El Ejército de Pakistán niega que esté preparando un golpe de Estado

Islamabad, EFE
El jefe del Ejército paquistaní, Ashfaq Pervez Kiyani, garantizó hoy su apoyo a la democracia y desmintió los rumores de golpe de Estado, desatados a raíz de las crecientes desavenencias entre el poder civil y militar.

En un mensaje a sus tropas, el general Kiyani atribuyó los rumores de golpe militar a un intento de distraer la atención de los "asuntos importantes".

Kiyani "reiteró que el Ejército de Pakistán ha apoyado y seguirá apoyando el proceso democrático en el país", según el comunicado de la comandancia, difundido horas después de que el primer ministro, Yusuf Razá Guilani, denunciara "conspiraciones" contra su Gobierno.

"El Ejército está absolutamente al corriente de sus obligaciones y responsabilidades constitucionales", zanjó el general en un discurso pronunciado en la región tribal de Mohmand, donde 24 soldados murieron en un ataque de la OTAN a finales de noviembre.

La nota añade que el general cree que al margen de cualquier otra consideración, "no puede comprometerse la seguridad nacional".

Kiyani salió al paso así de las especulaciones sobre un eventual golpe de Estado, alimentadas por la reciente hospitalización en Dubái por un supuesto infarto del presidente, Asif Alí Zardari, que ya se encuentra en el país.

La tensión entre el brazo civil y militar hizo que ayer el primer ministro Guilani defendiese que todas las instituciones paquistaníes están bajo las órdenes del Gobierno.

"Un Estado dentro de un Estado no es aceptable", declaró el primer ministro, haciéndose eco de una expresión usada a menudo para referirse al papel desempeñado por el Ejército y los servicios secretos en los entresijos del poder paquistaní.

El Ejército ha ostentado el poder durante más de la mitad de la historia de Pakistán, la última tras un golpe de Estado incruento protagonizado en 1999 por el general Pervez Musharraf, quien fue presidente durante casi nueve años.

Analistas y fuentes de seguridad e inteligencia consultadas por Efe coinciden en que el escenario de un golpe militar clásico es menos probable que un golpe "blando" para apartar del poder a Zardari, viudo de la ex primera ministra Benazir Bhutto.

Estas fuentes creen que el llamado escándalo del 'memogate' ofrece una oportunidad para que el Ejército intente desembarazarse, por vía judicial, del pro-occidental Zardari, que lidera el Partido Popular (PPP), históricamente enfrentado al aparato de seguridad.

El Gobierno y el Ejército se están viendo las caras en el Supremo por la sospecha de que las autoridades civiles hicieron llegar al Pentágono una petición secreta para abortar un eventual golpe militar tras la muerte en mayo pasado de Osama Bin Laden en una operación unilateral de EEUU en territorio paquistaní.

Uno de los confidentes de Zardari, el embajador en Washington, Husain Haqqani -supuesto autor material del mensaje-, tuvo que dimitir ante la presión de las Fuerzas Armadas.

Pero este sacrificio no fue suficiente para el Ejército, que en sus escritos al Supremo insiste en que el documento es real y que necesita ser investigado.

El convaleciente Zardari, a quien algunos creen en el origen de esta petición secreta, es el único que aún no ha testificado ante el Supremo, pese a que el jefe del tribunal, Iftikhar Chaudhry, le ha instado públicamente a ello.

El magistrado critica abiertamente al Gobierno del PPP pero sostiene que se han acabado los días en los que los "Gobiernos inconstitucionales", en alusión a los regímenes militares, eran sancionados por las cortes, como fue el caso del expresidente Musharraf.

Según el canal televisivo Geo, Chaudhry afirmó que actualmente un golpe de Estado "no es aceptable".

La crisis institucional llega en medio del rifirrafe entre Pakistán y Estados Unidos por el ataque de la OTAN que mató a 24 soldados paquistaníes en Mohmand.

Los aliados han completado una investigación que concluye que ambas partes tienen responsabilidad en el suceso, un extremo que hoy han rechazado las Fuerzas Armadas paquistaníes a través de un escueto comunicado.

"El Ejército paquistaní no está de acuerdo con la investigación de EEUU y la OTAN tal y como se ha reflejado en los medios de comunicación. Le faltan datos", opinó la comandancia.

El desencuentro, que ha servido al Ejército para intentar ganar popularidad, es el último de una serie que ha dejado las relaciones entre Islamabad y Washington en uno de sus momentos más difíciles desde el inicio de la alianza en la guerra contra el terror en 2001.

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