Cómo los "vidiotas" están cambiando el teatro

BBC Mundo
"A veces nos llaman los vidiotas", admite Timothy Bird. Y es que algunos en el mundo del teatro no ven con buenos ojos las innovaciones que el británico Bird y su equipo de tecnología digital están introduciendo en las tablas.

Innovaciones como las que le permiten a un actor enfrentarse con un avatar, como si se se tratase de un videojuego. O ver una pintura de Seurat cobrando vida en el escenario.

Gracias a creaciones como éstas, en los últimos cinco años el rol del "diseñador de video" -un término casi desconocido hace una década- se ha ganado un espacio considerable.

Bird dejó su trabajo en producción de televisión para pasar al teatro ya que, según él, el formato de la televisión no cambió mucho en los últimos 20 años.
"El teatro es muy distinto", dice.

La experimentación con video en el teatro surgió hace alrededor de unos 10 años.
Es posible ver en distintas partes del mundo espectáculos que hacen uso de los adelantos más recientes de la tecnología digital, como las proyecciones en 3D, máscaras de realidad virtual y animación computarizada.

Y como los equipos de computación y los programas son cada más baratos, estas técnicas están empezando a ser utilizadas también por las compañías de teatro alternativo.

Pero lo que más entusiasma a Bird son las proyecciones de video en 2D.
La verdadera revolución digital, dice, es que puedes proyectar tus imágenes en 2D sobre un escenario, en vez de sobre una superficie plana.

"Esto le da a las imágenes proyectadas la sensación de ser 3D sin necesidad de usar anteojos", explica Bird, "lo cual mataría la experiencia teatral".
Para logralo, Bird y su equipo utilizan programas para crear modelos, como Vectorworks y de animación en 3D como Maya, junto con técnicas más tradicionales.

Empezaron los clásicos


El teatro ha explorado las posibilidades mágicas que ofrecen la ciencia y la tecnología desde sus inicios.

"Los romanos fueron los grandes entusiastas de la tecnología y disfrutaban haciendo gala de sus habilidades tecnológicas", explica David Wiles, profesor de Teatro del Royal Holloway College, de la Universidad de Londres. "Se interesaban por cosas como hacer caer montañas y empleaban conocimientos de hidráulica para inundar los escenario".

"Los griegos hacían descender dioses con grúas pero en general eran más contenidos", añade. "Eran más teóricos, se interesaban más por la acústica de los auditorios".
¿Pero hubiesen usado tuits si hubiesen podido? ¿Habrían creado un coro con avatares virtuales si esta tecnología hubiese estado al alcance de la mano? ¿Hay acaso una línea que no se debería cruzar para no poner en riesgo la esencia del verdadero teatro?

Ojo crítico

Hay quienes creen que la tecnología interfiere con la experiencia teatral más pura.
Muchos dentro de la comunidad teatral -desde directores hasta diseñadores de iluminación, incluyendo actores y críticos- han atacado abiertamente el trabajo de los diseñadores de video, argumentando que su trabajo distrae al público y arruina la magia característica de este arte.

"En esta época donde prima la falta de concentración, puedo entender que la tecnología tenga un propósito", dice Matt Wolf, crítico de teatro del International Herald Tribune. "La tecnología puede servir para reemplazar el poder de la imaginación".

Pero otras voces influyentes hablan en defensa de la dimensión digital aplicada al teatro.

"Sería una tontería no sumarse a las nuevas tecnologías, especialmente a las proyecciones de video. El resultado puede ser brillante", comenta Michael Billington, crítico del periódico británico The Guardian.

"Para el teatro, darle la espalda a la tecnología, sería el equivalente a haber ignorado la luz eléctrica cuando surgió en la década de 1880", dice.
Sin embargo, incluso sus defensores creen que tiene sus limitaciones.

"Si los directores le tiran tecnología encima a una producción, la obra se transforma en una seguidilla de trucos", admite Bird. "La clave está en mantener el elemento humano".

Efectos

Ahora, muchos estudiantes se dedican específicamente al área de diseño de video.
Dick Straker, que estableció un equipo informal de diseño de video en el Teatro Nacional en Londres hace diez años, cree que se avecina una nueva generación de diseñadores que cambiará las cosas de una manera que todavía no podemos imaginar.

"Diez años atrás, la gente como yo sólo jugaba con la tecnología, ahora los estudiantes eligen conscientemente convertirse en diseñadores de video para teatro", dice.

Las nuevas generaciones ya están experimentando con toda clase de herramientas.
La tendencia se inclina hacia escenarios más interactivos, y a los efectos generados por los actores en escena.

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