Europa sale en tromba a criticar a S&P por la amenaza de rebajas masivas
El anuncio frena la euforia del mercado - El BCE acusa a la agencia de actuar por "motivaciones políticas" - La UE investiga al sector y no descarta sanciones
Madrid, El País
"Exagerada e injusta". "Con claras motivaciones políticas". "Tan solo una opinión entre otras". Los líderes europeos han tardado poco en reaccionar ante la bomba que Standard & Poor's (S&P) soltó en la noche del lunes. Se trata de una bomba racimo, porque la amenaza de rebajar la calificación crediticia afecta a prácticamente toda la eurozona, incluida a la sacrosanta Alemania. Critican el momento elegido, justo antes de conocer los resultados de la enésima cumbre decisiva para salvar al euro. Y critican también que la metralla llegue justo cuando los mercados daban un respiro. Los efectos, por ahora, han sido moderados: las Bolsas respondieron ayer con ligeras bajadas y las primas de riesgo de los países con el agua al cuello oscilaron en los niveles similares a los del día anterior. Eso sí, ya no queda ni rastro de la euforia que los inversores experimentaron la semana pasada y el lunes.
Entre las agencias y los Estados se ha desatado una guerra. Los argumentos que salen de la trinchera europea se pueden articular en torno a tres ejes. El primero es claro y directo: la decisión de S&P es un error. En este grupo se enmarca el presidente del Eurogrupo. "No me siento inquieto, pero sí sorprendido. Revisar la calificación de 15 de los 17 países del euro es exagerado e injusto", dijo Jean-Claude Juncker, que destacó los importantes esfuerzos que ha hecho la UE estos días para superar la crisis. Los argumentos que esgrimió el ministro de Economía francés, François Baroin, también fueron por este lado.
La segunda línea de defensa se basa en restar legitimidad a las agencias y en insinuar que tienen intereses espúreos. En esta dirección apuntaron los consejeros del Banco Central Europeo Christian Noyer y Ewald Nowotny, que censuraron las "motivaciones políticas" que lleva a las empresas medidoras de riesgos a tomar sus decisiones. Noyer, que es además el gobernador del Banco de Francia, señaló que la metodología para elaborar las calificaciones se está volviendo cada vez más política. "Las agencias fueron uno de los motores de la crisis en 2008. ¿Se están volviendo un motor de la actual? Esta es una pregunta sobre la que debemos reflexionar", añadió. Más directo aún fue el austriaco Nowotny: "En mi opinión, S&P tenía claras motivaciones políticas".
Por último, están los que se limitan a restar importancia a lo que dicen las compañías encargadas de medir la capacidad de pagar las deudas. "Lo que ha dicho S&P es una apreciación y una opinión entre otras", dijo el comisario europeo de Servicios Financieros, Michel Barnier.
Y como en cualquier guerra, no hay mejor defensa que un buen ataque. Por eso, la UE está investigando cómo clasifican las agencias de calificación los bonos soberanos. Además, podría imponer fuertes sanciones a las empresas si hallara cualquier irregularidad. Responsables de la Autoridad Europea de Valores y Mercados han visitado desde principios de noviembre las oficinas de las tres grandes -S&P, Moody's y Fitch-, así como de rivales de menor tamaño. Las inspecciones continuarán a lo largo de diciembre. El informe con los resultados de la investigación se dará a conocer el próximo abril como muy tarde, según el portavoz de la Autoridad Europea. "Tienen que demostrar un procedimiento de calificación lógico que evite conflictos de interés", añadió.
Pero los dardos no llegan solo de las autoridades europeas. Los expertos también señalan importantes deficiencias en el sector. "Es alucinante. Estamos ante tres empresas que ganan muchísimo dinero por poner ratings, que tienen una fuerte influencia en el mercado y no hay ninguna ley que regule su operativa", señala José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. Este experto añade que S&P es la más agresiva de las tres y que quizás por ello es la que más se ha equivocado, pero que el problema no le afecta solo a ella, sino al funcionamiento del sector. "Nunca han contado cómo hacen su modelo para otorgar una triple A. Y estadísticamente no hay diferencia de probabilidad de pago entre los que tienen una, dos o tres A. La triple A es una abstracción que no existe. Es algo freudiano", añade.
El problema es que esa abstracción comienza a peligrar para seis países -los que aún ostentan la máxima nota- en vísperas de la cumbre del jueves y el viernes. El movimiento de S&P mete aún más presión a los gobernantes que deben tomar una solución definitiva en esa reunión. Aunque los responsables comunitarios dicen que esa presión no obedece a los anuncios de las agencias, sino a que la solución no se puede aplazar más. Juncker se unió también a aquellos que creen que no es una casualidad que el aviso de S&P llegue solo a dos días de una cita en la que se pretende avanzar en la unión fiscal y aprobar una reforma de los Tratados de la UE.
