Las negociaciones para formar nuevo Gobierno encallan en Grecia
Divergencias entre socialistas y conservadores bloquean el principio de acuerdo
Atenas, El País
El Gobierno interino de coalición que debe intentar salvar a Grecia de la bancarrota y evitar su salida de la zona euro durará unos meses. Lo que nadie sabe en Atenas es cuánto tiempo necesitarán los partidos griegos para ponerse de acuerdo en elegirlo. La negociación entre las dos grandes formaciones, el partido socialista Pasok, en el Gobierno, y la oposición, Nueva Democracia, descarriló al final de la tarde, cuando el primer ministro, Yorgos Papandreu, había pronunciado ya incluso un solemne discurso despidiéndose de su pueblo.
“Estoy orgulloso de que, después de todas las dificultades, hayamos evitado la quiebra y asegurado la estabilidad del país”, dijo Papandreu algo después de las seis de la tarde, al anunciar que un nuevo Ejecutivo asumía el poder. “Deseo éxito al nuevo primer ministro”, añadió sin pronunciar un nombre.
Acto seguido se presentaba junto al líder de la oposición, Antonis Samaras, en el despacho del presidente de la República, Karolos Papoulias, para comunicar el pacto sobre un nuevo primer ministro y hacer oficial su dimisión. Papoulias, al recibir a ambos dirigentes ante las cámaras de televisión, se confesó “aliviado”.
No se fue a dormir con la misma sensación. Una hora después, el pacto se había derrumbado como un castillo de naipes y las fuerzas políticas se citaban de nuevo para hoy.
Spiros Kontogiannis es el mejor testigo del trasiego que vive Atenas. Lleva una semana viendo el ir y venir de coches oficiales y periodistas de toda Europa desde su floristería, llena de flores y vacía de clientes. La crisis no ha perdonado a la tienda ubicada junto al Parlamento, en la que el dueño y su empleado se sientan tranquilos a ver pasar a toda esa gente. Ninguno de esos diputados y reporteros entra a comprar, se lamenta. “Esta floristería es una fortaleza, un escudo entre tanto enfado y tanta tensión”, decía Kontogiannis.
Estos días los griegos han asistido con mucha ironía al proceso de creación del nuevo Gobierno, que se ha convertido en una partida de póquer para jugadores demasiado arriesgados. La eurozona no liberará la inyección de 8.000 millones de euros que tiene pendiente de recibir correspondientes al primer rescate, y que el país necesita para pagar deudas que vencen antes de que acabe el año.
A las siete de la tarde, distintas fuentes políticas señalaban que los líderes políticos habían acordado nombrar como primer ministro a Filipos Petsalnikos, el presidente del Parlamento, un militante del Pasok tradicional próximo a Papandreu. Este nombramiento disgustaba a muchos diputados, que tienen que refrendarle al primer ministro en el Parlamento.
Era un volantazo en el proceso, porque todos los nombres que se habían barajado hasta entonces desde distintas fuentes políticas eran mayoritariamente de perfil tecnócrata, empezando por el que había sonado como principal candidato, Lukas Papadimos, exvicepresidente del Banco Central Europeo y exgobernador del Banco de Grecia.
Las negociaciones con Papadimos habían tropezado el jueves, pero anoche reapareció en escena. El ex vicepresidente del BCE presentó como requisitos para aceptar el cargo que los dos partidos suscribiesen formalmente el rescate, algo que también ha reclamado Bruselas, y un plazo flexible de Gobierno, en lugar de fijar ya una fecha para las elecciones anticipadas. Por otra parte, manifestó su disposición por mantener al ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos.
A última hora de la noche, la agencia Reuters señaló, citando a una fuente gubernamental anónima, que las dos grandes formaciones estarían finalmente de acuerdo en respetar las condiciones de Papadimos.
Hoy está previsto el anuncio del nuevo primer ministro, como lo estaba ayer y anteayer. Konstantinos, un exempleado del Ministerio de Trabajo, ahora en el paro, hacía autocrítica desde una terraza con vistas al Parlamento mientras seguían las conversaciones. “En momentos tan críticos no somos capaces de llegar a un acuerdo para solo tres meses. La quiebra financiera vendrá después, esto ya es una bancarrota política. Esto que ha pasado no es una semana de espanto, es la síntesis de los últimos 20 años, es una resumen de Grecia”.
