El nacionalismo avanza en Rusia
Grupos extremistas se manifiestan en Moscú contra los inmigrantes, las ayudas a las regiones del Cáucaso y el partido gubernamental
Moscú, El País
Varios miles de nacionalistas rusos se manifestaron el viernes en Moscú contra la inmigración, las transferencias presupuestarias estatales a las regiones del Cáucaso y contra el partido gubernamental. “Basta de dar de comer al Cáucaso” y “Fuera Rusia Unida, el partido de los bandidos y ladrones” fueron dos de las principales consignas de la “marcha rusa”, que se celebró en Lublinó, un barrio alejado del centro. El acto, donde hubo saludos nazis con el brazo extendido y se corearon expresiones racistas, contaba con la participación de Alexéi Navalni, un abogado muy popular por su página de web (“rospil”) en la que denuncia con documentos la corrupción en las instituciones oficiales y las irregularidades del Gobierno en la adjudicación de proyectos públicos.
La “marcha rusa” de Moscú, como muchas otras manifestaciones en la capital y en otras ciudades, se celebraba con motivo del Día de la Unidad Nacional, una fiesta instituida en 2005, siendo presidente del Estado Vladímir Putin, para sustituir a la fiesta del 7 de Noviembre que conmemoraba la Revolución Bolchevique de 1917. Lo que ahora se celebra es la expulsión de polacos y lituanos del Kremlin en 1612, acontecimiento que ha sido simplificado y “estilizado” para consumo popular. Sin embargo, la mayoría de los rusos no saben aún qué festejan y la jornada, por el carácter de la conmemoración, ha adquirido un marcado tinte nacionalista ruso, aunque la propaganda oficial insiste en que se trata de una fiesta para toda la ciudadanía, con independencia de su identidad cultural.
Navalni, uno los organizadores de la “marcha rusa” de este año, se ha convertido en uno de los principales propagandistas del “nuevo nacionalismo político”, movimiento en gestación que aspira a representar el supuesto sentir de la mayoría de los rusos y que pretende arrebatar la bandera del nacionalismo a cabezas rapadas, extremistas y marginales. Según Navalni, ese nacionalismo debe ser legalizado para poder encauzar y controlar sentimientos que ahora se expresan en la calle de forma extrema y violenta.
“El único modo de que la “marcha rusa” tenga mejor aspecto”, dijo Navalni en una entrevista a Lenta.ru, “es participar en ella”. El abogado explicó que las marchas son el resultado de la “evolución del movimiento nacionalista en Rusia”. “Considero que la dinámica de esta evolución es totalmente positiva, porque hasta ahora cuando hablamos de nacionalistas evocamos a algunas gentes con la que Yeltsin se enfrentó a principios de los noventa. Aquellos no eran nacionalistas, sino más bien patriotas soviéticos”, señaló.
Las fuerzas del orden público no reaccionaron ante los eslóganes de carácter racista que se corearon en la “marcha rusa”, según dijo a Interfax Aleksandr Verjovski, director del centro analítico Sova (especializado en el seguimiento de la xenofobia). Verjovski opinó que el número de participantes en las “marchas rusas” del 4 de noviembre aumenta un poco cada año. “Rusia para los Rusos”, “Moscú para los moscovitas” y “Basta de saqueo de las regiones rusas” fueron algunas de las consignas que jalearon los manifestantes, entre los que había muchos adolescentes y hasta niños, algunos de ellos de comportamiento agresivo.
El canal informativo estatal “Rusia 24 horas” no informó de la “marcha rusa” en sus noticiarios nocturnos, pero sí dedicó amplio espacio a los festejos de Rusia Unida y sus afiliados así como a los actos que encabezaron Putin y Medvédev en la ciudad de Nizhni Nóvgorod, en el Volga. Las estimaciones sobre el número de asistentes a la “marcha rusa” de Moscú divergían entre 25.000, según los organizadores, y 7000, según la policía. Oficialmente, 10.000 personas se reunieron en la concentración organizada por Rusia Unida.
Las pasiones nacionalistas se desataron violentamente en diciembre de 2011 en Moscú después de que un hincha ruso muriera en una pelea con un oriundo del Cáucaso tras un partido de fútbol. Días después, jóvenes enfurecidos salieron a la calle a reclamar justicia y arramblaron con todo lo que encontraron a su paso en las inmediaciones del Kremlin, donde la policía tuvo que proteger a ciudadanos con aspecto caucásico. La semana pasada, los tribunales de Moscú condenaron simultáneamente al asesino del hincha ruso y también a los organizadores de los desórdenes junto al Kremlin. De este modo, el Kremlin enviaba una señal de que no tolerará la violencia en ninguno de los dos bandos enfrentados.
En su entrevista a “lenta.ru”, Navalni manifestaba que la mayoría de los ciudadanos de Rusia está de acuerdo con él en que “no hay que dar tanto dinero a Daguestán y Chechenia, si no recibimos ningun resultado”. “La mayoría de los habitantes de la Federación Rusa dirá conmigo que no queremos financiar la formación de un ejercito islamista en Chechenia (…) y que queremos introducir el visado a las repúblicas de Asia Central”. “Todo el país debate esto, pero no el Gobierno ni la Duma”, continuó Navalni. El político relacionó la emigración de Asia Central y de Tayikistán con el tráfico de drogas y el consumo de heroína, fenómeno por el que Rusia, dijo, está en primer lugar en el mundo. La heroína, afirmó, la traen y la venden los emigrantes sin trabajo, para sobrevivir y pagar a quienes les han ayudado a llegar a Rusia.