Lejos de arredrarse ante las críticas, S&P puso ayer también bajo revisión con perspectiva negativa la triple A del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Esta decisión es consecuencia de la del día anterior de revisar a 15 países de la eurozona. "A los prestamistas se les está empezando a acabar la paciencia ante la ausencia de una solución perenne a la crisis", dijo la presidenta en Francia de S&P, Carole Sirou.
Pero los planes de los dos países para salvar el euro están ya trazados y la zancadilla de S&P no los va a variar. Francia es, de los seis miembros de la zona euro que mantienen la triple A, el más perjudicado por la nota de S&P, ya que la agencia amenaza con bajar dos escalones la envidiada calificación de su deuda a largo. Pero París reaccionó con relativa calma a la advertencia, cuyo contenido conocía desde el lunes por la mañana, según confirmaron fuentes oficiales.
El primer ministro, François Fillon, interpretó que la agencia había lanzado un mensaje colectivo pidiendo "una gobernanza política y económica más sólida" de la zona euro. Según Fillon, se puede considerar la nota "inoportuna, excesiva, o que evidencia la distancia entre la manera de razonar inmediata y brutal de los mercados, y la de los Estados", pero ese sería un planteamiento superficial. El problema real, concluyó, es que "Europa necesita un marco político riguroso, estructurado, eficaz y capaz de cumplir sus compromisos a medio y largo plazo".
La canciller alemana también reaccionó con frialdad: lo que haga la agencia "es cosa de la agencia". Merkel insistió ayer en que la UE "tomará el jueves y el viernes en Bruselas las decisiones que consideramos imprescindibles para estabilizar la eurozona".
El ministro de Hacienda, el también democristiano Wolgang Schäuble (CDU), aseguró que la advertencia es "un acicate" para que los socios europeos alcancen un acuerdo en la crucial cumbre de esta semana. Otros políticos fueron mucho menos conciliadores . El jefe parlamentario liberal, Rainer Brüderle (FDP), dijo que, aunque no es "amigo de las teorías conspirativas", la fecha elegida por S&P "hace difícil sustraerse a la impresión de que algunas agencias de calificación y algunos gestores de fondos trabajan contra la eurozona".
Mientras, los temidos mercados no cumplieron el guión y reaccionaron con apatía a las amenazas de las agencias. Las Bolsas europeas experimentaron ligeras caídas. La de Fráncfort, con un descenso del 1,3%, fue la que peor encajó el golpe. Una reacción lógica, ya que si bien hace tiempo que se especulaba con que Francia podía perder su matrícula de honor crediticia, pocos esperaban que la triple A alemana peligrara. El Ibex, sin embargo, subió mínimamente. La prima de riesgo española remontó una decena de puntos, hasta los 302, mientras que la belga y la italiana bajaron ligeramente.
Madrid, El País
"Exagerada e injusta". "Con claras motivaciones políticas". "Tan solo una opinión entre otras". Los líderes europeos han tardado poco en reaccionar ante la bomba que Standard & Poor's (S&P) soltó en la noche del lunes. Se trata de una bomba racimo, porque la amenaza de rebajar la calificación crediticia afecta a prácticamente toda la eurozona, incluida a la sacrosanta Alemania. Critican el momento elegido, justo antes de conocer los resultados de la enésima cumbre decisiva para salvar al euro. Y critican también que la metralla llegue justo cuando los mercados daban un respiro. Los efectos, por ahora, han sido moderados: las Bolsas respondieron ayer con ligeras bajadas y las primas de riesgo de los países con el agua al cuello oscilaron en los niveles similares a los del día anterior. Eso sí, ya no queda ni rastro de la euforia que los inversores experimentaron la semana pasada y el lunes.
Entre las agencias y los Estados se ha desatado una guerra. Los argumentos que salen de la trinchera europea se pueden articular en torno a tres ejes. El primero es claro y directo: la decisión de S&P es un error. En este grupo se enmarca el presidente del Eurogrupo. "No me siento inquieto, pero sí sorprendido. Revisar la calificación de 15 de los 17 países del euro es exagerado e injusto", dijo Jean-Claude Juncker, que destacó los importantes esfuerzos que ha hecho la UE estos días para superar la crisis. Los argumentos que esgrimió el ministro de Economía francés, François Baroin, también fueron por este lado.
La segunda línea de defensa se basa en restar legitimidad a las agencias y en insinuar que tienen intereses espúreos. En esta dirección apuntaron los consejeros del Banco Central Europeo Christian Noyer y Ewald Nowotny, que censuraron las "motivaciones políticas" que lleva a las empresas medidoras de riesgos a tomar sus decisiones. Noyer, que es además el gobernador del Banco de Francia, señaló que la metodología para elaborar las calificaciones se está volviendo cada vez más política. "Las agencias fueron uno de los motores de la crisis en 2008. ¿Se están volviendo un motor de la actual? Esta es una pregunta sobre la que debemos reflexionar", añadió. Más directo aún fue el austriaco Nowotny: "En mi opinión, S&P tenía claras motivaciones políticas".
