Muere Miguel Nazar Haro, impulsor de la ‘guerra sucia’ en México
El exdirigente policial era acusado de desapariciones en los años setenta
Madrid, El País
En 2004, el exdirigente policial mexicano Miguel Nazar Haro fue arrestado por el secuestro y la desaparición de Jesús Piedra Ibarra, militante izquierdista, en abril de 1975. La noticia se interpretó como una señal de apertura del Gobierno de Vicente Fox, que acabó con la hegemonía del partido único que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ostentó durante más de 70 años. Pero la madre del joven desaparecido, Rosario Ibarra de Piedra, recibió la noticia con escepticismo. “Una cosa es detener a una persona y otra es llevarla a un juicio justo”, afirmó a la BBC. No le faltaba razón. Un par de años después, Nazar Haro fue absuelto y salió en libertad. Y así murió, libre, la noche del jueves en la Ciudad de México tras un “coma depresivo”, según informaron familiares a medios mexicanos. Tenía 87 años.
La detención de Nazar Haro en 2004, pese a infructuosa, fue simbólica. Era la primera vez que se detenía a uno de los implicados en la llamada “guerra sucia” ocurrida en México a finales de los años sesenta y principios de los setenta durante los Gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría (1970-1976). Años marcados por la represión contra las manifestaciones estudiantiles del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971 y la desaparición forzada de al menos 275 personas (algunas ONG elevan la cifra hasta más de 500). Una época en la que Nazar Haro fue protagonista. “Interrogador feroz”, lo definía el fallecido periodista mexicano Miguel Ángel Granados Chapa.
Su cruel eficacia lo llevó hasta la extinta Dirección Federal de Seguridad, un cuerpo policial creado en 1947 para “preservar la estabilidad del país y combatir a grupos subversivos y terroristas” que funcionaba como policía secreta, puesto que ocupó entre 1978 y 1982. También fundó las Brigadas Blancas, un grupo paramilitar señalado como el ejecutor de la mayoría de los asesinatos y desapariciones. Y de alguna manera encontró el tiempo para servir como informante a la CIA, que lo mantuvo como fuente de información de movimientos izquierdistas en la región hasta los años ochenta.
Para cuando fue separado del poder a los pocos meses de la presidencia de Miguel de la Madrid (1982-1986), Nazar Haro ya había cambiado de tercio delictivo. Se convirtió en protector de una banda dedicada al robo de coches en California y los traía a México. En su libro La Charola, el escritor Sergio Aguayo, asegura que una investigación del FBI que ya acusaba a Nazar Haro fue archivada en 1981 bajo orden de la CIA. La protección se fue con el puesto. Una vez separado de su cargo, el exdirigente fue detenido en Los Ángeles. Salió en libertad condicional tras pagar una fianza de 200.000 dólares y volvió a México para nunca más poner un pie en EE UU. Pero que fuera perseguido por la justicia norteamericana no avergonzó lo suficiente al Gobierno mexicano que, en 1989, intentó reintegrarlo a los cuerpos policiales. “Nazar Haro es, para todos los efectos legales, un fugitivo de la justicia estadounidense”, aseguró tajante el entonces portavoz de la Embajada de Estados Unidos en México, William Graves.
La muerte de Nazar Haro debilita la esperanza de familiares que, como Rosario Ibarra de Piedra —que de madre de una víctima devino en activista y senadora—, no han cesado de exigir justicia para sus seres queridos. “No se le juzgó”, se lamentó en entrevista con CNNMéxico. Nazar Haro murió en su casa rodeado de sus familiares. Los del joven militante Jesús Piedra Ibarra, casi 37 años después, lo siguen esperando.
Madrid, El País
En 2004, el exdirigente policial mexicano Miguel Nazar Haro fue arrestado por el secuestro y la desaparición de Jesús Piedra Ibarra, militante izquierdista, en abril de 1975. La noticia se interpretó como una señal de apertura del Gobierno de Vicente Fox, que acabó con la hegemonía del partido único que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ostentó durante más de 70 años. Pero la madre del joven desaparecido, Rosario Ibarra de Piedra, recibió la noticia con escepticismo. “Una cosa es detener a una persona y otra es llevarla a un juicio justo”, afirmó a la BBC. No le faltaba razón. Un par de años después, Nazar Haro fue absuelto y salió en libertad. Y así murió, libre, la noche del jueves en la Ciudad de México tras un “coma depresivo”, según informaron familiares a medios mexicanos. Tenía 87 años.
La detención de Nazar Haro en 2004, pese a infructuosa, fue simbólica. Era la primera vez que se detenía a uno de los implicados en la llamada “guerra sucia” ocurrida en México a finales de los años sesenta y principios de los setenta durante los Gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría (1970-1976). Años marcados por la represión contra las manifestaciones estudiantiles del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971 y la desaparición forzada de al menos 275 personas (algunas ONG elevan la cifra hasta más de 500). Una época en la que Nazar Haro fue protagonista. “Interrogador feroz”, lo definía el fallecido periodista mexicano Miguel Ángel Granados Chapa.
Su cruel eficacia lo llevó hasta la extinta Dirección Federal de Seguridad, un cuerpo policial creado en 1947 para “preservar la estabilidad del país y combatir a grupos subversivos y terroristas” que funcionaba como policía secreta, puesto que ocupó entre 1978 y 1982. También fundó las Brigadas Blancas, un grupo paramilitar señalado como el ejecutor de la mayoría de los asesinatos y desapariciones. Y de alguna manera encontró el tiempo para servir como informante a la CIA, que lo mantuvo como fuente de información de movimientos izquierdistas en la región hasta los años ochenta.
Para cuando fue separado del poder a los pocos meses de la presidencia de Miguel de la Madrid (1982-1986), Nazar Haro ya había cambiado de tercio delictivo. Se convirtió en protector de una banda dedicada al robo de coches en California y los traía a México. En su libro La Charola, el escritor Sergio Aguayo, asegura que una investigación del FBI que ya acusaba a Nazar Haro fue archivada en 1981 bajo orden de la CIA. La protección se fue con el puesto. Una vez separado de su cargo, el exdirigente fue detenido en Los Ángeles. Salió en libertad condicional tras pagar una fianza de 200.000 dólares y volvió a México para nunca más poner un pie en EE UU. Pero que fuera perseguido por la justicia norteamericana no avergonzó lo suficiente al Gobierno mexicano que, en 1989, intentó reintegrarlo a los cuerpos policiales. “Nazar Haro es, para todos los efectos legales, un fugitivo de la justicia estadounidense”, aseguró tajante el entonces portavoz de la Embajada de Estados Unidos en México, William Graves.
La muerte de Nazar Haro debilita la esperanza de familiares que, como Rosario Ibarra de Piedra —que de madre de una víctima devino en activista y senadora—, no han cesado de exigir justicia para sus seres queridos. “No se le juzgó”, se lamentó en entrevista con CNNMéxico. Nazar Haro murió en su casa rodeado de sus familiares. Los del joven militante Jesús Piedra Ibarra, casi 37 años después, lo siguen esperando.