Cameron da marcha atrás en su mensaje de austeridad
El primer ministro británico clausura el congreso del Partido Conservador con el foco puesto sobre los recortes para aligerar la carga del Estado del bienestar
Londres, El País
David Cameron ha empezado con muy mal pie su discurso ante las bases del Partido Conservador. Antes incluso de empezar a leerlo, en la clausura del tradicional congreso de otoño reunido este año en Manchester, el primer ministro británico ha dado marcha atrás en su intención inicial de pedir a sus conciudadanos que aceleren el pago de sus deudas debido a la situación económica.
Cameron se había impuesto de lanzar un mensaje optimista y al mismo tiempo advertir de la gravedad de la situación.“Los mejores días de este país aún no han pasado”, tenía previsto decir, al tiempo que les iba a urgir que pagaran sus deudas. “La única manera de salir de una crisis por la deuda es afrontar tus deudas. Eso significa que los hogares–todos nosotros- paguemos las deudas de nuestras tarjetas de crédito y nuestros préstamos”, eran las palabras que iba a pronunciar, según habían filtrado sus ayudantes.
Pero a última hora, y coincidiendo con la confirmación oficial de que el crecimiento de la economía se ha revisado a la baja, ha renunciado a un llamamiento que corría el peligro de retraer aún más el consumo y perjudicar aún más al crecimiento.
Cameron, que no se espera que realice ningún anuncio de gran calado sobre las políticas del Gobierno, sí parece que concretará algunos de los recortes que la coalición anunció en su día para aligerar la carga del Estado del bienestar, como la obligación de que los parados dediquen varias horas al día a buscar trabajo o se vean obligados a aceptar empleos aunque estén a una hora y media de viaje de su residencia, so pena de perder los subsidios de desempleo.
“Los mejores días de este país aún no han pasado”, afirma el primer ministro de Reino Unido
La polémica de última hora ha salvado mediáticamente un congreso que, como antes los de los laboristas y los liberales-demócratas, se ha desarrollado con más pena que gloria en un año marcado más por la crisis económica que por el debate político. En buena parte porque las elecciones están a más de tres años vista.
Quizá el aspecto más destacado ha sido la constatación de que el debate sobre el futuro de Europa está empezando a emponzoñar al Partido Conservador. David Cameron ha zanjado cualquier posibilidad de que ese debate concluya en la convocatoria de un referéndum sobre la pertenencia de la Unión Europea, como quisieran los sectores más antieuropeos del partido. Y ha contado con el apoyo de uno de los ministros más escépticos sobre el vínculo europeo, el responsable del Foreign Office, William Hague.
Pero se espera que el primer ministro ataque la legislación Europea sobre Derechos Humanos y que haga referencia a un enfrentamiento que ha estado a punto de marcar todo el congreso: la disputa entre la ministra del Interior, Theresa May, y el titular de Justicia, el europeísta Kenneth Clarke, acerca de esa legislación. May llegó a asegurar e martes que un inmigrante boliviano que estaba ilegalmente en el país eludió la deportación porque el juez consideró que el cuidado de su gato se incluía entre los derechos fundamentales que le garantiza la legislación europea. Clarke puso en cuestión que eso fuera posible y defendió la ley europea.
Aunque los ayudantes de May demostraron que el gato fue mencionado por el juez en su sentencia, los abogados del ciudadano afirmaron que la alusión al gato era solo un elemento más en su argumento de que la persona en cuestión mantenía una relación familiar estable y que la extradición fue denegada porque la policía estaba incumpliendo su propia legislación sobre inmigración de las parejas no casadas.
Londres, El País
David Cameron ha empezado con muy mal pie su discurso ante las bases del Partido Conservador. Antes incluso de empezar a leerlo, en la clausura del tradicional congreso de otoño reunido este año en Manchester, el primer ministro británico ha dado marcha atrás en su intención inicial de pedir a sus conciudadanos que aceleren el pago de sus deudas debido a la situación económica.
Cameron se había impuesto de lanzar un mensaje optimista y al mismo tiempo advertir de la gravedad de la situación.“Los mejores días de este país aún no han pasado”, tenía previsto decir, al tiempo que les iba a urgir que pagaran sus deudas. “La única manera de salir de una crisis por la deuda es afrontar tus deudas. Eso significa que los hogares–todos nosotros- paguemos las deudas de nuestras tarjetas de crédito y nuestros préstamos”, eran las palabras que iba a pronunciar, según habían filtrado sus ayudantes.
Pero a última hora, y coincidiendo con la confirmación oficial de que el crecimiento de la economía se ha revisado a la baja, ha renunciado a un llamamiento que corría el peligro de retraer aún más el consumo y perjudicar aún más al crecimiento.
Cameron, que no se espera que realice ningún anuncio de gran calado sobre las políticas del Gobierno, sí parece que concretará algunos de los recortes que la coalición anunció en su día para aligerar la carga del Estado del bienestar, como la obligación de que los parados dediquen varias horas al día a buscar trabajo o se vean obligados a aceptar empleos aunque estén a una hora y media de viaje de su residencia, so pena de perder los subsidios de desempleo.
“Los mejores días de este país aún no han pasado”, afirma el primer ministro de Reino Unido
La polémica de última hora ha salvado mediáticamente un congreso que, como antes los de los laboristas y los liberales-demócratas, se ha desarrollado con más pena que gloria en un año marcado más por la crisis económica que por el debate político. En buena parte porque las elecciones están a más de tres años vista.
Quizá el aspecto más destacado ha sido la constatación de que el debate sobre el futuro de Europa está empezando a emponzoñar al Partido Conservador. David Cameron ha zanjado cualquier posibilidad de que ese debate concluya en la convocatoria de un referéndum sobre la pertenencia de la Unión Europea, como quisieran los sectores más antieuropeos del partido. Y ha contado con el apoyo de uno de los ministros más escépticos sobre el vínculo europeo, el responsable del Foreign Office, William Hague.
Pero se espera que el primer ministro ataque la legislación Europea sobre Derechos Humanos y que haga referencia a un enfrentamiento que ha estado a punto de marcar todo el congreso: la disputa entre la ministra del Interior, Theresa May, y el titular de Justicia, el europeísta Kenneth Clarke, acerca de esa legislación. May llegó a asegurar e martes que un inmigrante boliviano que estaba ilegalmente en el país eludió la deportación porque el juez consideró que el cuidado de su gato se incluía entre los derechos fundamentales que le garantiza la legislación europea. Clarke puso en cuestión que eso fuera posible y defendió la ley europea.
Aunque los ayudantes de May demostraron que el gato fue mencionado por el juez en su sentencia, los abogados del ciudadano afirmaron que la alusión al gato era solo un elemento más en su argumento de que la persona en cuestión mantenía una relación familiar estable y que la extradición fue denegada porque la policía estaba incumpliendo su propia legislación sobre inmigración de las parejas no casadas.