Por último, están los que se limitan a restar importancia a lo que dicen las compañías encargadas de medir la capacidad de pagar las deudas. "Lo que ha dicho S&P es una apreciación y una opinión entre otras", dijo el comisario europeo de Servicios Financieros, Michel Barnier.
Y como en cualquier guerra, no hay mejor defensa que un buen ataque. Por eso, la UE está investigando cómo clasifican las agencias de calificación los bonos soberanos. Además, podría imponer fuertes sanciones a las empresas si hallara cualquier irregularidad. Responsables de la Autoridad Europea de Valores y Mercados han visitado desde principios de noviembre las oficinas de las tres grandes -S&P, Moody's y Fitch-, así como de rivales de menor tamaño. Las inspecciones continuarán a lo largo de diciembre. El informe con los resultados de la investigación se dará a conocer el próximo abril como muy tarde, según el portavoz de la Autoridad Europea. "Tienen que demostrar un procedimiento de calificación lógico que evite conflictos de interés", añadió.
Pero los dardos no llegan solo de las autoridades europeas. Los expertos también señalan importantes deficiencias en el sector. "Es alucinante. Estamos ante tres empresas que ganan muchísimo dinero por poner ratings, que tienen una fuerte influencia en el mercado y no hay ninguna ley que regule su operativa", señala José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. Este experto añade que S&P es la más agresiva de las tres y que quizás por ello es la que más se ha equivocado, pero que el problema no le afecta solo a ella, sino al funcionamiento del sector. "Nunca han contado cómo hacen su modelo para otorgar una triple A. Y estadísticamente no hay diferencia de probabilidad de pago entre los que tienen una, dos o tres A. La triple A es una abstracción que no existe. Es algo freudiano", añade.
El problema es que esa abstracción comienza a peligrar para seis países -los que aún ostentan la máxima nota- en vísperas de la cumbre del jueves y el viernes. El movimiento de S&P mete aún más presión a los gobernantes que deben tomar una solución definitiva en esa reunión. Aunque los responsables comunitarios dicen que esa presión no obedece a los anuncios de las agencias, sino a que la solución no se puede aplazar más. Juncker se unió también a aquellos que creen que no es una casualidad que el aviso de S&P llegue solo a dos días de una cita en la que se pretende avanzar en la unión fiscal y aprobar una reforma de los Tratados de la UE.
Lejos de arredrarse ante las críticas, S&P puso ayer también bajo revisión con perspectiva negativa la triple A del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Esta decisión es consecuencia de la del día anterior de revisar a 15 países de la eurozona. "A los prestamistas se les está empezando a acabar la paciencia ante la ausencia de una solución perenne a la crisis", dijo la presidenta en Francia de S&P, Carole Sirou.
Pero los planes de los dos países para salvar el euro están ya trazados y la zancadilla de S&P no los va a variar. Francia es, de los seis miembros de la zona euro que mantienen la triple A, el más perjudicado por la nota de S&P, ya que la agencia amenaza con bajar dos escalones la envidiada calificación de su deuda a largo. Pero París reaccionó con relativa calma a la advertencia, cuyo contenido conocía desde el lunes por la mañana, según confirmaron fuentes oficiales.
El primer ministro, François Fillon, interpretó que la agencia había lanzado un mensaje colectivo pidiendo "una gobernanza política y económica más sólida" de la zona euro. Según Fillon, se puede considerar la nota "inoportuna, excesiva, o que evidencia la distancia entre la manera de razonar inmediata y brutal de los mercados, y la de los Estados", pero ese sería un planteamiento superficial. El problema real, concluyó, es que "Europa necesita un marco político riguroso, estructurado, eficaz y capaz de cumplir sus compromisos a medio y largo plazo".
La canciller alemana también reaccionó con frialdad: lo que haga la agencia "es cosa de la agencia". Merkel insistió ayer en que la UE "tomará el jueves y el viernes en Bruselas las decisiones que consideramos imprescindibles para estabilizar la eurozona".
El ministro de Hacienda, el también democristiano Wolgang Schäuble (CDU), aseguró que la advertencia es "un acicate" para que los socios europeos alcancen un acuerdo en la crucial cumbre de esta semana. Otros políticos fueron mucho menos conciliadores . El jefe parlamentario liberal, Rainer Brüderle (FDP), dijo que, aunque no es "amigo de las teorías conspirativas", la fecha elegida por S&P "hace difícil sustraerse a la impresión de que algunas agencias de calificación y algunos gestores de fondos trabajan contra la eurozona".
Mientras, los temidos mercados no cumplieron el guión y reaccionaron con apatía a las amenazas de las agencias. Las Bolsas europeas experimentaron ligeras caídas. La de Fráncfort, con un descenso del 1,3%, fue la que peor encajó el golpe. Una reacción lógica, ya que si bien hace tiempo que se especulaba con que Francia podía perder su matrícula de honor crediticia, pocos esperaban que la triple A alemana peligrara. El Ibex, sin embargo, subió mínimamente. La prima de riesgo española remontó una decena de puntos, hasta los 302, mientras que la belga y la italiana bajaron ligeramente.