Hallan fosas comunes en Libia
Galaa, AP
En un pinar cerca de esta aldea de montaña, los lugareños exhumaron los cadáveres atados y con los ojos vendados de 35 hombres a los que —según afirman— las fuerzas militares de Moamar Gadafi asesinaron a quemarropa.
A decenas de kilómetros de distancia, un equipo de investigación desenterró los cuerpos de 18 detenidos que murieron por sofocación de calor después de que guardias de Gadafi los encerraran en un contenedor naviero.
A medida que los libios afrontan las secuelas de su guerra civil de seis meses, surgen cada vez más evidencias de que partidarios del extinto régimen cometieron abusos salvajes y en algunos casos aniquilaron a los detenidos antes de huir del avance de las fuerzas rebeldes.
No existen pruebas de que Gadafi hubiera ordenado los asesinatos, pero sus arengas en las que llamó ratas a los insurgentes armados "abrieron la puerta a este tipo de conducta de barbarie", dijo Fred Abrahams, de la organización activista Human Rights Watch.
La orden de arrestar a Gadafi que emitió en junio la Corte Penal Internacional se centra en los asesinatos y arrestos ocurridos durante la fase inicial de la revuelta, la cual comenzó en febrero y devino finalmente en el derrocamiento del régimen.
Si Gadafi es capturado y enjuiciado, sea en Libia o en el extranjero, cualquier prueba nueva de atrocidades que surja apuntalará el caso en su contra.
Para los libios será lento el proceso de recuperación del conflicto, que ha dejado al menos 30.000 muertos y 50.000 heridos, según el ministro de salud de los ex rebeldes.
Muchos han sufrido un trauma inefable. Mohannad Berfat, un estudiante de geografía, dijo que sobrevivió a 10 días de golpizas y descargas eléctricas en el contenedor naviero convertido en prisión en la localidad costera de Joms.
El voluntario Mohammed Ajal participó en las exhumaciones en la fosa colectiva en la aldea de Galaa, en las montañas de Nafusa, en el oeste de Libia, sólo para encontrarse a a su padre y hermano entre los muertos.
Gadafi y sus partidarios son unos "monstruos", afirmó Ajal, de 36 años, en medio del hedor de los cadáveres en descomposición mientras permanecía a un lado de la fosa en las afueras de Galaa.
Berfat, de 22 años, dijo que confía en la justicia divina.
"Dios los castigará", dijo sobre sus torturadores, mientras ayudaba a cargar los restos de 18 detenidos procedentes de Joms, incluido un primo, quien falleció el 6 de junio pero no fue hallado sino hasta el jueves.
Abrahams advirtió que serán descubiertas más atrocidades. En Trípoli, decenas de cadáveres calcinados de prisioneros de guerra fueron descubiertos después de que las fuerzas del régimen abandonaron la capital a finales de agosto. Los detenidos habían permanecido en manos de las fuerzas comandadas por un hijo de Gadafi, Jamis. Unas 4.000 personas siguen desaparecidas en Libia.
Antes del ataque decisivo de los rebeldes, controlaban sólo el oriente de Libia, mientras que Gadafi ocupaba buena parte del occidente. Estallaron batallas intensas en los dos bastiones insurgentes en el poniente, la cadena montañosa de Nafusa y la ciudad de Misrata.
Como parte de su emplazamiento en las montañas, las fuerzas de Gadafi acamparon en un centro para niños exploradores en las inmediaciones de Galaa, una aldea de unas 7.000 personas, a finales de la primavera y comienzos del verano. Los habitantes dijeron que las fuerzas de Gadafi capturaron a decenas de hombres en retenes y durante redadas en las viviendas cercanas. Todos fueron retenidos en la improvisada base.
Algunos cautivos fueron liberados después, incluido el trabajador postal Omar Huzar, de 55 años, pero varios más desaparecieron sin dejar rastro después de que las fuerzas de Gadafi huyeron del área a comienzos de julio, dijeron los residentes.
A mediados de agosto, Abdel Gassem Kreir, fotógrafo en Galaa, dijo que vio video grabado mediante un celular y difundido en la página YouTube, donde se mostraban varios cadáveres, la mayoría de bruces y atados, en una zona boscosa que le pareció conocida. Huzar, el prisionero liberado, dijo que reconoció a varios hombres que aparecían en el video como personas con las que había estado detenido.
Un grupo de Galaa, apoyado por un equipo de la Cruz Roja, comenzó a exhumar los cadáveres el 20 de agosto.
Kreir dijo que los cadáveres estaban todavía en la misma posición que mostraba el video, y que un experto forense de la Cruz Roja le dijo que la mayoría habían recibido disparos en la espalda o la nuca. La Cruz Roja informó el viernes 9 de septiembre que envió al experto para que ayudara a identificar los restos, no para que tratara de determinar la causa de la muerte.
Mediante cepillos, miembros del equipo de búsqueda limpiaron los restos encontrados en la fosa poco profunda.
Los descubrimientos fueron particularmente dolorosos. Ajal, uno de los voluntarios, encontró a su padre y a uno de sus hermanos. Kamal Grada, de 31 años, descubrió a un hermano menor. Aunque los cadáveres se encontraban en estado avanzado de descomposición, 28 fueron identificados mediante sus ropas, llaves y teléfonos celulares, de acuerdo con los participantes en la búsqueda y con el ministro de justicia de los rebeldes, Mohamed al-Alagi.
Luego de 10 días de excavaciones, los cadáveres fueron sepultados el pasado 7 de septiembre en un cementerio especial en Galaa. Cada tumba fue marcada con una lápida de cemento. Grandes fotos se colocaron en las tumbas de quienes fueron identificados.
