Dos explosiones sacuden Alepo, la segunda ciudad siria
Al menos 28 muertos y más de 150 heridos en dos atentados contra edificios del régimen. Las milicias de la oposición niegan estar detrás de las explosiones de Alepo
Jerusalén, El País
La violencia ha alcanzado hoy a Alepo, la capital económica de Siria. Grandes explosiones destruyeron dos edificios militares y causaron la muerte de 28 personas. Las milicias de la oposición negaron ser responsables de la matanza, aunque reconocieron haber atacado los edificios con lanzagranadas.
La jornada demostró de nuevo que la pasividad del Consejo de Seguridad de la ONU, forzada por los vetos de Rusia y China, ha exacerbado la crisis. Las fuerzas gubernamentales prosiguieron con el asalto a Homs, la más importante de las ciudades rebeldes. Y asomaron las primeras señales de que el conflicto se extiende a Líbano: en Trípoli se registraron tiroteos entre partidarios y detractores del régimen sirio.
Los atentados de Alepo provocaron, como los anteriores atentados en Damasco (24 de diciembre y 6 de enero), una polvareda de acusaciones mutuas. El Gobierno atribuyó de inmediato la responsabilidad a "grupos terroristas armados" de la oposición, y ésta culpabilizó al propio Gobierno.
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La versión del Ejército de la Siria Libre (ESL), el nombre bajo el que se agrupan desertores del Ejército y civiles armados que combaten contra el régimen del presidente Bachar el Asad, fue bastante compleja. El coronel Malik al-Kurdi, uno de los jefes del ESL, dijo que varios de sus hombres lanzaron por la mañana un ataque, "con lanzagranadas y armas ligeras", contra dos edificios en un recinto militar de Alepo. "Comenzó un tiroteo intenso y se produjo una gran explosión en uno de los edificios", explicó. "Al principio no sabíamos qué había ocurrido, pero ahora sospechamos que fue obra del propio régimen, en un intento de frenar nuestra operación".
Otro dirigente del ESL, el coronel Mahir Nuaimi, aseguró que las explosiones habían sido provocadas "por el régimen criminal de Bachar el Asad para desviar la atención de lo que están haciendo en Homs".
La televisión estatal siria ofreció, por boca de un reportero sollozante que se movía entre las ruinas, una versión más sencilla: un coche cargado de explosivos, conducido por un suicida, se había lanzado contra las instalaciones militares. También habló de una segunda explosión de la que, por el momento, se desconocían las causas. La televisión contabilizó 28 muertos y 235 heridos, entre ellos familias de civiles que pasaban el viernes, día festivo, en un parque contiguo.
Alepo, al noroeste de Siria y cerca de la frontera turca, es la mayor ciudad del país y su capital económica. Hasta ahora había permanecido relativamente ajena a las revueltas, con la excepción de algunos disturbios en los suburbios. La burguesía comercial de Alepo es mayoritariamente suní, al igual que el grueso de los opositores a un régimen vertebrado por la minoría alauí, pero se mantiene del lado de Bachar el Asad por temor a que una victoria de los rebeldes implique el establecimiento de un Gobierno islamista.
El riesgo de que la crisis siria se contagie a los países vecinos, especialmente Líbano, con una composición social y religiosa muy similar, se concreta por momentos. Este viernes se han registrado manifestaciones contra Bachar el Asad en varias ciudades libanesas y el Gobierno, controlado por la milicia chií Hizbolá, aliada del régimen sirio, desplegó a la policía para evitar disturbios.
En Trípoli, una ciudad del norte, hubo tiroteos y lanzamiento de granadas entre vecinos de dos barrios enfrentados. Jóvenes de Jabal Mohsen, un barrio chií decorado con grandes fotografías de El Asad, y jóvenes del contiguo Bab al-Tabaneh, un barrio suní que simpatiza con los rebeldes sirios, se enzarzaron en una refriega armada que dejó varios heridos, entre ellos dos militares libaneses de una unidad enviada a la zona para pacificarla.
Trípoli es la principal base de los movimientos salafistas (islamistas radicales) en Líbano. El Gobierno de Beirut lanzó en 2007 una sangrienta operación contra Naher al Bared, un barrio de refugiados palestinos en el que se habían atrincherado milicianos de Fatah al Islam, un movimiento relacionado con Al Qaeda, procedentes de Yemen, Siria, Sudán y Jordania. Hubo casi un centenar de muertos. Fatah y otros grupos palestinos se desvincularon por completo de los milicianos islamistas.
El Consejo de Cooperación del Golfo, dominado por Arabia Saudí, se reunirá el sábado en Riad con el fin de elaborar un nuevo plan para Siria que al día siguiente, domingo, deberá ser debatido en El Cairo por la Liga Árabe. El Gobierno saudí, enemigo declarado del Gobierno de Bachar el Asad, aspira a que la Liga Árabe endurezca su política de sanciones contra Siria y vuelva a llevar a la ONU, esta vez a la Asamblea General dado el bloqueo del Consejo de Seguridad, un proyecto de declaración de condena contra el régimen de Damasco.