Estados Unidos coordina con Turquía la transición en Siria
Obama se reunirá hoy por separado con Abbas y con Netanyahu para intentar reanudar el diálogo bilateral. -Obama y Karzai afirman que seguirá la estrategia de diálogo en Afganistán
Nueva York, El País
La Administración norteamericana trata de coordinar con Turquía una transición ordenada en Siria ante la evidencia de que el presidente Bachar el Asad será incapaz de mantenerse al frente pese a la represión desatada por su Gobierno contra las fuerzas opositoras que desde hace meses han tomado las calles como protesta. Ese fue el asunto principal que Barack Obama trató anoche con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, entre los contactos bilaterales que el presidente de Estados Unidos sostiene en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.
"Los dos líderes han coincidido en la necesidad de incrementar la presión sobre el Gobierno de Damasco hasta satisfacer las aspiraciones del pueblo sirio", declaró un portavoz norteamericano tras la reunión. "Se puede decir que se ha llegado a un punto en que [tanto Obama como Erdogan] han perdido la paciencia con Asad", añadió.
Aunque EE UU ha tratado hasta ahora de ser cuidadoso con la evolución de los acontecimientos en Siria, ante las consecuencias que estos pueden tener en Líbano, Israel, Jordania y otros países de la región, el deterioro de la situación ha llegado a tal punto en el que el riesgo de una guerra civil entre comunidades religiosas se ha hecho inminente. Washington no quiere actuar por separado para no dar argumentos a la demagogia antiimperialista de El Asad y considera que Turquía, un país musulmán con creciente influencia en Oriente Próximo, es el aliado idóneo para elaborar una estrategia conjunta.
Turquía, un aliado de Siria en el pasado, rompió ya lazos con El Asad ante el grado de la violencia ejercida por su Gobierno y está interesado ahora en encontrar fórmulas que eviten una guerra civil en ese país o un clima de desestabilización crónica. Además, para Erdogan, el hecho de que Obama reclame su participación en la solución de esta crisis representa un éxito personal y una prueba más del poder que su Gobierno está adquiriendo como puente en las relaciones entre Occidente y el mundo árabe.
Cada año por estas fechas, las citas de Obama en Nueva York son un indicador de los conflictos más acuciantes y de los países que más relevancia adquieren. Ayer, el presidente norteamericano se entrevistó con el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, con Erdogan y con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, además del nuevo líder libio y de los jefes de Gobierno que forman parte del Grupo de Contacto sobre Libia.
Rousseff, quien con su discurso de hoy será la primera mujer en la historia que inaugure una Asamblea General de la ONU, se ha convertido ya en un interlocutor imprescindible de los grandes asuntos internacionales, acorde con el papel protagonista que Brasil ha adquirido.
La entrevista entre Obama y Karzai estuvo dedicada fundamentalmente a ratificar la estrategia de buscar contactos con la oposición afgana y procurar una solución negociada al conflicto militar, a pesar del asesinato del hombre que hasta ahora estaba encargado del diálogo con los talibanes, el expresidente Burhanuddin Rabbani. "Esto no nos impedirá seguir creando un camino para que los afganos puedan vivir en libertad, seguridad y prosperidad", declaró Obama. Karzai admitió, por su parte, que el vacío que deja Rabbani va a ser muy difícil de llenar, por la personalidad excepcional del expresidente, pero insistió en que "continuaremos por la vía emprendida y triunfaremos".
Obama entrará hoy ya plenamente a abordar la crisis desatada por la intención de la Autoridad Palestina de reclamar su reconocimiento como Estado, el tema principal de esta Asamblea General. El presidente se reunirá por separado con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en lo que puede ser la última oportunidad de disuadir a los palestinos de que renuncien a su propósito y de que palestinos e israelíes reanuden el diálogo bilateral.
Nueva York, El País
La Administración norteamericana trata de coordinar con Turquía una transición ordenada en Siria ante la evidencia de que el presidente Bachar el Asad será incapaz de mantenerse al frente pese a la represión desatada por su Gobierno contra las fuerzas opositoras que desde hace meses han tomado las calles como protesta. Ese fue el asunto principal que Barack Obama trató anoche con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, entre los contactos bilaterales que el presidente de Estados Unidos sostiene en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.
"Los dos líderes han coincidido en la necesidad de incrementar la presión sobre el Gobierno de Damasco hasta satisfacer las aspiraciones del pueblo sirio", declaró un portavoz norteamericano tras la reunión. "Se puede decir que se ha llegado a un punto en que [tanto Obama como Erdogan] han perdido la paciencia con Asad", añadió.
Aunque EE UU ha tratado hasta ahora de ser cuidadoso con la evolución de los acontecimientos en Siria, ante las consecuencias que estos pueden tener en Líbano, Israel, Jordania y otros países de la región, el deterioro de la situación ha llegado a tal punto en el que el riesgo de una guerra civil entre comunidades religiosas se ha hecho inminente. Washington no quiere actuar por separado para no dar argumentos a la demagogia antiimperialista de El Asad y considera que Turquía, un país musulmán con creciente influencia en Oriente Próximo, es el aliado idóneo para elaborar una estrategia conjunta.
Turquía, un aliado de Siria en el pasado, rompió ya lazos con El Asad ante el grado de la violencia ejercida por su Gobierno y está interesado ahora en encontrar fórmulas que eviten una guerra civil en ese país o un clima de desestabilización crónica. Además, para Erdogan, el hecho de que Obama reclame su participación en la solución de esta crisis representa un éxito personal y una prueba más del poder que su Gobierno está adquiriendo como puente en las relaciones entre Occidente y el mundo árabe.
Cada año por estas fechas, las citas de Obama en Nueva York son un indicador de los conflictos más acuciantes y de los países que más relevancia adquieren. Ayer, el presidente norteamericano se entrevistó con el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, con Erdogan y con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, además del nuevo líder libio y de los jefes de Gobierno que forman parte del Grupo de Contacto sobre Libia.
Rousseff, quien con su discurso de hoy será la primera mujer en la historia que inaugure una Asamblea General de la ONU, se ha convertido ya en un interlocutor imprescindible de los grandes asuntos internacionales, acorde con el papel protagonista que Brasil ha adquirido.
La entrevista entre Obama y Karzai estuvo dedicada fundamentalmente a ratificar la estrategia de buscar contactos con la oposición afgana y procurar una solución negociada al conflicto militar, a pesar del asesinato del hombre que hasta ahora estaba encargado del diálogo con los talibanes, el expresidente Burhanuddin Rabbani. "Esto no nos impedirá seguir creando un camino para que los afganos puedan vivir en libertad, seguridad y prosperidad", declaró Obama. Karzai admitió, por su parte, que el vacío que deja Rabbani va a ser muy difícil de llenar, por la personalidad excepcional del expresidente, pero insistió en que "continuaremos por la vía emprendida y triunfaremos".
Obama entrará hoy ya plenamente a abordar la crisis desatada por la intención de la Autoridad Palestina de reclamar su reconocimiento como Estado, el tema principal de esta Asamblea General. El presidente se reunirá por separado con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en lo que puede ser la última oportunidad de disuadir a los palestinos de que renuncien a su propósito y de que palestinos e israelíes reanuden el diálogo bilateral.