Las deserciones se multiplican en el Ejército sirio
Damasco, El País
"¡Larga vida a nuestros héroes!", grita la muchedumbre a los soldados que se unen a la rebelión
"¡Que Dios les proteja!" "¡Larga vida a nuestros héroes!" grita un puñado de civiles en el barrio de Bab Sbaa de Homs (Siria) a unos soldados asustados que, tras bajarse de un camión militar, son besados y abrazados. En esa misma ciudad, hace diez días, una muchedumbre agolpada en una gran avenida aplaude a rabiar a unos desertores del Ejército que saludan desde el balcón de un edificio.
Uniformado y rígido Ahmed Mohamed Abdelrahman se presenta ante la cámara como miembro de la policía militar siria y enseña su documentación. Explica que está destinado en Deraa, una de las ciudades que más han padecido la represión, y que las denuncias que ponen los civiles contra las exacciones cometidas por el Ejército son "papel mojado". El cuerpo al que pertenece debería investigarlas, pero recibió órdenes de achacar las brutalidades a inexistentes grupos terroristas.
Desde principios de mes se multiplican los vídeos en Internet -la mayoría publicados aquí, subtitulados en español- anunciando deserciones en las filas de las Fuerzas Armadas de Siria cuya represión ha costado la vida, desde marzo, a 2.200 civiles, según la ONU, a más de 3.000, según el disidente sirio Radwan Ziadh que participó el sábado, en Túnez, en la presentación del informe sobre Siria de la Federación International de Derechos Humanos. Han muerto civiles en 112 ciudades y pueblos de los que 123 eran menores, según Ziadh. Imágenes de un bebé muerto y de niños heridos aparecen en un vídeo rodado por la oposición en el que invitan a desertar a militares y agentes de los cuerpos de seguridad.
La mayoría de los militares que anuncian su deserción, individualmente o en grupo, no solo hablan árabe con acento sirio y visten uniformes de su Ejército sino que muestran en primer plano su identificativo castrense y precisan a qué unidad pertenecían. De ahí que esos documentos gráficos parezcan fiables. Los avalan también los relatos de algunos soldados sirios que se han refugiado en el este de Turquía.
Otros testimonios señalan además que si las unidades de elite del Ejército no logran atrapar al desertor, al que suelen matar a sangre fría -seis soldados fueron ejecutados el viernes en Kesweh (Damasco)-, se vengan contra su familia. Mahmoud Merht, que encabeza que El Cairo la Organización Árabe de Derechos Humanos, asegura que el hermano y un hijo del teniente coronel Husein Harmoush fueron asesinados el viernes en Idlib, en el noroeste del país, en represalias por la deserción de su padre. Este es uno de los pocos oficiales que han abandonado el Ejército y denunciado sus abusos.
El grueso de los que se han escapado de los cuarteles con sus armas -entre 700 y 1.200, según las estimaciones- son soldados rasos y suboficiales de confesión suní que no estaban destinados en unidades de elite como la Guardia Republicana o la IV División que dirige Maher el Asad, hermano del presidente Bachar. Esas tropas y los servicios de seguridad están en manos de la minoría alauí a la que también pertenece el presidente.
La agencia de prensa oficial siria informa con frecuencia de la muerte de militares caídos en emboscadas "terroristas", pero sus autores son a veces desertores que lo reivindican . Un oficial ha anunciado incluso la creación de un Ejército Sirio Libre, pero un militar suní de alto rango entrevistado por Le Monde Diplomatique sostiene que esos ataques son "iniciativas individuales" y no ponen en peligro al régimen.
"La única posibilidad, del lado militar, [de acabar con el régimen] sería una escisión, poco probable, en la cúpula de los servicios de seguridad que arrastraría a otros sectores del Ejército", concluye.
"¡Que Dios les proteja!" "¡Larga vida a nuestros héroes!" grita un puñado de civiles en el barrio de Bab Sbaa de Homs (Siria) a unos soldados asustados que, tras bajarse de un camión militar, son besados y abrazados. En esa misma ciudad, hace diez días, una muchedumbre agolpada en una gran avenida aplaude a rabiar a unos desertores del Ejército que saludan desde el balcón de un edificio.
Uniformado y rígido Ahmed Mohamed Abdelrahman se presenta ante la cámara como miembro de la policía militar siria y enseña su documentación. Explica que está destinado en Deraa, una de las ciudades que más han padecido la represión, y que las denuncias que ponen los civiles contra las exacciones cometidas por el Ejército son "papel mojado". El cuerpo al que pertenece debería investigarlas, pero recibió órdenes de achacar las brutalidades a inexistentes grupos terroristas.
Desde principios de mes se multiplican los vídeos en Internet -la mayoría publicados aquí, subtitulados en español- anunciando deserciones en las filas de las Fuerzas Armadas de Siria cuya represión ha costado la vida, desde marzo, a 2.200 civiles, según la ONU, a más de 3.000, según el disidente sirio Radwan Ziadh que participó el sábado, en Túnez, en la presentación del informe sobre Siria de la Federación International de Derechos Humanos. Han muerto civiles en 112 ciudades y pueblos de los que 123 eran menores, según Ziadh. Imágenes de un bebé muerto y de niños heridos aparecen en un vídeo rodado por la oposición en el que invitan a desertar a militares y agentes de los cuerpos de seguridad.
La mayoría de los militares que anuncian su deserción, individualmente o en grupo, no solo hablan árabe con acento sirio y visten uniformes de su Ejército sino que muestran en primer plano su identificativo castrense y precisan a qué unidad pertenecían. De ahí que esos documentos gráficos parezcan fiables. Los avalan también los relatos de algunos soldados sirios que se han refugiado en el este de Turquía.
Otros testimonios señalan además que si las unidades de elite del Ejército no logran atrapar al desertor, al que suelen matar a sangre fría -seis soldados fueron ejecutados el viernes en Kesweh (Damasco)-, se vengan contra su familia. Mahmoud Merht, que encabeza que El Cairo la Organización Árabe de Derechos Humanos, asegura que el hermano y un hijo del teniente coronel Husein Harmoush fueron asesinados el viernes en Idlib, en el noroeste del país, en represalias por la deserción de su padre. Este es uno de los pocos oficiales que han abandonado el Ejército y denunciado sus abusos.
El grueso de los que se han escapado de los cuarteles con sus armas -entre 700 y 1.200, según las estimaciones- son soldados rasos y suboficiales de confesión suní que no estaban destinados en unidades de elite como la Guardia Republicana o la IV División que dirige Maher el Asad, hermano del presidente Bachar. Esas tropas y los servicios de seguridad están en manos de la minoría alauí a la que también pertenece el presidente.
La agencia de prensa oficial siria informa con frecuencia de la muerte de militares caídos en emboscadas "terroristas", pero sus autores son a veces desertores que lo reivindican . Un oficial ha anunciado incluso la creación de un Ejército Sirio Libre, pero un militar suní de alto rango entrevistado por Le Monde Diplomatique sostiene que esos ataques son "iniciativas individuales" y no ponen en peligro al régimen.
"La única posibilidad, del lado militar, [de acabar con el régimen] sería una escisión, poco probable, en la cúpula de los servicios de seguridad que arrastraría a otros sectores del Ejército", concluye.