Moscú, El País
Varios miles de nacionalistas rusos se manifestaron el viernes en Moscú contra la inmigración, las transferencias presupuestarias estatales a las regiones del Cáucaso y contra el partido gubernamental. “Basta de dar de comer al Cáucaso” y “Fuera Rusia Unida, el partido de los bandidos y ladrones” fueron dos de las principales consignas de la “marcha rusa”, que se celebró en Lublinó, un barrio alejado del centro. El acto, donde hubo saludos nazis con el brazo extendido y se corearon expresiones racistas, contaba con la participación de Alexéi Navalni, un abogado muy popular por su página de web (“rospil”) en la que denuncia con documentos la corrupción en las instituciones oficiales y las irregularidades del Gobierno en la adjudicación de proyectos públicos.
La “marcha rusa” de Moscú, como muchas otras manifestaciones en la capital y en otras ciudades, se celebraba con motivo del Día de la Unidad Nacional, una fiesta instituida en 2005, siendo presidente del Estado Vladímir Putin, para sustituir a la fiesta del 7 de Noviembre que conmemoraba la Revolución Bolchevique de 1917. Lo que ahora se celebra es la expulsión de polacos y lituanos del Kremlin en 1612, acontecimiento que ha sido simplificado y “estilizado” para consumo popular. Sin embargo, la mayoría de los rusos no saben aún qué festejan y la jornada, por el carácter de la conmemoración, ha adquirido un marcado tinte nacionalista ruso, aunque la propaganda oficial insiste en que se trata de una fiesta para toda la ciudadanía, con independencia de su identidad cultural.
Navalni, uno los organizadores de la “marcha rusa” de este año, se ha convertido en uno de los principales propagandistas del “nuevo nacionalismo político”, movimiento en gestación que aspira a representar el supuesto sentir de la mayoría de los rusos y que pretende arrebatar la bandera del nacionalismo a cabezas rapadas, extremistas y marginales. Según Navalni, ese nacionalismo debe ser legalizado para poder encauzar y controlar sentimientos que ahora se expresan en la calle de forma extrema y violenta.
“El único modo de que la “marcha rusa” tenga mejor aspecto”, dijo Navalni en una entrevista a Lenta.ru, “es participar en ella”. El abogado explicó que las marchas son el resultado de la “evolución del movimiento nacionalista en Rusia”. “Considero que la dinámica de esta evolución es totalmente positiva, porque hasta ahora cuando hablamos de nacionalistas evocamos a algunas gentes con la que Yeltsin se enfrentó a principios de los noventa. Aquellos no eran nacionalistas, sino más bien patriotas soviéticos”, señaló.
Las fuerzas del orden público no reaccionaron ante los eslóganes de carácter racista que se corearon en la “marcha rusa”, según dijo a Interfax Aleksandr Verjovski, director del centro analítico Sova (especializado en el seguimiento de la xenofobia). Verjovski opinó que el número de participantes en las “marchas rusas” del 4 de noviembre aumenta un poco cada año. “Rusia para los Rusos”, “Moscú para los moscovitas” y “Basta de saqueo de las regiones rusas” fueron algunas de las consignas que jalearon los manifestantes, entre los que había muchos adolescentes y hasta niños, algunos de ellos de comportamiento agresivo.
El canal informativo estatal “Rusia 24 horas” no informó de la “marcha rusa” en sus noticiarios nocturnos, pero sí dedicó amplio espacio a los festejos de Rusia Unida y sus afiliados así como a los actos que encabezaron Putin y Medvédev en la ciudad de Nizhni Nóvgorod, en el Volga. Las estimaciones sobre el número de asistentes a la “marcha rusa” de Moscú divergían entre 25.000, según los organizadores, y 7000, según la policía. Oficialmente, 10.000 personas se reunieron en la concentración organizada por Rusia Unida.
Las pasiones nacionalistas se desataron violentamente en diciembre de 2011 en Moscú después de que un hincha ruso muriera en una pelea con un oriundo del Cáucaso tras un partido de fútbol. Días después, jóvenes enfurecidos salieron a la calle a reclamar justicia y arramblaron con todo lo que encontraron a su paso en las inmediaciones del Kremlin, donde la policía tuvo que proteger a ciudadanos con aspecto caucásico. La semana pasada, los tribunales de Moscú condenaron simultáneamente al asesino del hincha ruso y también a los organizadores de los desórdenes junto al Kremlin. De este modo, el Kremlin enviaba una señal de que no tolerará la violencia en ninguno de los dos bandos enfrentados.
En su entrevista a “lenta.ru”, Navalni manifestaba que la mayoría de los ciudadanos de Rusia está de acuerdo con él en que “no hay que dar tanto dinero a Daguestán y Chechenia, si no recibimos ningun resultado”. “La mayoría de los habitantes de la Federación Rusa dirá conmigo que no queremos financiar la formación de un ejercito islamista en Chechenia (…) y que queremos introducir el visado a las repúblicas de Asia Central”. “Todo el país debate esto, pero no el Gobierno ni la Duma”, continuó Navalni. El político relacionó la emigración de Asia Central y de Tayikistán con el tráfico de drogas y el consumo de heroína, fenómeno por el que Rusia, dijo, está en primer lugar en el mundo. La heroína, afirmó, la traen y la venden los emigrantes sin trabajo, para sobrevivir y pagar a quienes les han ayudado a llegar a Rusia.