Atenas, El País
El Gobierno interino de coalición que debe intentar salvar a Grecia de la bancarrota y evitar su salida de la zona euro durará unos meses. Lo que nadie sabe en Atenas es cuánto tiempo necesitarán los partidos griegos para ponerse de acuerdo en elegirlo. La negociación entre las dos grandes formaciones, el partido socialista Pasok, en el Gobierno, y la oposición, Nueva Democracia, descarriló al final de la tarde, cuando el primer ministro, Yorgos Papandreu, había pronunciado ya incluso un solemne discurso despidiéndose de su pueblo.
“Estoy orgulloso de que, después de todas las dificultades, hayamos evitado la quiebra y asegurado la estabilidad del país”, dijo Papandreu algo después de las seis de la tarde, al anunciar que un nuevo Ejecutivo asumía el poder. “Deseo éxito al nuevo primer ministro”, añadió sin pronunciar un nombre.
Acto seguido se presentaba junto al líder de la oposición, Antonis Samaras, en el despacho del presidente de la República, Karolos Papoulias, para comunicar el pacto sobre un nuevo primer ministro y hacer oficial su dimisión. Papoulias, al recibir a ambos dirigentes ante las cámaras de televisión, se confesó “aliviado”.
No se fue a dormir con la misma sensación. Una hora después, el pacto se había derrumbado como un castillo de naipes y las fuerzas políticas se citaban de nuevo para hoy.
Spiros Kontogiannis es el mejor testigo del trasiego que vive Atenas. Lleva una semana viendo el ir y venir de coches oficiales y periodistas de toda Europa desde su floristería, llena de flores y vacía de clientes. La crisis no ha perdonado a la tienda ubicada junto al Parlamento, en la que el dueño y su empleado se sientan tranquilos a ver pasar a toda esa gente. Ninguno de esos diputados y reporteros entra a comprar, se lamenta. “Esta floristería es una fortaleza, un escudo entre tanto enfado y tanta tensión”, decía Kontogiannis.
Estos días los griegos han asistido con mucha ironía al proceso de creación del nuevo Gobierno, que se ha convertido en una partida de póquer para jugadores demasiado arriesgados. La eurozona no liberará la inyección de 8.000 millones de euros que tiene pendiente de recibir correspondientes al primer rescate, y que el país necesita para pagar deudas que vencen antes de que acabe el año.
A las siete de la tarde, distintas fuentes políticas señalaban que los líderes políticos habían acordado nombrar como primer ministro a Filipos Petsalnikos, el presidente del Parlamento, un militante del Pasok tradicional próximo a Papandreu. Este nombramiento disgustaba a muchos diputados, que tienen que refrendarle al primer ministro en el Parlamento.
Era un volantazo en el proceso, porque todos los nombres que se habían barajado hasta entonces desde distintas fuentes políticas eran mayoritariamente de perfil tecnócrata, empezando por el que había sonado como principal candidato, Lukas Papadimos, exvicepresidente del Banco Central Europeo y exgobernador del Banco de Grecia.
Las negociaciones con Papadimos habían tropezado el jueves, pero anoche reapareció en escena. El ex vicepresidente del BCE presentó como requisitos para aceptar el cargo que los dos partidos suscribiesen formalmente el rescate, algo que también ha reclamado Bruselas, y un plazo flexible de Gobierno, en lugar de fijar ya una fecha para las elecciones anticipadas. Por otra parte, manifestó su disposición por mantener al ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos.
A última hora de la noche, la agencia Reuters señaló, citando a una fuente gubernamental anónima, que las dos grandes formaciones estarían finalmente de acuerdo en respetar las condiciones de Papadimos.
Hoy está previsto el anuncio del nuevo primer ministro, como lo estaba ayer y anteayer. Konstantinos, un exempleado del Ministerio de Trabajo, ahora en el paro, hacía autocrítica desde una terraza con vistas al Parlamento mientras seguían las conversaciones. “En momentos tan críticos no somos capaces de llegar a un acuerdo para solo tres meses. La quiebra financiera vendrá después, esto ya es una bancarrota política. Esto que ha pasado no es una semana de espanto, es la síntesis de los últimos 20 años, es una resumen de Grecia”.