La ONU advierte de que Irán está a punto de conseguir la bomba atómica
Corea del Norte y Pakistán ha ayudado a Teherán a desarrollar la tecnología necesaria para desarrollar el arma.
Nueva York, El País
Un informe de la ONU que asegura que Irán está a punto de desarrollar una bomba atómica va a aportar esta semana nuevos argumentos para el agravamiento de un conflicto que puede derivar hacia acciones militares. Los nuevos datos corroborarán, probablemente, los progresos realizados por el régimen islámico, pero no serán concluyentes respecto a la localización o el estado exacto en el que se encuentra el programa nuclear iraní.
Varios periódicos de Estados Unidos anticipaban ayer que el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que podría ser hecho público hoy mismo, dará cuenta de que técnicos de Corea del Norte y Pakistán han ayudado a los especialistas iraníes a desarrollar los materiales, entre ellos los explosivos específicos, que se requieren para fabricar un arma atómica.
Los expertos que han inspeccionado en los últimos meses el programa iraní consideran, según esas informaciones, que ese país ha hecho avances en una línea que no apunta hacia el uso exclusivo de la energía nuclear para usos pacíficos, sino hacia su aplicación también para fines militares.
Los inspectores, sin embargo, no han dispuesto del acceso necesario a las instalaciones iraníes como para certificar con datos precisos sus opiniones, por lo que el informe estará esencialmente basado en deducciones y en suposiciones lógicas de una determinada manera de actuar de parte de las autoridades iraníes.
Este informe podría, por tanto, situar a el OIEA, la institución internacional más respetada en materia de proliferación nuclear, en el centro de una polémica similar a la ocurrida antes de la invasión norteamericana de Irak. En aquella ocasión, la agencia de la ONU no confirmó las sospechas de EE UU sobre la existencia de armas de destrucción masiva, pero tampoco dispuso del acceso requerido a las instalaciones iraquíes.
El documento que ahora hará público el OIEA podría ratificar, en toco caso, que Irán, cuando menos, no ha paralizado su programa nuclear y no ha ofrecido pruebas claras de que su fin es estrictamente civil. Eso puede situar de nuevo a la comunidad internacional ante el reto de cómo responder adecuadamente.
El Gobierno israelí ha ofrecido ya síntomas claros de su creciente preocupación por esta situación y podría encontrar ahora nuevas razones para actuar militarmente contra Irán. En EE UU, en cambio, se cree que, pese al avance realizado por los técnicos iraníes, aún hay tiempo de evitar por vías pacíficas que el régimen islámico llegue a poseer la bomba atómica.
Eso significa que la Administración de Barack Obama tratará otra vez de movilizar a los países más afectados para la aplicación de nuevas sanciones contra Irán. La valoración de Washington es que las sanciones que se han impuesto en el pasado han surtido efecto, y que, si el programa nuclear no está más avanzado aún, es precisamente gracias a esas sanciones. Pero, al mismo tiempo, estima que ahora es preciso apretar más económicamente al régimen iraní para obligarle a una mayor transparencia sobre sus intenciones.
El informe del OIEA debería de ser, según la expectativa norteamericana, el mejor argumento para convencer a Rusia y China de que respalden con su voto en el Consejo de Seguridad de la ONU nuevas iniciativas contra Irán. Esos dos países, que tienen importantes lazos económicos con Irán, se oponen a cualquier acción militar, pero también observan con preocupación el hecho de que el régimen islámico llegue a tener armas nucleares.
En cuanto a EE UU, la crisis iraní podría presentarse como un elemento sorpresa y de consecuencias imprevistas en una campaña electoral sin un resultado claro. Para Obama, que cuenta con la política exterior como uno de los puntos fuertes para su reelección, un conflicto, aún diplomático, con Irán serviría para recalcar la necesidad de alguien fiable en la Casa Blanca. Pero, al mismo tiempo, una escalada de la tensión con Irán podría llegar a poner en peligro la doctrina Obama de contención y responsabilidad compartida.