En un pinar cerca de esta aldea de montaña, los lugareños exhumaron los cadáveres atados y con los ojos vendados de 35 hombres a los que —según afirman— las fuerzas militares de Moamar Gadafi asesinaron a quemarropa.
A decenas de kilómetros de distancia, un equipo de investigación desenterró los cuerpos de 18 detenidos que murieron por sofocación de calor después de que guardias de Gadafi los encerraran en un contenedor naviero.
A medida que los libios afrontan las secuelas de su guerra civil de seis meses, surgen cada vez más evidencias de que partidarios del extinto régimen cometieron abusos salvajes y en algunos casos aniquilaron a los detenidos antes de huir del avance de las fuerzas rebeldes.
No existen pruebas de que Gadafi hubiera ordenado los asesinatos, pero sus arengas en las que llamó ratas a los insurgentes armados "abrieron la puerta a este tipo de conducta de barbarie", dijo Fred Abrahams, de la organización activista Human Rights Watch.
La orden de arrestar a Gadafi que emitió en junio la Corte Penal Internacional se centra en los asesinatos y arrestos ocurridos durante la fase inicial de la revuelta, la cual comenzó en febrero y devino finalmente en el derrocamiento del régimen.
Si Gadafi es capturado y enjuiciado, sea en Libia o en el extranjero, cualquier prueba nueva de atrocidades que surja apuntalará el caso en su contra.
Para los libios será lento el proceso de recuperación del conflicto, que ha dejado al menos 30.000 muertos y 50.000 heridos, según el ministro de salud de los ex rebeldes.
Muchos han sufrido un trauma inefable. Mohannad Berfat, un estudiante de geografía, dijo que sobrevivió a 10 días de golpizas y descargas eléctricas en el contenedor naviero convertido en prisión en la localidad costera de Joms.
El voluntario Mohammed Ajal participó en las exhumaciones en la fosa colectiva en la aldea de Galaa, en las montañas de Nafusa, en el oeste de Libia, sólo para encontrarse a a su padre y hermano entre los muertos.
Gadafi y sus partidarios son unos "monstruos", afirmó Ajal, de 36 años, en medio del hedor de los cadáveres en descomposición mientras permanecía a un lado de la fosa en las afueras de Galaa.
Berfat, de 22 años, dijo que confía en la justicia divina.
"Dios los castigará", dijo sobre sus torturadores, mientras ayudaba a cargar los restos de 18 detenidos procedentes de Joms, incluido un primo, quien falleció el 6 de junio pero no fue hallado sino hasta el jueves.
Abrahams advirtió que serán descubiertas más atrocidades. En Trípoli, decenas de cadáveres calcinados de prisioneros de guerra fueron descubiertos después de que las fuerzas del régimen abandonaron la capital a finales de agosto. Los detenidos habían permanecido en manos de las fuerzas comandadas por un hijo de Gadafi, Jamis. Unas 4.000 personas siguen desaparecidas en Libia.
Antes del ataque decisivo de los rebeldes, controlaban sólo el oriente de Libia, mientras que Gadafi ocupaba buena parte del occidente. Estallaron batallas intensas en los dos bastiones insurgentes en el poniente, la cadena montañosa de Nafusa y la ciudad de Misrata.
Como parte de su emplazamiento en las montañas, las fuerzas de Gadafi acamparon en un centro para niños exploradores en las inmediaciones de Galaa, una aldea de unas 7.000 personas, a finales de la primavera y comienzos del verano. Los habitantes dijeron que las fuerzas de Gadafi capturaron a decenas de hombres en retenes y durante redadas en las viviendas cercanas. Todos fueron retenidos en la improvisada base.
Algunos cautivos fueron liberados después, incluido el trabajador postal Omar Huzar, de 55 años, pero varios más desaparecieron sin dejar rastro después de que las fuerzas de Gadafi huyeron del área a comienzos de julio, dijeron los residentes.
A mediados de agosto, Abdel Gassem Kreir, fotógrafo en Galaa, dijo que vio video grabado mediante un celular y difundido en la página YouTube, donde se mostraban varios cadáveres, la mayoría de bruces y atados, en una zona boscosa que le pareció conocida. Huzar, el prisionero liberado, dijo que reconoció a varios hombres que aparecían en el video como personas con las que había estado detenido.
Un grupo de Galaa, apoyado por un equipo de la Cruz Roja, comenzó a exhumar los cadáveres el 20 de agosto.
Kreir dijo que los cadáveres estaban todavía en la misma posición que mostraba el video, y que un experto forense de la Cruz Roja le dijo que la mayoría habían recibido disparos en la espalda o la nuca. La Cruz Roja informó el viernes 9 de septiembre que envió al experto para que ayudara a identificar los restos, no para que tratara de determinar la causa de la muerte.
Mediante cepillos, miembros del equipo de búsqueda limpiaron los restos encontrados en la fosa poco profunda.
Los descubrimientos fueron particularmente dolorosos. Ajal, uno de los voluntarios, encontró a su padre y a uno de sus hermanos. Kamal Grada, de 31 años, descubrió a un hermano menor. Aunque los cadáveres se encontraban en estado avanzado de descomposición, 28 fueron identificados mediante sus ropas, llaves y teléfonos celulares, de acuerdo con los participantes en la búsqueda y con el ministro de justicia de los rebeldes, Mohamed al-Alagi.
Luego de 10 días de excavaciones, los cadáveres fueron sepultados el pasado 7 de septiembre en un cementerio especial en Galaa. Cada tumba fue marcada con una lápida de cemento. Grandes fotos se colocaron en las tumbas de quienes fueron identificados.