La Policía confirma que la carta enviada a Deutsche Bank era una bomba
Berlin, EP
La Policía confirma que la carta enviada al director de Deutsche Bank, Josef Ackermann, era una bomba. Hasta ahora se había informado de que en su interior había pólvora, pero se desconocía si había un detonador para prender el explosivo.
"Las investigaciones iniciales muestran que era una carta-bomba operativa", han explicado la Oficina de Investigaciones Criminales del estado de Hesse y la Fiscalía de Fráncfort en un comunicado.
Fuentes de la entidad bancaria y de las fuerzas de seguridad estadounidenses habían informado al viernes del envío este miércoles de la carta, que fue interceptada incluso antes de que le llegara a Ackermann, cara visible del capitalismo en Alemania.
La Policía de Fráncfort confirmó más tarde que se había enviado un paquete sospechoso a la sede central del banco en esta ciudad e informó de la apertura de una investigación, pero hasta ahora no habían confirmado que hubiera ningún explosivo.
Aunque parece que el peligro ha pasado, fuentes del Deutsche Bank han informado a la agencia de noticias Reuters de que la entidad ha incrementado las medidas de seguridad en todas sus sucursales.
El incidente se enmarca en la protestas celebradas en varios países occidentales contra la supremacía del poder de los sectores bancario y financiero sobre los gobiernos en el contexto de la crisis económica mundial. El mes pasado, Ackermann fue abucheado por miembros del movimiento 'Occupy' cuando intentaba dar un discurso en la ciudad de Hamburgo. Ante la insistencia de los manifestantes, el director ejecutivo les invitó a hacerle las preguntas que considerasen oportunas.
Ackermann, de 63 años de edad, tiene previsto retirarse el próximo mes de mayo después de dirigir durante más de una década el principal banco alemán, con un mercado de 28.000 millones de euros y 102.000 empleados.
Su antecesor en el cargo, Alfred Herrhausen, murió en un atentado perpetrado en noviembre de 1989 por la Fracción del Ejército Rojo. El grupo colocó una bomba en una carretera cercana a su vivienda y esperó a que pasara con su limusina para detonarla. Desde entonces, el Deutsche Bank ha incrementado sus medidas de seguridad.
La Policía confirma que la carta enviada al director de Deutsche Bank, Josef Ackermann, era una bomba. Hasta ahora se había informado de que en su interior había pólvora, pero se desconocía si había un detonador para prender el explosivo.
"Las investigaciones iniciales muestran que era una carta-bomba operativa", han explicado la Oficina de Investigaciones Criminales del estado de Hesse y la Fiscalía de Fráncfort en un comunicado.
Fuentes de la entidad bancaria y de las fuerzas de seguridad estadounidenses habían informado al viernes del envío este miércoles de la carta, que fue interceptada incluso antes de que le llegara a Ackermann, cara visible del capitalismo en Alemania.
La Policía de Fráncfort confirmó más tarde que se había enviado un paquete sospechoso a la sede central del banco en esta ciudad e informó de la apertura de una investigación, pero hasta ahora no habían confirmado que hubiera ningún explosivo.
Aunque parece que el peligro ha pasado, fuentes del Deutsche Bank han informado a la agencia de noticias Reuters de que la entidad ha incrementado las medidas de seguridad en todas sus sucursales.
El incidente se enmarca en la protestas celebradas en varios países occidentales contra la supremacía del poder de los sectores bancario y financiero sobre los gobiernos en el contexto de la crisis económica mundial. El mes pasado, Ackermann fue abucheado por miembros del movimiento 'Occupy' cuando intentaba dar un discurso en la ciudad de Hamburgo. Ante la insistencia de los manifestantes, el director ejecutivo les invitó a hacerle las preguntas que considerasen oportunas.
Ackermann, de 63 años de edad, tiene previsto retirarse el próximo mes de mayo después de dirigir durante más de una década el principal banco alemán, con un mercado de 28.000 millones de euros y 102.000 empleados.
Su antecesor en el cargo, Alfred Herrhausen, murió en un atentado perpetrado en noviembre de 1989 por la Fracción del Ejército Rojo. El grupo colocó una bomba en una carretera cercana a su vivienda y esperó a que pasara con su limusina para detonarla. Desde entonces, el Deutsche Bank ha incrementado sus medidas de seguridad.