Nueva York, El País
Un informe de la ONU que asegura que Irán está a punto de desarrollar una bomba atómica va a aportar esta semana nuevos argumentos para el agravamiento de un conflicto que puede derivar hacia acciones militares. Los nuevos datos corroborarán, probablemente, los progresos realizados por el régimen islámico, pero no serán concluyentes respecto a la localización o el estado exacto en el que se encuentra el programa nuclear iraní.
Varios periódicos de Estados Unidos anticipaban ayer que el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que podría ser hecho público hoy mismo, dará cuenta de que técnicos de Corea del Norte y Pakistán han ayudado a los especialistas iraníes a desarrollar los materiales, entre ellos los explosivos específicos, que se requieren para fabricar un arma atómica.
Los expertos que han inspeccionado en los últimos meses el programa iraní consideran, según esas informaciones, que ese país ha hecho avances en una línea que no apunta hacia el uso exclusivo de la energía nuclear para usos pacíficos, sino hacia su aplicación también para fines militares.
Los inspectores, sin embargo, no han dispuesto del acceso necesario a las instalaciones iraníes como para certificar con datos precisos sus opiniones, por lo que el informe estará esencialmente basado en deducciones y en suposiciones lógicas de una determinada manera de actuar de parte de las autoridades iraníes.
Este informe podría, por tanto, situar a el OIEA, la institución internacional más respetada en materia de proliferación nuclear, en el centro de una polémica similar a la ocurrida antes de la invasión norteamericana de Irak. En aquella ocasión, la agencia de la ONU no confirmó las sospechas de EE UU sobre la existencia de armas de destrucción masiva, pero tampoco dispuso del acceso requerido a las instalaciones iraquíes.
El documento que ahora hará público el OIEA podría ratificar, en toco caso, que Irán, cuando menos, no ha paralizado su programa nuclear y no ha ofrecido pruebas claras de que su fin es estrictamente civil. Eso puede situar de nuevo a la comunidad internacional ante el reto de cómo responder adecuadamente.
El Gobierno israelí ha ofrecido ya síntomas claros de su creciente preocupación por esta situación y podría encontrar ahora nuevas razones para actuar militarmente contra Irán. En EE UU, en cambio, se cree que, pese al avance realizado por los técnicos iraníes, aún hay tiempo de evitar por vías pacíficas que el régimen islámico llegue a poseer la bomba atómica.
Eso significa que la Administración de Barack Obama tratará otra vez de movilizar a los países más afectados para la aplicación de nuevas sanciones contra Irán. La valoración de Washington es que las sanciones que se han impuesto en el pasado han surtido efecto, y que, si el programa nuclear no está más avanzado aún, es precisamente gracias a esas sanciones. Pero, al mismo tiempo, estima que ahora es preciso apretar más económicamente al régimen iraní para obligarle a una mayor transparencia sobre sus intenciones.
El informe del OIEA debería de ser, según la expectativa norteamericana, el mejor argumento para convencer a Rusia y China de que respalden con su voto en el Consejo de Seguridad de la ONU nuevas iniciativas contra Irán. Esos dos países, que tienen importantes lazos económicos con Irán, se oponen a cualquier acción militar, pero también observan con preocupación el hecho de que el régimen islámico llegue a tener armas nucleares.
En cuanto a EE UU, la crisis iraní podría presentarse como un elemento sorpresa y de consecuencias imprevistas en una campaña electoral sin un resultado claro. Para Obama, que cuenta con la política exterior como uno de los puntos fuertes para su reelección, un conflicto, aún diplomático, con Irán serviría para recalcar la necesidad de alguien fiable en la Casa Blanca. Pero, al mismo tiempo, una escalada de la tensión con Irán podría llegar a poner en peligro la doctrina Obama de contención y responsabilidad compartida.