisis nadie ha muerto debido a la exposición a la radiación, pero los residentes y algunos académicos temen que los efectos en forma de cáncer aparezcan dentro de algunos años. Los científicos aseguran que no hay evidencia clara de un incremento de peligro de cáncer debido a la cantidad de radiactividad que se estima que ha escapado de Fukushima, aunque existe incertidumbre sobre qué impacto tienen sobre la salud dosis bajas de radiación. La organización medioambiental Greenpeace afirma que aún hay gente que vive en la región en situación de riesgo.
El primer ministro Noda ha reconocido que hubo fallos en la respuesta del Gobierno a la catástrofe, como lentitud a la hora de suministrar información y creer demasiado en "el mito de la seguridad" de la energía atómica.
"Está claro que no existe una cantidad de precauciones que pueda proporcionar seguridad absoluta a un país sobre la energía nuclear", escribió la semana pasada Naoto Kan, primer ministro de Japón cuando se produjo la crisis. "He llegado, por tanto, a la conclusión de que la única opción es promover una sociedad libre de energía nuclear". La gestión de la crisis por parte de Kan, que cedió el cargo en septiembre a Noda, fue muy criticada por sus conciudadanos.
"Tenemos que desarrollar energías renovables, encontrar métodos para generar electricidad con un precio adecuado sin dejarnos absorber totalmente por la energía nuclear. Japón encontrará la forma", aseguraba esta semana en Tokio Noboru Hashimoto, un consultor empresarial de 40 años, cerca de la estación de tren de Shinjuku. Hashimoto, como muchos japoneses, dice que tiene siempre en casa agua y comida preparadas por si vuelve a producirse un gran seísmo.
Porque la catástrofe ha creado un sentimiento de fragilidad en mucha gente. "Japón tiene normalmente terremotos, y nunca me he sentido ansiosa por los temblores de tierra y la energía nuclear. Pero desde el del año pasado estoy realmente preocupada por el futuro", afirma Iwamoto, una profesora universitaria de canto de 32 años.